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¿Dónde va el carbono?

Durante el mes de abril se está llevando a cabo en el suroeste de Francia un experimento enorme, financiado por la UE, cuyo objetivo es aumentar nuestros conocimientos acerca de la cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera que absorben los ecosistemas terrestres de Europa...

Durante el mes de abril se está llevando a cabo en el suroeste de Francia un experimento enorme, financiado por la UE, cuyo objetivo es aumentar nuestros conocimientos acerca de la cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera que absorben los ecosistemas terrestres de Europa. Para que la humanidad logre combatir el cambio climático, es vital saber qué emite CO2 hacia la atmósfera y qué lo elimina de ella. En la fotosíntesis, las plantas absorben CO2 y también lo emiten, como los humanos al respirar. Las plantas y otros organismos fotosintetizadores terrestres absorben aproximadamente un tercio de las emisiones de CO2 generadas por el uso de combustibles fósiles, de forma que ralentizan el cambio climático. No obstante, está por saber qué tipos de vegetación absorben más CO2 y cómo reaccionarán esas plantas al cambio climático. Esta cuestión reviste importancia política, ya que el Protocolo de Kyoto permite a los signatarios incluir en sus balances de emisiones los sumideros de carbono que existen en la biosfera terrestre. El proyecto CarboEurope, que está financiado por el Sexto Programa Marco de la UE, se propone comprender y cuantificar el papel desempeñado por los ecosistemas terrestres de Europa en lo que se refiere a contrarrestar las emisiones de carbono del continente. «Tratamos de entender la variabilidad y la vulnerabilidad del balance de emisiones de carbono», dijo a CORDIS Noticias el profesor Han Dolman de la Universidad Libre de Amsterdam. Una de las dificultades de crear mapas de gran escala que indiquen dónde se emite y se absorbe el carbono radica en que se fundamentan en la suposición de que una medición de la concentración de CO2 es representativa de una zona extensa. Sin embargo, la investigación ha demostrado que, en realidad, la concentración de CO2 puede variar enormemente de unas zonas relativamente pequeñas a otras. Aquí es donde entra en escena el experimento actual. Un equipo de investigadores dirigido por Han Dolman está cartografiando con detalle el flujo de CO2 de una zona de 300 km por 300 km de la región de Burdeos (Francia). Posteriormente emplearán esta información para observar cómo aumentar la escala de mediciones para introducirlas en modelos de mayor escala. El experimento abarca el bosque de «Les Landes», una amplia zona agrícola y la ciudad de Burdeos. Se delimitó así por tratarse de un territorio relativamente homogéneo, por la presencia del océano, la existencia de bases de datos previas y la experiencia de modelación con la que ya contaba uno de los socios del proyecto, el Centro Francés de Investigación Meteorológica, situado en Toulouse. El personal científico realizará mediciones a nivel del suelo, desde lo alto de torres altas y también desde globos y aeroplanos a fin de observar el modo en que distintos tipos de vegetación de la zona influyen en el flujo de CO2, y registrar otros factores como la velocidad del viento, la temperatura y la humedad en distintas ubicaciones. Un experimento anterior realizado en 2005 en la misma zona demostró que las concentraciones de CO2 pueden variar en 10 ó 20 partes por millón entre dos puntos separados por 200 km. Los investigadores dejarán instalados parte de sus instrumentos hasta septiembre, cuando se efectuará un segundo experimento a gran escala que pretende estudiar los cambios del flujo de carbono en un periodo de varios meses. Con respecto a las repercusiones del cambio climático en el flujo de CO2 del continente, el profesor Dolman apunta que los investigadores tuvieron una buena oportunidad para estudiar esta cuestión durante la ola de calor que golpeó a Europa el verano de 2003. Los estudios mostraron que, a medida que aumentó la temperatura, subieron también los niveles atmosféricos de carbono, ya que las plantas se cerraron y dejaron de absorber CO2. «Si continúa el calentamiento y provoca un aumento de emisiones de la biosfera, estaremos metidos en una espiral de empeoramiento mutuo muy peliaguda», advierte el profesor Dolman.

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Francia

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