La «falta de higiene» favorece a los áfidos, según un estudio
Investigadores de Bélgica y Canadá han descubierto que los áfidos pueden incrementar sus probabilidades de supervivencia mediante una estratagema con la que engañan a las avispas. Las avispas Aphidiinae hembras depositan sus huevos en el interior de los áfidos, los cuales mueren cuando crecen las larvas. Un estudio publicado en la revista BMC Evolutionary Biology demuestra que estas diminutas criaturas dejan esparcidos sus caparazones viejos (llamados exuvias) como señuelos para engañar a las avispas parásitas. Según el investigador jefe del estudio, el Dr. Frédéric Muratori de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), hace tiempo que los científicos se sentían confundidos por la aparente «falta de higiene» de los áfidos. «Al dejar las exuvias desperdigadas por su colonia, los áfidos potencian el que las avispas parásitas encuentren la colonia. Y esta conducta se consideraba perjudicial para los áfidos», indicó. Los insectos recurren a las estrategias más variopintas a fin de ocultar sus «firmas químicas» o kairomonas y, así, pasar desapercibidos a los depredadores. Los áfidos emplean sus extremidades traseras para alejar sus excreciones del emplazamiento de la colonia, por lo que sería de esperar que trataran de hacer lo mismo con sus caparazones mudados, que están cubiertos de kairomonas. Pero no lo hacen, y con razón. Los investigadores observaron el comportamiento de áfidos y avispas parásitas en el laboratorio y analizaron su actividad con un programa informático que la registraba (empleando una cámara conectada a un ordenador). Descubrieron que la colonia de áfidos, al estar plagada de exoesqueletos, conseguía engañar a las avispas y hacerlas perder el tiempo explorando los caparazones mudados, lo cual en la práctica limita el daño causado a la población de áfidos. «Observamos que [las avispas hembras] perdían más tiempo en zonas donde había exuvias que en las que sólo había áfidos. Esto indica que bien las hembras no distinguían las exuvias como huéspedes inadecuados o bien necesitaban más tiempo para reconocerlas», explicó el Dr. Muratori. Las avispas atacaban los caparazones abandonados con la misma frecuencia que a los verdaderos artrópodos, aparentemente sin percatarse de que los caparazones eran meros señuelos. El tiempo desperdiciado de esta manera por las avispas es muy valioso para que los áfidos escapen. Esto se debe también a los primeros áfidos que avistan al invasor, ya que segregan una feromona que sirve para alertar de la amenaza a los otros áfidos y les permite huir.
Países
Bélgica, Canadá