¿Qué suponen las nuevas tecnologías para el mercado laboral?
En el momento de diseñar programas de formación para ayudar a la creación de una economía basada en el conocimiento, los responsables políticos no deberían centrarse únicamente en trabajadores altamente cualificados. Si se pretende mantener el desempleo al mínimo, también deben contemplarse estrategias para aumentar la empleabilidad de trabajadores pocos cualificados, según un estudio realizado por la Evaluación de Opciones Científicas y Tecnológicas (STOA) del Parlamento Europeo. El estudio, desarrollado por equipos de Bélgica, Dinamarca, Alemania, Países Bajos y Reino Unido, evaluó las «Interacciones entre las nuevas tecnologías y el mercado laboral, la flexiguridad y la capacitación/formación vocacional». El informe resultante está escrito en el contexto de que las tecnologías de la información se están introduciendo cada vez más en los lugares de trabajo como consecuencia de la actuación de los gobiernos para crear la tan solicitada economía basada en el conocimiento. Sigue la lógica aceptada de que la introducción de innovaciones tecnológicas conduce normalmente a un cambio tanto en los entornos como en los perfiles de trabajo y, por lo tanto, a nuevas demandas de cualificaciones y aptitudes. Sin embargo, las complejidades de los procesos implicados en la creación de una economía basada en el conocimiento significan que los impactos son diferentes según el marco del sector y el marco institucional. «Los programas políticos que fomentan la "empleabilidad" de los trabajadores deberían, por tanto, tener en cuenta una amplia gama de riesgos sociales, así como también deberían ofrecer una gran variedad de posibilidades para integrar a estos trabajadores en los procesos de trabajo», establece el informe del STOA. La primera recomendación política adopta este punto de vista y sugiere que el impacto de las tecnologías en los mercados laborales debería analizarse con detenimiento según la rama, el sector, la organización y el país. «Todavía hay una laguna empírica en las hipótesis teóricas sobre los cambios de organización del trabajo en diferentes sectores», se manifiesta en el documento. Se debería poner fin a este vacío a través de una observación permanente del uso de la tecnología, la división del trabajo y las relaciones laborales en diferentes sectores. La reestructuración de las cadenas globales ha aumentado la presión sobre los mercados y los individuos y ha demandado flexibilidad por parte de las organizaciones y de los individuos por igual. Entre las repercusiones figura una disminución en el empleo durante toda la vida y en la seguridad en el trabajo. Los gobiernos deberían garantizar que aquellos trabajadores que son vulnerables a estas tendencias se tienen en cuenta en los programas y estrategias para aumentar la «empleabilidad», según el informe. También se proponen nuevos instrumentos para ayudar a los trabajadores a adaptarse a los mercados laborales que cambian a gran velocidad, junto con programas de formación para impulsar la reestructuración de organización. En el informe también se indica que la flexiguridad debería entenderse como un concepto que puede desarrollarse según diferentes condiciones de trabajo dentro de cada país. Podría apoyarse mediante cursos de aprendizaje permanente, una mejor organización de las cadenas de conocimiento de las fronteras del sector y la empresa, y nuevos pactos entre el gobierno, los socios sociales y las instituciones de formación. Los autores del informe esperan que el documento anime a lograr un «buen» balance entre la flexiguridad y la seguridad, al mismo tiempo que promueve un debate intensivo y abierto sobre la creación activa de próximos mercados laborales.