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Algunos peces de la Antártida pasan el invierno en estado de hibernación

Científicos del British Antarctic Survey (BAS) han revelado por vez primera que algunas especies de peces de la Antártida pasan el invierno en estado de hibernación. El estudio, publicado en la revista PLoS ONE, halló que el Notothenia coriiceps, una especie de bacalao de la A...

Científicos del British Antarctic Survey (BAS) han revelado por vez primera que algunas especies de peces de la Antártida pasan el invierno en estado de hibernación. El estudio, publicado en la revista PLoS ONE, halló que el Notothenia coriiceps, una especie de bacalao de la Antártida, puede reducir al mínimo la cantidad de energía que gasta y entrar en un estado de letargo para sobrevivir durante los largos y duros inviernos. La hibernación es un estado de inactividad y depresión metabólica de los animales que se caracteriza por una temperatura corporal menor, una respiración más lenta y un ritmo metabólico menor. La hibernación permite conservar la energía, especialmente durante el invierno, cuando el alimento escasea. Muchas especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios hibernan durante un período de varios días o semanas. Sin embargo, hasta ahora no se había encontrado ningún pez que adoptara esta estrategia de supervivencia durante el invierno. Se creía que esto se debía a que la reducción del ritmo metabólico en los peces es directamente proporcional a la disminución de la temperatura del agua. Los peces parecían incapaces de anular su ritmo metabólico independientemente de la temperatura. Para los propósitos del estudio, los investigadores del BAS examinaron los mecanismos metabólicos y de conducta del pez antártico Notothenia coriiceps, un predador omnívoro muy extendido en las aguas costeras antárticas y subantárticas. Se registraron la actividad de nado, la frecuencia cardiaca y el metabolismo mediante dispositivos electrónicos miniaturizados durante un ciclo anual completo, ya que el pez respondía a los flujos físicos y bióticos anuales del Océano Antártico. Los científicos ya sabían que los peces de la Antártida tienen un ritmo metabólico mucho más bajo que otros peces, así como sangre que contiene proteínas «anticongelantes». Esto les permite vivir en aguas casi congeladas. No obstante, esta nueva investigación halló que el ritmo metabólico del N. coriiceps no estaba determinado por la temperatura. Así, los peces pueden disminuir aún más sus procesos metabólicos durante los meses de invierno. A partir de esta extensa serie de datos, junto con mediciones estacionales del crecimiento y la alimentación de peces en libertad, los investigadores pudieron mostrar que el N. coriiceps emplea una estrategia ecológica parecida a la hibernación. Durante los meses de verano los peces pasan una parte considerable de su tiempo buscando alimento, por lo que la tasa de crecimiento es alta. Contrariamente, durante el invierno, pasan mucho de su tiempo de manera sedentaria dentro de un refugio y se produce una bajada neta de la tasa de crecimiento. Durante estos períodos invernales de inactividad, la especie N. coriiceps estudiada mostró una frecuencia cardiaca muy baja, capacidades motoras y sensoriales reducidas, y un ritmo metabólico medio un tercio más bajo que en verano. «La hibernación es una cuestión bastante compleja. En general, los peces son incapaces de anular su ritmo metabólico con independencia de la temperatura. Por tanto, el letargo invernal en peces es, normalmente, directamente proporcional al descenso de la temperatura del agua», explicó el autor principal, el doctor Hamish Campbell, quien trabajaba anteriormente en la Universidad de Birmingham (Reino Unido), pero que ahora se encuentra en la Universidad de Queensland (Australia). «Lo interesante de este bacalao antártico es que su ritmo metabólico se reduce en invierno incluso cuando la temperatura del mar no disminuye mucho. No parece probable que las pequeñas reducciones invernales de la temperatura del mar estén causando la disminución medida en el metabolismo. No obstante, hay grandes cambios estacionales por lo que respecta a la cantidad de luz, ya que hay 24 horas de luz al día en verano y después meses de oscuridad invernal; de modo que la disminución de la luz durante el invierno podría ser la causa de la reducción del ritmo cardiaco», añadió. Los científicos concluyen que la capacidad del N. coriiceps de suprimir procesos fisiológicos que están más allá de los que se considera generalmente como el umbral térmico más extremadamente bajo, sugiere que los peces antárticos «que sobreviven al invierno» pueden albergar más secretos relativos a las células.

Países

Reino Unido

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