Los países en desarrollo en vías de conexión
Los socios del proyecto comunitario 6DISS están ayudando a los países en desarrollo a prepararse para la próxima generación de Internet: el IPv6. La no puesta en marcha del enigmático «IPv6» en los próximos años podría suponer la marginación de muchos habitantes del planeta. Ahora bien, para comprender el IPv6 primero hay que comprender cómo funciona Internet. Internet es una extensa red de ordenadores que se comunican entre sí por encima de las distancias geográficas, de las diferencias de diseño y configuración, y de la diversidad de sistemas operativos. A través de Internet, los ordenadores intercambian paquetes de información, mediante un sistema de direcciones que tienen mucho que ver con las direcciones postales y que se han dado a conocer con el nombre de direcciones de protocolo de Internet (IP). Cada dispositivo conectado a la Red, ya sea una página web, un ordenador o un teléfono móvil, necesita una dirección IP para su localización. En los primeros tiempos de Internet, pocos desarrolladores llegaron a sospechar el éxito que iba a tener. A cada dirección se asignó un número de 32 bits, por un total aproximado de 4.000 millones de direcciones disponibles (2 elevado a la potencia 32). Esta versión del protocolo IP se denomina IPv4. «Puede dar una sensación de abundancia; en realidad, no sólo deben restarse las direcciones reservadas de antemano, sino que conviene tener en cuenta el reparto regional de direcciones», explica Martin Potts, uno de los socios de 6DISS. La distribución mundial de direcciones IP disponibles ha sido muy desigual, asignándose el 74% de las direcciones a América Norte. Sin ir más lejos, la dotación de la universidad de Stanford o la del MIT es superior a la China. «Así pues, apenas quedarían unos dos millones de direcciones que, aunque parecieran muchas, no daban cabida a las necesidades de la tecnología móvil y sus muchos dispositivos deseosos de conectarse a Internet», comentó el señor Potts a Noticias CORDIS. La reducción del número de direcciones tiene otra causa: el paso a la conexión permanente a Internet. Hasta hace poco, cuando el usuario marcaba el número de conexión, el proveedor de acceso le asignaba una dirección IP temporal. La desconexión liberaba la dirección, pudiéndose asignar a otro usuario. Sin embargo, la llegada de la tecnología inalámbrica trajo consigo la necesidad de contar con una dirección IP estática o fija. Conscientes de la urgencia de hallar una solución al déficit de direcciones, los programadores idearon el protocolo de próxima generación, el IPv6. Se basa es un sistema de direcciones de 128 bits, capaz de alcanzar un número previsto de direcciones equivalente a 340 a la potencia 36. Asimismo, proporciona parámetros de calidad de servicio específicos para audio y vídeo en tiempo real. Actualmente, los servicios y redes en línea se están adaptando, lentamente, al IPv6 en Europa y en el mundo. «Todavía pasará algún tiempo para que los proveedores de servicios puedan dejar de ofrecer ambos protocolos. Eso sí, existe cierta resistencia al paso al IPv6, y es que los usuarios se las apañan para remediar la escasez de direcciones IPv4», advierte Martin Potts. Ahora bien, si los países desarrollados -que aún no han agotado su cuota asignada- disponen de tiempo para adoptar la nueva generación de Internet, urge el cambio en las economías en desarrollo y emergentes que, según indica el señor Potts, se están quedando sin direcciones. «India y China sólo están empezando a considerar el traslado al IPv6; tenían poca necesidad del IPv6 hasta crecer el número de personas y dispositivos conectados a Internet», hace observar. Por otra parte, el despegue del sector móvil en los países en desarrollo está obligando a la rápida implantación del IPv6. «Internet no tiene mucha presencia en África; en cambio, el sector móvil se ha puesto de moda», explica Martin Potts. «Sólo en Kenia, se calcula que hay 10 veces más móviles que teléfonos fijos». «En ciertos aspectos, la implantación de la infraestructura IPv6 será más sencilla en los países en desarrollo, ya que la escasa difusión de Internet facilitará el traslado del sistema anterior». Ahora, lo que se echa en falta en estos países es capacidad de despliegue. Y ésta es precisamente la aportación del proyecto 6DISS. Proporciona información práctica a los responsables directos de la instalación, funcionamiento y mantenimiento de las Redes nacionales de investigación y educación de los países de Asia-Pacífico, Caribe, Asia Central, Mediterráneo, América Central y del Sur, Europa del sureste, África meridional y África Subsahariana. Asimismo, el proyecto tiene como finalidad informar a los estrategas y responsables políticos de dichos países de las ventajas del IPv6. Los socios del proyecto han organizado, hasta la fecha, 10 talleres en cooperación con las Redes nacionales de investigación y educación de las regiones seleccionadas. «Asistimos a varios seminarios, impartiendo formación práctica en la adaptación de ordenadores portátiles al protocolo IPv6», comenta el señor Potts. En los talleres se aprovecha la experiencia adquirida a través de otros proyectos comunitarios, tales como 6NET, dedicado a la implantación y prueba de los nuevos servicios y aplicaciones IPv6 en una infraestructura europea. Los participantes en el proyecto han desarrollado, además, material didáctico destinado a los formadores que asuman las tareas de preparación para la implantación del IPv6. «El material vendrá a completar los cursos de formación», puntualiza Martin Potts. El proyecto ha recorrido las dos terceras partes del programa de trabajo. En este tiempo transcurrido, los socios han ido adquiriendo más compromisos, indica el señor Potts. Al celebrarse un taller en un determinado país, enseguida se corre la voz entre los representantes de los países vecinos, que, a su vez, solicitan la convocatoria de seminarios. Martin Potts asevera que las ventajas del intercambio de información de 6DISS van mucho más allá de la simple ayuda preparatoria a los países en desarrollo. «Uno de los objetivos genéricos del proyecto consiste en estimular la participación de los socios de estos países en las nuevas tecnologías de la sociedad de la información. En cierta medida gracias al proyecto, ya estamos viendo cómo ha crecido el interés de los socios de África, entre otras regiones, por conectarse físicamente a Europa», agrega.