Científicos europeos encuentran una prueba relacionada con la aceleración de los rayos cósmicos
La comunidad de astrónomos reconoce que los rayos cósmicos, núcleos atómicos de alta energía (sobre todo protones) que cruzan el espacio a una velocidad cercana a la de la luz y que alcanzan la atmósfera terrestre, contienen energía suficiente como para causar desperfectos en componentes electrónicos. Un nuevo estudio, publicado en la revista Science, muestra que los rayos cósmicos galácticos surgen de la Vía Láctea, la galaxia en la que se encuentra nuestro Sistema Solar. Los protones, que viajan a la «velocidad máxima» del Universo, han sido acelerados hasta alcanzar energías que superan las generadas por el Gran Colisionador de Hadrones localizado en Suiza y perteneciente al CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear). «Hace mucho que se intuía que los superaceleradores que producen estos rayos cósmicos en la Vía Láctea son las �envolturas en expansión� creadas por las estrellas cuando estallan, pero nuestras observaciones han encontrado una prueba concluyente», explicó la Dra. Eveline Helder, del Instituto Astronómico de la Universidad de Utrecht (Países Bajos), autora principal del estudio. Por su parte, el Dr. Jacco Vink, también perteneciente al Instituto Astronómico de la Universidad de Utrecht, afirmó: «Se podría decir que hemos confirmado el calibre del "arma" utilizada para acelerar los rayos cósmicos hasta la enorme energía que poseen.» Los Dres. Helder y Vink, junto a sus compañeros de investigación, consiguieron determinar si las explosiones estelares generan o no suficientes partículas aceleradas para explicar la cantidad de rayos cósmicos que impactan en la atmósfera terrestre. No sólo se ha confirmado que las partículas aceleradas son componentes principales de este proceso; además, los astrónomos han calculado cuánta energía se extrae del gas durante el estallido estelar e interviene en la aceleración de las partículas. «Cuando una estrella estalla en lo que se denomina una supernova, una gran parte de la energía de este fenómeno se emplea en la aceleración de algunas partículas hasta que alcanzan energías extremadamente altas», indicó la Dra. Helder. «La energía que se utiliza en la aceleración de las partículas va en detrimento del calentamiento del gas, que es mucho más frío que lo que predice la teoría.» Para aclarar este misterio, el equipo investigó el remanente de una estrella que estalló en el año 185 A.C. y que fue registrada por astrónomos chinos. Este remanente, denominado RCW 86, se encuentra a 8.200 años luz en dirección a la constelación de Circinus (el Compás). Se estima que éste es el registro conocido más antiguo del estallido de una estrella. El equipo utilizó el VTL (Very Large Telescope) del Observatorio Europeo Austral (ESO) para medir la temperatura del gas que se encontraba justo detrás de la onda de choque producida por la explosión estelar. Los investigadores también midieron la velocidad de dicha onda mediante imágenes procedentes del Observatorio de Rayos X Chandra de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos (NASA) tomadas con un intervalo de tres años. Según sus cálculos, se movía a velocidades de entre 10 y 30 millones de kilómetros a la hora, respectivamente entre el 1% y el 3% de la velocidad de la luz. También midieron la temperatura del gas, que alcanzó los 30 millones de grados centígrados. Aunque la magnitud del calor es muy elevada en comparación con las temperaturas usuales en la Tierra, el equipo declaró que es mucho menor de lo que esperaban. Debido a la velocidad de la onda de choque, los investigadores dedujeron que el gas debió haberse calentado al menos hasta alcanzar los 500 millones de grados centígrados. «La energía que falta es lo que impulsa a los rayos cósmicos», resumió el Dr. Vink.
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Países Bajos