Unidos en la diversidad
«Unidos en la diversidad» es el lema de la Unión Europea actual, que pretende defender valores comunes como la libertad, la paz y la solidaridad en una Unión formada por diversas culturas y lenguas. ¿Pero en qué medida está cumpliendo la UE este reto? LANMOB, proyecto financiado por la UE y ya finalizado, estudió el papel desempeñado por la UE en la protección y la promoción de la diversidad lingüística, sobre todo de las lenguas minoritarias regionales y las de las minorías de inmigrantes. En Europa se habla tan sólo un 3% de las lenguas habladas en el mundo, de modo que se trata de uno de los continentes más homogéneos desde el punto de vista lingüístico. Por ello quizá resulte sorprendente oír que en la UE hay más de 50 lenguas regionales o minoritarias que suman 50 millones de hablantes. Si uno mira más allá de las fronteras actuales de la UE, esa cifra aumenta considerablemente. Se calcula que en la totalidad del continente europeo se hablan 150 lenguas regionales o minoritarias. El proyecto LANMOB, financiado por el Quinto Programa Marco (5PM), estudió la historia y la situación actual de las lenguas minoritarias habladas en cinco países europeos: Alemania, Francia, España, Italia y Reino Unido. «Observamos que la situación de las lenguas minoritarias varía enormemente de un país a otro», declaró la profesora Giovanna Campani a CORDIS Noticias. Son muchos los factores que determinan esa situación, entre ellos las consideraciones históricas y políticas de cada país; las circunstancias demográficas y geográficas de los hablantes y si la lengua en cuestión cuenta con una tradición escrita o eminentemente oral. Los gobiernos de cada país intentaron imponer, desde los siglos XVIII y XIX, una homogeneidad cultural y lingüística a fin de afianzar su «proyecto de nación-estado», pero por debajo de esa fachada subsistió una rica diversidad cultural y lingüística. En Cataluña, la clase alta siguió hablando y escribiendo el catalán. En Escocia, por su parte, los jueces del tribunal superior siguieron pronunciando sus fallos en escocés. No fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando se empezó a debatir sobre la importancia de estas lenguas. «En los últimos quince o veinte años la tendencia ha sido reconocer la lenguas minoritarias regionales», explicó la profesora Campani. Todos los países estudiados en el proyecto han implantado políticas que protegen estas lenguas. En Italia se aprobó una nueva ley en 1999 que protege doce de sus quince lenguas regionales, si bien se pasó por alto otras lenguas de minorías como la gitana. No obstante, la cuestión de la enseñanza de estas lenguas ha resultado más polémica. Mientras que los partidarios de su enseñanza argumentan que es necesaria para conservarlas y mostrar respeto por la cultura local, «hay quienes son contrarios al bilingüismo en general en los primeros tres años de enseñanza», explica la profesora Campani. Además, los opositores argumentan que con frecuencia las lenguas vernáculas no están homogeneizadas (cosa que complica programar su enseñanza), tienen una utilidad práctica cuestionable (ya que la mayoría tiene un número reducido de hablantes y carece de un corpus de publicaciones importante) y que los planes de estudios y los presupuestos de la escuela pública ya están demasiado extendidos. Este tema, además, conduce a discusiones aún más polémicas relativas a la autonomía de las regiones. «Así pues, las políticas de cada país difieren radicalmente entre sí», afirmó la profesora Campani. Las diferencias que se observan en el criterio para proteger unas lenguas y otras pueden atribuirse a la falta de una política o definición comunitaria global sobre qué constituye una minoría o una lengua minoritaria, aparte de a los factores ya descritos. En 1992 se redactó la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias, tratado internacional supervisado por el Consejo de Europa y adoptado por muchos Estados miembros de la UE. En ese documento se definen esas lenguas como las «utilizadas tradicionalmente por parte de la población de un Estado y que no son dialectos de lenguas oficiales del Estado, lenguas de inmigrantes ni lenguas creadas artificialmente». «Esta Carta sólo tiene en cuenta lenguas regionales y excluye las lenguas de grupos de inmigrantes, que carecen de reconocimiento oficial de ninguna clase», señaló la profesora Campani. En los países estudiados por el proyecto no se hallaron declaraciones expresas sobre los derechos de los inmigrantes a conservar su lengua. En su mayoría, las medidas que pretenden proteger las lenguas de minorías inmigrantes se ha implantado como parte de un planteamiento general de promoción de la educación intercultural en las escuelas. Sin embargo, muchas de dichas medidas han implicado convenios bilaterales con los países de origen, lo cual indica que las lenguas en cuestión no se consideran patrimonio cultural ni lingüístico de los países de acogida. Dado lo reducido de las oportunidades que tienen a su alcance, la supervivencia de las lenguas de inmigrantes depende primordialmente del grado de organización de sus comunidades, de si cuentan con sus propios periódicos y medios de comunicación en general, explicó la profesora Campani. También opina que, de cara al futuro de la Unión Europea, es importante reconocer y proteger todas las lenguas minoritarias. «El surgimiento de los estados-naciones es reciente. En el Renacimiento, por ejemplo, era bastante común hablar varios idiomas», aseguró la profesora Campani a CORDIS Noticias. «Los estados-naciones han supuesto la represión de las lenguas minoritarias, pero se debe reconocer ese patrimonio cultural como parte de la UE. ' La profesora Campani piensa que dar rienda suelta a la energía cultural de las minorías y sus lenguas facilitaría el proceso de construcción de una Unión más fuerte que, según dijo, puede resultar complicado por la protección que ejercen los Estados miembros de sus propios intereses. Tampoco se debe dejar de lado las lenguas de los inmigrantes, aunque resulte más polémico, «porque es importante considerar a los inmigrantes no meramente como herramientas de la economía, sino como recursos culturales. En este mundo globalizado, es indispensable desarrollar todos los recursos culturales posibles.» En sus recomendaciones, el consorcio del proyecto hace un llamamiento a la creación de una agencia oficial común a la que se puedan dirigir las minorías; el aumento de la inversión en educación y recursos mediáticos para sus lenguas; y un mayor reconocimiento de la importancia de las lenguas de los inmigrantes por parte de la UE. Desde que finalizó el proyecto en 2005, los políticos y los legisladores de la UE se han ocupado de la diversidad lingüística. En su plan de acción de 2005 sobre el multilingüismo, la Comisión declaraba que la enseñanza de las lenguas regionales y minoritarias también debería considerarse adecuada en las políticas lingüísticas de cada Estado, como también las oportunidades para que los inmigrantes aprendan el idioma del país de acogida (y la enseñanza de las lenguas de los inmigrantes). En 2007 se espera que el nuevo Programa Lifelong Learning suministre fondos para proyectos que traten sobre todas las lenguas de la UE, incluidas las lenguas regionales y minoritarias.
Países
Alemania, España, Francia, Italia, Reino Unido