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La lombriz pone la tierra patas arriba

Un grupo de investigadores holandeses ha puesto en relación los innovadores trabajos de Charles Darwin sobre la evolución con uno de sus campos de interés menos conocidos, el de las lombrices de tierra. Los investigadores del Instituto holandés de Ecología, explican en la re...

Un grupo de investigadores holandeses ha puesto en relación los innovadores trabajos de Charles Darwin sobre la evolución con uno de sus campos de interés menos conocidos, el de las lombrices de tierra. Los investigadores del Instituto holandés de Ecología, explican en la revista «Trends in Ecology and Evolution», que los animales subterráneos, como son las lombrices de tierra, desempeñaron una función crucial en la denominada explosión cámbrica producida hace 540 millones de años, punto de origen de numerosas nuevas formas de vida. En la financiación de los trabajos ha participado el proyecto comunitario MarBEF («Marine Biodiversity and Ecosystem Functioning», o biodiversidad y ecosistemas marinos en movimiento). La fascinación que durante gran parte de su vida sintió Charles Darwin por las lombrices lo llevaría a realizar numerosos experimentos con estos animales, hasta pedirle a su hijo que tocara el fagote para ver si podían escuchar la música. En su última obra, publicada en 1881, el profesor Darwin explicó la función de las lombrices y otros organismos subterráneos en la formación y dinámica de suelos. «El libro de Darwin divulgó la importancia de los organismos del suelo», afirma el director de la investigación, Filip Meysman, del Centro de Ecología Marina y de Estuarios. «Hasta entonces, las lombrices y demás organismos eran considerados como bichos nocivos». Sin embargo, a pesar de la calurosa acogida que recibió la obra, los científicos no prestarían atención a estos trabajos de Darwin hasta finales del siglo XX. Hoy día, se reconoce la gran influencia en el terreno de la «bioturbación», esto es, el retratamiento de suelos y sedimentos por la actividad de organismos vivos, como animales subterráneos. En la tierra, estos «ingenieros ecológicos» generan suelo mediante la fracturación, erosión y transporte de lecho de roca. La actividad de madriguera, al ablandar el suelo, lo hace más propicio a la erosión. «Esta actividad, en largos periodos de tiempo, conduce a la nivelación del terreno, allanando colinas y rellenando valles, con el consiguiente crecimiento de la transferencia fluvial de sedimentos de la tierra al océano», indican los investigadores. En el agua, cada vez más se reconoce el papel de la bioturbación en el transporte de sedimentos y la asperidad de la superficie del fondo oceánico, factores de impacto en la hidrodinámica de las cercanías de los sedimentos. Pero, ¿qué tendrá que ver la lombriz con la evolución? Antes de producirse la explosión cámbrica, la mayor parte del suelo oceánico estaba recubierta de una alfombra microbiana. El surgimiento de nuevas formas de vida en el periodo Cámbrico estuvo acompañado por la aparición de nuevos estilos de vida; y la depredación condujo a la evolución simultánea de sistemas de ataque y sistemas de defensa, tales como cerdas, púas y conchas. Las especies cazadas buscaron la manera de esconderse de los depredadores; pronto se sepultarían en el fondo oceánico. Como no es de extrañar, los depredadores no tardarían en encontrar la puerta de entrada, naciendo así la comunidad subterránea. «El fondo del océano experimentó un cambio espectacular, una "revolución de madriguera"», explica el doctor Meysman. «Las alfombras microbianas estables del Precámbrico desaparecieron dando paso a la agitación actual. Los habitantes de los sedimentos oceánicos no tuvieron otro remedio que adaptarse al nuevo mundo. La bioturbación fue un motor acelerado de la evolución, punto de encuentro de ambos libros de Darwin».

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