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Margaret Brimble y la conversión de toxinas en tratamientos

A finales de febrero se entregaron los prestigiosos Premios L'Oréal-UNESCO «Mujeres en la ciencia» a cinco mujeres científicas destacadas a nivel mundial. En esta edición de los premios, la galardonada de la región de Asia y el Pacífico fue la profesora Margaret Brimble, direc...

A finales de febrero se entregaron los prestigiosos Premios L'Oréal-UNESCO «Mujeres en la ciencia» a cinco mujeres científicas destacadas a nivel mundial. En esta edición de los premios, la galardonada de la región de Asia y el Pacífico fue la profesora Margaret Brimble, directora del departamento de Química Orgánica y Medicinal de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) «por su aportación a la síntesis de productos naturales complejos, especialmente las toxinas de moluscos». Ella se desplazó a Bruselas para informarse sobre las oportunidades que ofrece el Séptimo Programa Marco (7PM) para la comunidad investigadora neozelandesa en el ámbito de la salud y habló con CORDIS Noticias acerca del galardón, la belleza de las moléculas complejas y sus ambiciones como investigadora. La profesora Brimble ha acumulado gran cantidad de premios por la labor desempeñada a lo largo de su carrera, pero este premio en concreto ha tenido un valor especial para ella. «Este premio es el mejor de todos», aseguró a CORDIS Noticias. «Es formidable provenir de un país tan pequeño como Nueva Zelanda y hacerse con un premio de tanto prestigio.» Uno de los aspectos más destacados de la semana que permaneció en París para asistir a la ceremonia de entrega de los premios fue la ocasión de conocer a los galardonados de las otras regiones del mundo, así como a los ganadores de las Becas L'Oréal-UNESCO, que se conceden a jóvenes investigadoras para facilitarles la realización de proyectos de investigación, normalmente fuera de su país de origen. «Fue una oportunidad estupenda para relacionarse con otros colegas y con jóvenes que se están abriendo paso en el mundo de la ciencia», afirmó la profesora Brimble. «A lo largo de sus nueve años de andadura, estos premios han ido aumentando su prestigio y han conseguido crear una red de mujeres científicas por todo el mundo.» Confía en que este galardón sirva de estímulo para las mujeres de Nueva Zelanda y del resto de la región de Asia y el Pacífico que se dedican a la ciencia y les transmita el mensaje de que «si dedicas tus esfuerzos a desarrollar una carrera científica, las cosas te pueden salir bien». No obstante, matiza, «soy la primera en reconocer que hay que estar muy resuelto a lograrlo». Cuando le preguntamos qué puede aconsejar a las mujeres jóvenes que inician su carrera en la ciencia, la profesora Brimble fue clara: «Si están decididas de verdad, y desean dedicarse a esto, deben confiar en sí mismas y creer que pueden lograr lo que se propongan», contestó. «Aunque para eso la ciencia tendrá que convertirse en su profesión y su afición.» La profesora Brimble nació en Auckland (Nueva Zelanda) en 1961. Durante sus estudios se centró en los idiomas y estudió latín, francés y alemán. Sin embargo, se sintió atraída por la naturaleza de las matemáticas, donde las cosas son verdaderas o falsas. «No me gustaban las asignaturas que eran más descriptivas y en las que cabían diversas opiniones. No entendía por qué había siempre una respuesta correcta y qué la justificaba», explicó. «En cambio, en las matemáticas y las ciencias, cuando una cosa es cierta, es cierta y no hay vuelta de hoja.» Estudió química orgánica en la Universidad de Auckland. Le apasionaba inventar y crear compuestos en el laboratorio. Su atracción hacia la química medicinal surgió de un experimento en el que preparó aspirina. «Recuerdo que me pareció algo apasionante eso de que todos los fármacos que tomamos sean simples productos químicos orgánicos elaborados por ingenieros químicos», confesó. Tras doctorarse en la Universidad de Southampton (Reino Unido), la profesora Brimble regresó a su país de origen y empezó a fraguarse una carrera que fue prosperando con el tiempo. Con la excepción de breves paréntesis en Estados Unidos y Australia, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en la Universidad de Auckland, donde llegó a ser catedrática y directora del departamento de Química Orgánica y Medicinal en 1999. En la actualidad, su trabajo se centra en intentar recrear en el laboratorio algunas de las moléculas complejas («bellísimas») que se hallan en la naturaleza. Las aguas que bañan Nueva Zelanda se ven afectadas con frecuencia por las llamadas mareas rojas o floraciones de algas. Dichas algas producen toxinas de gran complejidad y, cuando las algas son consumidas por los moluscos, esas toxinas penetran en la cadena alimentaria. Si alguien tiene la mala fortuna de comer moluscos infectados, puede acabar padeciendo diarrea, amnesia e incluso parálisis, según la toxina de la que se trate. Sintetizar estas moléculas en el laboratorio es un proceso lento que la profesora Brimble califica de «ajedrez molecular», ya que requiere una estrategia compleja. Mediante el estudio de cómo se relacionan estas moléculas con los receptores de nuestro cerebro, los científicos obtienen la información necesaria para elaborar fármacos que podrían anular los efectos de la toxina. Además, algunas de esas toxinas contienen compuestos del plomo que se podrían transformar en medicamentos para tratar enfermedades cardiovasculares, diversos tipos de cáncer y úlceras estomacales. La profesora Brimble también se alegra cuando ve que sus compuestos químicos encuentran una aplicación clínica. Desde 2001 es también directora de Química Medicinal de Neuren Pharmaceuticals, donde se han hecho ensayos clínicos de dos compuestos suyos para tratar las lesiones cerebrales traumáticas y la enfermedad de Parkinson. Además, desempeñó un papel decisivo en la creación de una licenciatura en química medicinal, que enseña a los alumnos los conocimientos necesarios para comprender el proceso de desarrollo comercial de los compuestos químicos. El currículum de dicha licenciatura incluye, aparte de biología, genética y química orgánica, propiedad intelectual, idoneidad de las prácticas de fabricación, ética y normativas. Según la profesora Brimble, estos estudios gozan de gran popularidad. Con respecto a la colaboración internacional, la profesora Brimble siempre ha conservado fuertes lazos con el Reino Unido, ya que Nueva Zelanda, como miembro del Commonwealth, tiende a fijarse más en Inglaterra que en Estados Unidos. «Por algo tenemos en nuestra bandera la bandera de Gran Bretaña», señaló. Ahora que se ha informado sobre el 7PM en Bruselas se propone ampliar sus contactos en Europa, si bien recalca que establecer contactos lleva tiempo. Mientras, apunta, «la comunidad científica de la región de Asia y el Pacífico se está moviendo a un ritmo trepidante y hay un espíritu muy favorable a entablar colaboraciones». De cara al futuro, la profesora Brimble tiene muy claras sus aspiraciones: se propone averiguar más acerca de las toxinas de moluscos y comprobar si se pueden convertir en algo que actúe como agente neuroprotector y haga posible la supervivencia de las células nerviosas. «Es muy ambicioso, pero cuento con el apoyo de farmacólogos de la universidad que me van a ayudar», aseguró.

Países

Nueva Zelanda

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