Se necesita más investigación sobre los efectos de los campos electromagnéticos en la salud, según expertos
Se necesita llevar a cabo más investigación a fin de determinar los efectos que tienen en la salud los campos electromagnéticos, especialmente a largo plazo, según el último dictamen publicado por el «Comité científico de los riesgos sanitarios emergentes y recientemente identificados» (CCRSERI). Los campos electromagnéticos son emitidos por diversos aparatos, como el tendido eléctrico, los electrodomésticos, los teléfonos móviles, las pantallas de imagen y ciertos instrumentos de diagnóstico. La exposición a campos intensos puede tener repercusiones en la salud: en frecuencias inferiores a 100 kHz, mediante la estimulación de las células nerviosas y musculares debida a corrientes inducidas; en frecuencias superiores el principal mecanismo es el calentamiento de los tejidos. Las directrices de la Comisión Internacional para la Protección contra las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP) fijan unos límites de exposición que pretenden proteger a la población de tales efectos y que se han incorporado a la legislación europea. No obstante, se sabe poco acerca de los riesgos para la salud asociados a niveles de exposición bajos o prolongados. Este dictamen está precedido por otro dictamen sobre el mismo tema que data de 2001. Desde entonces se han investigado ampliamente los campos de radiofrecuencia, que proceden de los teléfonos móviles. «Los indicios epidemiológicos de los que se dispone indican que el uso de teléfonos móviles durante menos de diez años no aumenta el riesgo de sufrir tumores cerebrales ni neuromas acústicos», afirman los autores. Se dispone de pocos indicios de que el riesgo de tumor cerebral sea mayor en los usuarios de larga duración, si bien hay datos que apuntarían a una asociación entre el uso de larga duración y el neuroma acústico. Los autores recomiendan que se haga un estudio de cohortes de larga duración para averiguar más acerca de los efectos a largo plazo del uso de teléfonos móviles, así como un estudio donde se usen dosímetros personales para medir con precisión la exposición individual a campos de radiofrecuencia. Los niños podrían ser más sensibles a los campos de radiofrecuencia, ya que su cerebro está desarrollándose. No obstante, no se han hecho estudios sobre niños, por lo que se necesita de forma urgente investigar esta cuestión, según el informe. Algunas fuentes de campos de frecuencia intermedia son los dispositivos antirrobo de las tiendas y los lectores de tarjetas. Los datos de los que se dispone sobre estos campos son muy escasos. «Es importante analizar y evaluar adecuadamente los posibles efectos para la salud que implica la exposición prolongada a campos de frecuencia intermedia, ya que la exposición humana a tales campos está aumentando con la aparición de nuevas tecnologías», afirma el Comité. Los campos de frecuencia extremadamente baja son emitidos por el tendido eléctrico, los electrodomésticos y los motores eléctricos de coches y trenes. En este punto, el CCRSERI confirma que concretamente estos campos magnéticos podrían ser cancerígenos, en vista de su asociación con la leucemia infantil. Sin embargo, apuntan que es necesario investigar más para comprender los mecanismos que rigen dicha asociación. En cuanto a otras enfermedades, señalan que es «improbable» que haya una asociación entre los campos de frecuencia extremadamente baja y el cáncer de mama y las enfermedades cardiovasculares, mientras que sigue siendo «incierta» la relación que existe entre estos campos y las enfermedades neurodegenerativas y los tumores cerebrales. Por último, este grupo se plantea los campos estáticos, emitidos por las pantallas de imagen y ciertas tecnologías de uso médico como la maquinaria de imagen por resonancia magnética. De nuevo, el Comité destaca la acusada falta de datos y recomienda un estudio de cohortes con personal que utilice dicha maquinaria, así como estudios sobre la carcinogenicidad, la genotoxicidad y los efectos neuroconductuales y sobre el desarrollo. Algunas de las lagunas del conocimiento señaladas serán cubiertas por proyectos financiados por la UE que tratarán este tema, y también por datos procedentes de iniciativas de investigación nacionales y del proyecto EMF internacional de la Organización Mundial de la Salud, establecido en 1996. Mientras, la Comisión Europea tendrá en cuenta las recomendaciones de CCRSERI en las actividades que se desarrollarán dentro del Séptimo Programa Marco (7PM).