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Un estudio germano-hindú reduce las esperanzas de fertilización del océano

La capacidad del Océano Antártico para absorber más cantidad de dióxido de carbono parece ser más limitada de lo que se creía, según los resultados preliminares de un estudio germano-hindú. El propósito del estudio LOHAFEX («loha» en hindi significa hierro, y «FEX deriva de ex...

La capacidad del Océano Antártico para absorber más cantidad de dióxido de carbono parece ser más limitada de lo que se creía, según los resultados preliminares de un estudio germano-hindú. El propósito del estudio LOHAFEX («loha» en hindi significa hierro, y «FEX deriva de experimento de fertilización) era investigar los efectos de la fertilización con hierro en la ecología del Océano Antártico y su capacidad para absorber más cantidad de dióxido de carbono atmosférico. Durante el estudio LOHAFEX, setenta científicos procedentes de siete países pasaron dos meses y medio a bordo del buque oceanográfico Polarstern en la zona de los famosos «cuarenta rugientes», donde con frecuencia se dan fuertes vientos y tormentas, hasta el punto en que a veces los investigadores de la expedición tuvieron que enfrentarse a vientos superiores a los 120 km/h, y el buque tuvo que abandonar en dos ocasiones el área de estudio para evitar las terribles tormentas. A pesar de las condiciones climatológicas, los investigadores lograron llevar a cabo sus experimentos con éxito, lo que supuso fertilizar una zona de trescientos kilómetros cuadrados de océano con seis toneladas de hierro disuelto. La ubicación elegida fue el interior del núcleo de un remolino, una vasta columna giratoria de agua con un área de unos diez mil kilómetros cuadrados. Durante 39 días, los investigadores analizaron los efectos que produjo el hierro añadido tanto sobre el plancton de la zona como sobre el perfil químico del océano. Al principio todo transcurrió como se esperaba: el hierro estimuló el crecimiento del fitoplancton, cuyo volumen se duplicó durante las dos primeras semanas del estudio, pero a continuación intervino el zooplancton (animales diminutos). «El aumento de la presión de depredación por parte de los pequeños crustáceos del zooplancton (copépodos) impidió el posterior aumento de la floración del fitoplancton», explicó el Dr. Wajih Naqvi del Instituto Nacional de Oceanografía de la India (NIO). La acción depredadora del zooplancton contuvo el crecimiento de la población de fitoplancton, lo que impidió que se produjera una mayor captación de CO2. En consecuencia, sólo una pequeña cantidad de carbono abandonó las capas superficiales para quedar almacenada en las profundidades del océano; el resto permaneció en las capas superficiales del mar. Los experimentos anteriores habían deparado resultados totalmente diferentes, con grandes cantidades de carbono penetrando en las profundidades del océano. Así pues, ¿dónde estaba la diferencia? Según los científicos, aquellos experimentos activaron la floración de las diatomeas, un tipo de algas que están protegidas por sílice frente a la depredación del zooplancton. Cuando las diatomeas murieron, se hundieron a gran profundidad. La escasez de ácido silícico (usado por las diatomeas para construir su protección) en el lugar donde se llevó a cabo el experimento LOHAFEX, impidió que las diatomeas pudieran prosperar. El experimento deparó otros resultados inesperados. «Para nuestra sorpresa, la zona fertilizada con hierro atrajo un gran número de predadores del zooplancton, pertenecientes al grupo de crustáceos conocido como anfípodos», explicó el profesor Victor Smetacek del Instituto Alfred Wegener de Investigación Polar y Marina. Los anfípodos miden de dos a tres centímetros de largo, y una de las especies más comunes de anfípodos, el Themisto gaudichaudii, constituye a su vez el alimento principal del calamar y del rorcual común en al Atlántico suroccidental. Hasta ahora se sabe muy poco acerca de esta peculiar especie, a pesar de su importancia para la pesca intensiva del calamar en el Atlántico suroccidental y para la supervivencia del rorcual. A las tres semanas de iniciarse el experimento, los investigadores vertieron más hierro en la zona. Sin embargo, esto no tuvo ningún efecto sobre el fitoplancton, lo que indicaba que la zona ya estaba saturada de hierro. El Polarstern actualmente se encuentra haciendo el camino de vuelta a su puerto de origen de Bremerhaven (Alemania), donde se espera que llegue hacia finales de mayo. Una vez en casa, los científicos se enfrentarán a la descomunal tarea de analizar las numerosas muestras congeladas y conservadas que han recogido durante su épica andadura. Se espera que los resultados completos del experimento sean publicados en revistas y presentados en seminarios hacia fin de año. Los científicos están muy satisfechos con los resultados del viaje. «Ha sido un viaje agotador, con muchos momentos de angustia y de esperanza cuando tratábamos de alcanzar nuestra zona alrededor del remolino que lo engullía todo», comentó el profesor Setacek. «Sin embargo, a pesar del duro trabajo realizado en circunstancias adversas, LOHAFEX ha sido una experiencia apasionante movida por un espíritu aventurero y plagada de incertidumbres, totalmente distinta de otras travesías de carácter científico.» «A pesar de proceder de países diferentes y de contar con bagajes científicos muy diversos, los científicos de LOHAFEX trabajaron para una causa común y convivieron como una gran familia», añadió el Dr. Naqvi. «El experimento sirve por tanto de excelente ejemplo de colaboración internacional interdisciplinaria en las ciencias oceanográficas.» A comienzos de año, el estudio LOHAFEX suscitó una gran controversia, ya que hubo grupos ecologistas que pretendían bloquear el experimento, afirmando que contravenía las leyes internacionales para la protección de los océanos. Tras ser sometido a revisiones científicas independientes en Alemania y otros sitios, se dio luz verde al experimento a finales de enero.

Países

Alemania, India

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