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Se debe fomentar la formación doctoral, según las universidades

La formación de investigadores de primerísimo nivel es esencial para el desarrollo de una base científica fuerte para la economía del conocimiento europea y, por tanto, ésta debe ser una parte esencial de la política europea de investigación y desarrollo (I+D) en los próximos ...

La formación de investigadores de primerísimo nivel es esencial para el desarrollo de una base científica fuerte para la economía del conocimiento europea y, por tanto, ésta debe ser una parte esencial de la política europea de investigación y desarrollo (I+D) en los próximos años. No obstante, debería evitarse un marco reglamentario descendente para los estudios de doctorado que pudiera ser un obstáculo más que servir de ayuda a las universidades para competir a nivel mundial, según el último informe de la Liga de Universidades de Investigación Europeas (LERU). «La investigación en las fronteras del conocimiento en todas las disciplinas constituye una fuente importante de innovación en una sociedad basada en el conocimiento y, por lo tanto, tiene una función crucial que desempeñar en el desarrollo de la vida económica, política y cultural de Europa. Los investigadores altamente formados, y especialmente quienes han finalizado programas de doctorado (PhD) y otros doctorados basados en la investigación, son agentes muy importantes para la creatividad, la innovación, la transferencia de conocimientos y la solución de problemas», indica la LERU en su informe «Los estudios de doctorado en Europa: la excelencia en la formación de investigadores». La LERU cree que para impulsar la investigación y, a su vez, la economía basada en el conocimiento, los estudios de doctorado en Europa debe centrarse en la excelencia. La búsqueda de la excelencia requiere una selección y una evaluación sólidas de los candidatos, su inmersión en un ambiente de investigación fértil y rico, un apoyo administrativo y programático de alta calidad y que las instituciones ejerzan una función fuerte de liderazgo y gestión. Pero, para logar este nivel de excelencia, Europa debe, ante todo, ocuparse del tema de la fragmentación de sus programas de formación doctoral. En el presente en Europa hay más de mil universidades que otorgan títulos de doctorado. En cambio, en EE. UU., hay solamente cuatrocientas instituciones que otorgan esos mismos títulos (PhD). Menos de cien de estas universidades son responsables de otorgar el 80% de títulos de doctorado. La LERU destaca que, debido a esta fragmentación, la energía y los fondos se están dispersando y que, así, sus efectos resultan difusos. También sostiene que, para ser competitivos a nivel internacional, se deben concentrar y focalizar mejor la investigación y la formación de alto nivel. Una de las propuestas es que haya una mejor cooperación entre las instituciones y que se introduzcan iniciativas de redes de programas de doctorado. No obstante, esa mayor concentración no significa necesariamente que haya menos variedad donde elegir. Cada vez resulta más difícil para las universidades cumplir las diferentes funciones que se espera de ellas. Éstas van desde ser proveedoras de enseñanza e investigación a ser «incubadoras» de la innovación. «Por tanto, Europa se beneficiaría si surgiera un espectro más amplio de instituciones que abarcara, por un lado, universidades competitivas a nivel mundial, de vanguardia e intensivas en investigación que funcionaran en las fronteras de la investigación y la educación y, por otro lado, universidades más comprometidas con sus comunidades locales para satisfacer la demanda local de titulaciones, programas de formación, y consultoría y asesoramiento guiadas por el mercado», apunta la LERU. En una reunión celebrada en el mes de mayo pasado, los ministros europeos responsables de la educación superior pidieron la inclusión de los programas de doctorado en las estrategias y las políticas institucionales, así como el desarrollo de salidas profesionales y oportunidades para doctorandos e investigadores en la fase inicial de su carrera profesional. Aunque, en términos generales, la LERU está de acuerdo con las declaraciones de los ministros, desaconseja el planteamiento de un marco reglamentario descendente para la formación doctoral, ya que podría ser un obstáculo más que servir de ayuda a las universidades para competir a nivel mundial. En la formación doctoral se deberían evitar los sistemas de créditos o de homologaciones, y las definiciones de las áreas de estudios, en lo que respecta a la duración, las estructuras organizativas y los criterios de admisión, deben decidirlas las instituciones mismas, puntualiza la LERU. «La regulación de la formación doctoral debe mantenerse en un nivel mínimo. No se debería obstaculizar la competitividad mundial de las universidades europeas para atraer a los estudiantes de doctorado más talentosos implantando regulaciones burocráticas y restrictivas que sus competidores principales no tienen que afrontar. El principio de autonomía institucional supone que las universidades deben ser libres de desarrollar sus propias estrategias, métodos, compromisos y organización de los estudios de doctorado», sostienen los autores del informe. En cambio, la LERU sugiere que los gobiernos incluyan el control de calidad de la formación doctoral en la evaluación regular de las instituciones de investigación que otorgan títulos de doctorado. El control de calidad debería basarse en la calidad de la supervisión, en los altos índices de finalización del doctorado y en el tiempo necesario para finalizarlo, parámetros que indican el éxito de un programa de doctorado, y no en un control burocrático, indica la LERU.

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