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Las consecuencias de Chernóbil son peores de lo que se esperaba

Chernóbil se ha convertido en algo más que el nombre del peor desastre nuclear mundial. Ha pasado a ser la palabra que define el lado oscuro de la vida moderna: Cómo puede fallar la tecnología y lo terroríficas que pueden ser las consecuencias. Los agentes causantes de enferme...

Chernóbil se ha convertido en algo más que el nombre del peor desastre nuclear mundial. Ha pasado a ser la palabra que define el lado oscuro de la vida moderna: Cómo puede fallar la tecnología y lo terroríficas que pueden ser las consecuencias. Los agentes causantes de enfermedades eran insípidos, incoloros, inodoros pero letales. Asesinos invisibles engendrados por una tecnología imperfecta y el error humano. 20 años después, Greenpeace ha publicado un informe en el que analiza la catástrofe y denuncia que las consecuencias son más devastadoras de lo que se pensó en un momento. Debido a que los agentes causantes de las enfermedades son persistentes, los efectos de Chernóbil pasan de una generación a otra. La contaminación de Chernóbil es 100 veces superior a la provocada por las bombas de Hiroshima y Nagasaki juntas. Las consecuencias de Hiroshima y Nagasaki están bien documentadas pero las de Chernóbil continúan siendo objeto de especulación. "Puede que nunca se conozca el número exacto de víctimas pero se sabe que 3 millones de niños precisan tratamiento", señaló el secretario general de la ONU, Kofi Annan. "Hasta 2016, como muy pronto, no se sabrá el número total de personas que tienen predisposición a desarrollar cuadros médicos serios". Por supuesto, el desastre no afectó solamente a la zona evacuada en su día. La atmósfera empujó las nubes de material radiactivo extendiéndolas por una superficie que abarca más de la mitad del planeta y especialmente por el norte de Europa. "Si se tiene en cuenta que la vida media del principal elemento radiactivo liberado, el cesio-137, es de algo más de 30 años, las consecuencias radiológicas (y con ello para la salud) de este accidente nuclear continuarán dejándose sentir durante siglos", advierte el informe de Greenpeace. "Más de la mitad del cesio-137 liberado como resultado de la explosión fue transportado a la atmósfera hasta otros países europeos. Al menos catorce países de Europa (Austria, Suecia, Finlandia, Noruega, Eslovenia, Polonia, Rumania, Hungría, Suiza, República Checa, Italia, Bulgaria, República de Moldavia y Grecia), se vieron contaminados por niveles de radiación superiores a 1 Ci/Km2, límite por encima del cual se define un área como "contaminada". Cantidades de radiactividad menores fueron detectadas en todo el continente europeo llegando hasta el Mediterráneo y Asia. Refiriéndose a la zona más cercana a Chernóbil, el informe afirma que "sólo en Bielorrusia, Rusia y Ucrania el accidente causó alrededor de 200.000 muertes adicionales entre 1990 y 2004." Los principales afectados por el accidente son: trabajadores de limpieza tras el accidente, o "liquidadores", contratados para participar en las labores de control y limpieza de la central; evacuados de zonas peligrosamente contaminadas situadas dentro de un radio de 30 km. alrededor de la central; residentes de zonas menos contaminadas situadas fuera de la zona de evacuación; niños nacidos de familias de los tres grupos anteriores. La incidencia del cáncer ha aumentado en las áreas que rodeaban el lugar de la catástrofe dónde se documentó un incremento del 40 por ciento de todos los tipos de cáncer, y más aún en las zonas más cercanas a Chernóbil, la mortalidad aumentó 2,7 veces más en las áreas contaminadas de Rusia y casi tres veces en las zonas afectadas de Ucrania. Los porcentajes relativos al cáncer de tiroides, el cáncer con mayor incidencia del desastre de Chernóbil, siguen aumentando. Durante el periodo de 1988 a 1998, la incidencia de esta enfermedad era el doble y en 1994 se habría triplicado en las zonas contaminadas de Rusia. Sin embargo, las consecuencias no se limitan al cáncer de tiroides. Otras patologías de tiroides han derivado en diversas enfermedades del sistema endocrino. La incidencia de la leucemia, otros tipos de cáncer, enfermedades del sistema respiratorio, del sistema digestivo, del sistema cardiovascular y del sistema inmunitario ha aumentado duplicándose o cuadruplicándose. Como los sistemas inmunitarios han sido dañados, muchos sufren el denominado SIDA de Chernóbil, debido al cual los niños recién nacidos tienen una incidencia 2,9 más alta de sufrir infecciones que un niño "normal". Los efectos de la contaminación en los sistemas urogenital y reproductor han incrementado el número de abortos y de recién nacidos con bajo peso en el norte y el centro de Europa. Además, el número de niños con síndrome de Down y otros defectos de nacimiento como anencefalia, espina bífida, malformaciones del corazón, malformaciones del sistema nervioso central, fisura del paladar o labio leporino han aumentado en el norte y centro de Europa desde el desastre de Chernóbil. "Es lógico llegar a la conclusión de que el accidente de Chernóbil ha sido y continuará siendo un importante factor de morbilidad y mortalidad en Europa, desde Escandinavia, pasando por Europa occidental, hasta el sur llegando más allá de Turquía donde se juntan las fronteras entre Europa y Asia. "Sería imposible calcular con efecto retroactivo el nivel de exposición que sufrió la población [...]. Se deberían realizar estudios que aclararan, en la medida de lo posible, el alcance de la morbilidad y mortalidad resultantes del accidente de Chernóbil". Las ruinas de la central de Chernóbil se encuentran a 100 km. al norte de la actual capital de Ucrania, Kiev, en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia. La central nuclear tenía cuatro reactores enfriados por agua y moderados por grafito. Lo que significa que las barras de grafito eran utilizadas para mantener bajo control la reacción de fisión del uranio 235. La noche del 25 al 26 de abril de 1986 se realizó un test en la central. La dirección quería verificar si en la hipótesis de un corte de energía las turbinas de la planta podrían garantizar el funcionamiento de las bombas de refrigeración. Para realizarlo, se redujo la potencia del reactor hasta dejarlo a un cuarto de su capacidad de funcionamiento y se neutralizaron deliberadamente los sistemas de seguridad. Las cosas no resultaron como estaban previstas. La potencia de la central cayó dramáticamente, un 99 por ciento, por lo que hubo que aumentarla lentamente para poder realizar el test. Conforme se aumentaba la potencia ocurrió un salto brusco inesperado. El cierre de emergencia falló y el reactor explotó. Se ignoran las causas precisas que provocaron el aumento brusco de la potencia y de la explosión que se produjo a continuación pero las opiniones a día de hoy apuntan a un defecto importante en el diseño: las barras de grafito utilizadas para controlar la reacción. El papel de las barras de grafito es moderar y controlar la reacción de fisión, cuando se bajan las barras en el reactor, la velocidad de la reacción disminuye. Cuando se elevan, la velocidad de la reacción aumenta. Sin embargo, los investigadores creen que si las barras se insertan rápidamente en el reactor, la velocidad de la reacción puede aumentar de repente. Además, el grafito es una forma de carbono y por lo tanto es combustible. La cubierta de protección de 1000 toneladas explotó y el grafito ardió originando un gran incendio. El contenido del reactor fue expulsado a la atmósfera. El incendio siguió activo durante diez días liberando material radiactivo a la atmósfera. En 1989, más de 800.000 personas habían participado en las actividades de limpieza de Chernóbil. De esas personas, 300.000 recibieron dosis de radiación iguales o superiores a 0,5 sievert (Sv). 0,5 Sv es una dosis 500 veces más alta que la dosis máxima anual recomendada por la UE. Las muertes atribuidas al desastre, y concretamente a las labores de limpieza posteriores, son muy difíciles de estimar. La Unión Soviética de entonces no ofreció cifras concretas e informó vagamente del desastre el 28 de abril, tres días después de la catástrofe, describiéndolo como un mero "accidente". Una vez que se difundió la noticia, los investigadores daneses y alemanes pudieron reconstruir lo que ocurrió haciendo sus propias averiguaciones y dedujeron que Chernóbil había sido el escenario de un "máximo accidente previsible". Los comprimidos de yodo sólo comenzaron a distribuirse el 23 de mayo, cuatro semanas después del accidente. Estos comprimidos podrían haber evitado que el yodo radiactivo penetrara en la glándula de tiroides de los habitantes de la región. Cuatro semanas más tarde, el efecto de estos comprimidos fue nulo en 130.000 evacuados. Lo que resulta más increíble es que la central de Chernóbil no se cerró definitivamente hasta 2000 y que aunque el área contaminada alrededor de Chernóbil era una zona restringida, numerosas personas volvieron a establecerse en la zona. Unas 1.500 personas se establecieron a 15 km. de Chernóbil, 50 lo hicieron en Chernóbil o en las cercanías de Pripyat, ahora una ciudad fantasma y que en sus días albergaba a 45.000 trabajadores de la central y sus familias.

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Bielorrusia, Rusia, Reino Unido