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La función de los océanos en la alimentación de la población mundial

Una nueva investigación comunitaria muestra que la acuicultura marina (maricultura) puede desempeñar una función clave en el consumo humano durante los años venideros. Los descubrimientos del proyecto SAMI («Síntesis de las interacciones entre la acuicultura y los ecosistemas ...

Una nueva investigación comunitaria muestra que la acuicultura marina (maricultura) puede desempeñar una función clave en el consumo humano durante los años venideros. Los descubrimientos del proyecto SAMI («Síntesis de las interacciones entre la acuicultura y los ecosistemas marinos»), publicados en la revista BioScience, indican que será necesario realizar cambios para aliviar nuestra dependencia de la agricultura terrestre y otras fuentes de alimentos. SAMI percibió cerca de 164.000 euros mediante la actividad transversal «Investigación para el apoyo de políticas» perteneciente al Sexto Programa Marco (6PM) de la UE. Según cálculos de la ONU, el planeta alcanzará los 9.200 millones de habitantes en 2050. Todavía no se sabe cómo se podrá aumentar la producción de alimentos para cubrir la demanda de esta población cada vez mayor. Se ha demostrado mediante estudios que la falta de recursos hídricos y terrestres causan estragos en el sector agrícola y que en la pesca los desembarques han menguado en todo el planeta durante las últimas dos décadas. SAMI investigó de qué forma la maricultura, que constituye el sector de producción alimentaria menos dependiente de la disponibilidad de agua potable, podría sustentar el consumo humano. Las estadísticas muestran que los alimentos marinos suponen únicamente el 2% del total del consumo de alimentos, si bien las producciones primarias marinas y terrestres tienen una magnitud similar. Los socios del proyecto examinaron las posibilidades de que la maricultura se convierta en un sector a tener en cuenta, sobre todo de cara a suplir la demanda creciente de alimentos para consumo humano. El consorcio, dirigido por la Universidad del Sur de Dinamarca, también evaluó los retos y obstáculos que debe superar esta industria. Los investigadores de SAMI indicaron que la maricultura es probablemente nuestro «as en la manga», pese a la recuperación que la comunidad científica espera gracias a las medidas de conservación y los cambios en los patrones de consumo. La producción del sector de la maricultura se ha multiplicado por diez desde finales de la década de los setenta y los expertos en la materia coinciden en que en 2030 será superior a la cantidad de capturas procedentes de la pesca. Sin embargo, los autores del estudio opinan que «su crecimiento continuado dependerá de la adaptación de las técnicas empleadas hoy en día, para que el alimento necesario para la cría de los animales marinos se extraiga de la propia industria y no de fuentes naturales o agrícolas». El equipo de SAMI afirma que dicho objetivo es posible. La solución pasa por la cría de más animales pertenecientes a los eslabones más básicos de la cadena trófica. Las nuevas tecnologías también ayudarían, pues permitirían ampliar los criaderos y ubicarlos mar adentro, indican los investigadores. A pesar de que existe la posibilidad de que se produzcan impactos medioambientales negativos, estos son leves en comparación con los generados por la producción alimentaria terrestre. La maricultura tiene la capacidad de ayudar a resolver estos problemas y surtir efectos positivos en el medio ambiente. «Promocionar el crecimiento de la maricultura es una responsabilidad que atañe a toda la sociedad, y ésta debe estar preparada para enfrentarse a cambios sociales importantes que exigirán una adaptación a la futura evolución de la producción alimentaria: el traspaso de la producción de proteínas animales de la tierra al océano», escriben los autores. «Al mismo tiempo, se deben tomar medidas para recuperar la descendente producción de las piscifactorías, para poder obtener los beneficios obtenidos hasta ahora mediante la pesca de peces en libertad. Estos cambios no se deben dejar en manos de la autorregulación del mercado, pues éste se encuentra distorsionado por subsidios ocultos, como el coste del agua para uso agrícola y los efectos negativos de la agricultura en el medio ambiente. Estos cambios dependen de un liderazgo social y político fundamentado en los mejores análisis prospectivos y conocimientos científicos independientes posibles.» Además, los océanos deberían «ser el centro de la nueva revolución en el suministro alimentario para consumo humano», subrayan los investigadores. Los socios de SAMI proceden de Dinamarca, Grecia, España y Reino Unido.

Países

Dinamarca, Grecia, España, Reino Unido

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