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Cómo regulan los mamíferos su temperatura corporal

Investigadores austríacos han realizado descubrimientos sorprendentes que indican de qué forma los mamíferos son capaces de realizar cambios significativos y a gran velocidad en la composición lipídica de sus membranas celulares. El equipo, perteneciente al Instituto de Invest...

Investigadores austríacos han realizado descubrimientos sorprendentes que indican de qué forma los mamíferos son capaces de realizar cambios significativos y a gran velocidad en la composición lipídica de sus membranas celulares. El equipo, perteneciente al Instituto de Investigación de Ecología Silvestre de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria), realizó los descubrimientos tras investigar los cambios en la composición de ácidos grasos de las membranas celulares de marmotas silvestres, unas criaturas parecidas a las ardillas que suelen habitar regiones montañosas. Como las demás criaturas que practican la hibernación, las marmotas alpinas reducen su temperatura corporal hasta acercarse a la temperatura ambiente de su madriguera en invierno. Incluso cuando se interrumpe su hibernación, su temperatura permanece algunos grados por debajo de la normal en verano. Gracias al estudio, sobre el que se ha publicado un artículo en la revista Public Library of Science (PLoS) ONE, se ha descubierto que la cantidad de ácidos grasos poliinsaturados «n-6» (los que poseen un doble enlace final en la posición sexta) aumenta de manera drástica en las membranas antes de comenzar la hibernación, probablemente para preparar al organismo y en concreto al corazón para funcionar a temperaturas muy bajas. El equipo también ha descubierto que, además de este pronunciado aumento, la transición se produce con una rapidez extrema. Además, al comenzar la primavera, el proceso se invierte y los animales vuelven a su temperatura corporal normal. La membrana celular de los animales es una bicapa de fosfolípidos (moléculas de grasa con carga) compuesta por ácidos grasos en diversas cantidades que deben ingerirse mediante la dieta. Se ha demostrado que los ácidos grasos poliinsaturados esenciales son importantes para la resistencia a una serie de enfermedades y para la regulación de los cambios de la temperatura corporal. Además, en los mamíferos no es común la alteración extrema de la temperatura corporal, como ocurre en peces o reptiles, sino que normalmente la mantienen alta y por lo general constante. Los ácidos grasos incorporados en las membranas probablemente procedan del tejido adiposo blanco de las marmotas. No obstante, la recuperación de ácidos grasos de los almacenes de grasa no es aleatoria. Sobre todo se transportan ácidos grasos poliinsaturados n-6, aunque aún no se ha logrado averiguar el mecanismo que rige este proceso. Hasta ahora se pensaba que los mamíferos eran incapaces de alterar las proporciones de ácidos grasos esenciales de sus membranas celulares a no ser que realizaran cambios en su alimentación. Estos descubrimientos reavivan el debate sobre esta cuestión al mostrar que los cambios de la marmota no se pueden atribuir a una influencia dietética inmediata. Durante la hibernación e inmediatamente tras ella las marmotas no son capaces de obtener comida debido a que ésta se encuentra bajo una capa gruesa de nieve. Este estudio sugiere que los animales poseen distintas formas de transportar grupos concretos de ácidos grasos por su organismo, y que dado que la hibernación se produce bajo tierra y en condiciones de aislamiento de señales externas, estos cambios deben estar regulados por un reloj endógeno que forma parte de un ciclo anual. El investigador principal Walter Arnold explicó que estos descubrimientos muestran la escasa probabilidad de que estos mecanismos sean específicos de los animales que hibernan, pues todos los mamíferos, incluso los humanos, reducen la temperatura de su cuerpo hasta cierto punto durante los meses de invierno. «La humilde marmota podría cambiar radicalmente la noción que se posee en la actualidad sobre el metabolismo de los ácidos grasos. La idea de que los cambios en el contenido esencial de ácidos grasos en las membranas sólo son posibles mediante la dieta es a todas luces demasiado simple.» Arnold añadió que «la incidencia de infarto de miocardio en humanos, cuyo aumento está estrechamente relacionado con una proporción mayor de n-6 con respecto a n-3, es máxima a finales del invierno.» El estudio por tanto implica que esta elevada incidencia de infartos podría guardar relación con un pico estacional de la concentración de ácidos grasos poliinsaturados n-6 en el tejido cardiaco.Para más información, consulte: Universidad de Medicina Veterinaria de Viena: http://www.vetmeduni.ac.at/en/

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Austria

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