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OCDE: se necesitan reformas para construir un sistema de innovación moderno en China

Quizás China no suponga una amenaza inmediata para la competitividad europea en la investigación y el desarrollo, como temen muchos europeos. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) concluye en un estudio nuevo que China tiene un largo camino que r...

Quizás China no suponga una amenaza inmediata para la competitividad europea en la investigación y el desarrollo, como temen muchos europeos. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) concluye en un estudio nuevo que China tiene un largo camino que recorrer para construir un sistema nacional de innovación moderno y de alto rendimiento. La inversión en investigación y desarrollo (I+D) ha aumentado anualmente a un ritmo del 19% desde 1995 y alcanzó los 30 millones de dólares (22 millones de euros) en 2005. Esto aupó a este país hasta el sexto puesto a escala mundial en lo referente a inversión en I+D. Sin embargo, gran parte de la inversión se ha dedicado al sector de la alta tecnología y se ha empleado en modernizar maquinaria e instalaciones o en financiar investigación experimental con vistas a productos nuevos, y no tanto en investigación fundamental, que la OCDE describe como «los cimientos de la innovación a largo plazo». Quizá resulte sorprendente leer que, en el futuro, China podría afrontar también una escasez de mano de obra cualificada en la ciencia y la tecnología. China cuenta con más trabajadores en la I+D que ningún otro país, excepto los EE. UU., pero la cifra de licenciados nuevos de carreras de ciencias ha descendido en los últimos años. «China debería mejorar la calidad de la educación de ciencias para atraer a más estudiantes, haciendo más hincapié en la iniciativa empresarial y en la capacidad de gestión», señala la OCDE. En efecto, la demanda actual de gestores sobresalientes o de investigadores muy cualificados ya empieza a ser superior a la oferta, se afirma en el documento. Además, la OCDE afirma que sigue siendo baja la capacidad innovadora del sector empresarial chino, a pesar de una serie de reformas implantadas a mediados de la década de los ochenta. «Una mayor reforma del sistema financiero de China, aún dominado por los bancos estatales, beneficiaría a la innovación empresarial», según la OCDE, que añade que la existencia de mercados de capitales más abiertos y eficientes favorecería que hubiera emprendedores que invirtieran en áreas más arriesgadas como la biotecnología. También es necesario prestar más atención a la gobernanza de la política de ciencia e innovación, según la OCDE, que apunta que «la capacidad de China de asignar recursos públicos en apoyo de las prioridades del gobierno ha cumplido una función fundamental a la hora de acortar distancias tecnológicas entre China y el resto del mundo. Sin embargo, el diseño, la gestión y la evaluación de programas podría mejorarse y orientarse más al mercado». La política de ciencia podría beneficiarse también de la existencia de un mecanismo con el que coordinar iniciativas de forma más eficaz entre distintos departamentos del gobierno, así como de unas directrices que eviten el solapamiento de los programas nacionales y regionales. En el documento se sugiere también que resultaría útil crear una agencia independiente que evalúe y haga un seguimiento de la buena marcha de diversos programas. Por último, una mejor protección de los derechos de propiedad intelectual (DPI) animaría a las empresas del país a innovar y, al mismo tiempo, promovería la colaboración de las empresas extranjeras con empresas chinas. China no es miembro de la OCDE, si bien participa como observadora en algunas comisiones de esta organización.

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