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Nueve ideas para cerrar la brecha entre industria y universidad

El servicio de noticias SciencelBusiness ha publicado un manifiesto por la innovación de nueve puntos diseñado para diagnosticar los errores de las iniciativas europeas de innovación. Recoge recomendaciones sobre oficinas de transferencia tecnológica, capital semilla, incentiv...

El servicio de noticias SciencelBusiness ha publicado un manifiesto por la innovación de nueve puntos diseñado para diagnosticar los errores de las iniciativas europeas de innovación. Recoge recomendaciones sobre oficinas de transferencia tecnológica, capital semilla, incentivos fiscales y patentes. En la introducción al manifiesto, Richard Hudson, redactor y gerente general de SciencelBusiness, se pregunta si la próxima «tanda de ayudas tecnológicas», esto es, el VII Programa Marco (VIIPM), con su presupuesto ampliado, será capaz de cerrar la brecha entre el laboratorio y el mercado. «Quienes trabajamos en SciencelBusiness [...] pensamos que es hora de que los políticos dejen ya de darle tanta importancia a la brecha entre Estados Unidos, Europa y China, y centren su atención más bien en la distancia que media entre la industria y la universidad. En esta tierra de nadie se encuentran las patentes sin utilizar, los informes de investigación sin divulgar y los investigadores contratados por los ricos laboratorios de San Francisco o Singapur», escribe Richard Hudson. El contenido del manifiesto contrasta, por su orientación más liberal, con el reciente plan de acción de 10 puntos que la Comisión Europea ha concebido para «llevar a cabo una estrategia de innovación de amplia base en la Unión Europea». Probablemente desate la polémica en algunos círculos, pero lo cierto es que servirá para que SciencelBusiness avance en su intención de «ampliar el debate más allá del núcleo habitual de tecnócratas, para suscitar una reflexión verdaderamente nueva y audaz sobre los problemas de Europa». El documento se divide en cuatro partes: problemas en la universidad, recaudación de fondos, protección de nueva ideas y necesidades de la industria. La falta de dinero es el mayor problema de las universidades europeas, según indica SciencelBusiness. Los investigadores académicos van generando cada vez más resultados; lo malo es que fuera del recinto universitario sus hallazgos tropiezan con la falta de interés, financiación y oportunidades. El manifiesto presenta, como prueba, un cuadro de ingresos universitarios procedentes de la industria. Encabeza la lista, en Estados Unidos, la Universidad de Columbia con 115,4 millones de euros. En Europa, el primero, el Instituto Pasteur de Francia, tan sólo cobra 32,6 millones de euros, bastante más que el segundo, la Universidad de Edimburgo, que apenas recibe 4,5 millones de euros. La primera idea es la necesidad de Darwinismo gerencial: «La consideración de las ayudas públicas a la investigación como instrumento de desarrollo regional o igualdad social es contraproducente», se puede leer en el manifiesto. Más adelante, los autores sostienen: «Si lo que se pretende es que Europa consolide su sistema universitario de investigación, sus políticos necesitan tomar decisiones desagradables». La segunda idea se refiere a la reforma de las oficinas de transferencia tecnológica. Las oficinas europeas, en general con una mayor dotación de personal, generan el 5% de los ingresos producidos por sus homólogos de Estados Unidos. «Los administradores universitarios, y la cúpula política, deben atenerse a lo que debería ser el objetivo único de estas oficinas: ganar dinero, cuanto más y cuanto antes mejor, en beneficio exclusivo de la universidad. La selección de medios quedará a discreción del director de cada oficina. Si incumple las promesas, despídanlo, y si lo consigue, gratifíquenlo [...] Los objetivos sociales son de más provecho en otros sectores de la universidad. Lo de la oficina de transferencia tecnológica es el fin económico». En el apartado de recaudación de fondos, SciencelBusiness propone utilizar las ayudas públicas como capital semilla. «Un uso acertado de las subvenciones estatales permite desinhibir a los inversores más prudentes», reza el manifiesto. La fiscalidad es el tema de otra recomendación. La situación actual se describe como «un queso suizo de agujeros, lleno de lagunas jurídicas, compartimentadas entre intereses y países, alentando extraños hábitos de inversión». Por esta razón, la gente con dinero es reacia a invertir en Europa, sobre todo en tecnología, ya de por sí muy arriesgada. Asimismo, se preconiza el aumento de los mercados de valores para las jóvenes empresas y el abaratamiento y simplificación de la protección de la propiedad intelectual. La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual indica que el nivel de concesión de patentes internacionales en Europa ha descendido en los últimos cinco años del 35 % al 29%. Esta disminución no resulta extraña si se tiene en cuenta que, en Europa, la obtención y mantenimiento de una patente por un periodo de 20 años cuesta 200.000 euros, cuando en Estados Unidos cuesta 10.000 euros. La armonización del sistema europeo de patentes, ya planteada en varias ocasiones en los últimos tres decenios, ha cobrado renovado interés de la mano del Comisario europeo de Mercado Interior, Charlie McCreevy. «La solución puede radicar en lo trivial», señala el manifiesto. «Avanzar dando un paso tras otro, resolviendo un problema tras otro». Los Estados miembros de la UE podrían empezar ratificando el Protocolo de Londres, que SciencelBusiness califica de «intento, relativamente poco burocrático, de reducir el número de idiomas autorizados para la presentación de solicitudes de patentes». El último capítulo del manifiesto, relativo a las necesidades de la industria, arroja unas cifras desalentadoras para los europeos: «En la UE, el sector privado asume el 54 % del gasto en investigación y desarrollo [I+D]. En Estados Unidos, el porcentaje, de un presupuesto mayor, es del 66%. Peor aún, el grueso del gasto de las empresas europeas no va a parar a laboratorios de Basilea y París, sino a recursos de Boston y Palo Alto. El déficit comercial europeo en I+D -esto es, la diferencia entre el gasto de las empresas de la UE en laboratorios de Estados Unidos con respecto al gasto norteamericano en Europa- dio un salto del 500 por ciento entre 1997 y 2002, hasta llegar a 2.000 millones de euros». Estos problemas son los más acuciantes de los contemplados, según advierte SciencelBusiness. «La solución pasa por un cambio de raíz en la gestión económica, fomento del espíritu empresarial y gratificación de inversiones, tanto corporativas como personales, del Viejo Continente». El manifiesto plantea dos soluciones: aumentar la formación y flexibilidad de los recursos humanos, y eliminar las barreras al atractivo de Europa. Europa tiene todas las de perder en el traslado, a otros continentes, de los fondos de investigación de BASF, Novartis y otras compañías. La razón, según analiza SciencelBusiness, está en que la economía europea lleva frenando 35 años, presentado un cuadro de altos costes, mercados inflexibles y bajo crecimiento. Habrá que esperar a que Europa resuelva las inflexibilidades de la contratación, despido o traslado de personal, y la libre circulación transfronteriza, para captar inversiones, advierte el manifiesto.

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