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El sentido crítico de una nariz artificial

¿Es el sentido olfativo algo personal o específico de una cultura? Un grupo de científicos que ha programado un sistema electrónico capaz de predecir si un olor será agradable o desagradable afirma que no. Su estudio, publicado en la revista Public Library of Science (PLoS) Co...

¿Es el sentido olfativo algo personal o específico de una cultura? Un grupo de científicos que ha programado un sistema electrónico capaz de predecir si un olor será agradable o desagradable afirma que no. Su estudio, publicado en la revista Public Library of Science (PLoS) Computational Biology, recibió fondos comunitarios mediante una subvención del Séptimo Programa Marco (7PM) a través del Consejo Europeo de Investigación (CEI). Los resultados podrían dar lugar a nuevos métodos de análisis de olores y control medioambiental. Durante la última década se han realizado grandes avances en la tecnología de las narices artificiales o «narices electrónicas». Estos dispositivos son capaces de detectar y reconocer olores gracias a los sensores químicos que poseen. Uno de los objetivos de esta tecnología es el de informar sobre las cualidades sensoriales de olores nuevos. En este nuevo estudio, investigadores del Instituto Científico Weizmann y del Centro Médico Edith Wolfson (ambos en Israel) aducen que la percepción de lo agradable que puede ser un olor depende por naturaleza de la estructura molecular del compuesto y que las preferencias culturales o personales sólo son patentes en contextos concretos. En la investigación referida los científicos ajustaron una nariz electrónica en función de estimaciones de agrado para los humanos y a continuación utilizaron el dispositivo para predecir si ciertos olores nuevos serían agradables o no. El equipo pidió a un grupo de israelíes que puntuaran una serie de olores en una escala del uno al treinta desde «muy agradable» hasta «muy desagradable». El equipo utilizó los resultados de estas pruebas para desarrollar un algoritmo de calificación del olor que introdujeron en la nariz electrónica. A continuación el equipo utilizó esta nariz para evaluar una serie de olores poco comunes. Para averiguar si lo que interpretaba la nariz electrónica estaba en consonancia con la opinión de los humanos, el equipo solicitó a un segundo grupo de israelíes (que no habían participado en la primera parte del experimento) que puntuara estos nuevos olores. Los científicos descubrieron que las puntuaciones del dispositivo coincidían en un 80% con las dadas por los humanos. La precisión de las puntuaciones dadas por la nariz electrónica superó el 90% en la distinción entre olores categóricamente agradables o desagradables. No obstante, quedaba por dilucidar si la cultura influye en nuestra percepción de un olor agradable. Para averiguarlo, el equipo comparó las predicciones de la nariz electrónica con las opiniones de un grupo de emigrantes etíopes recién llegados a Israel. Los científicos descubrieron que la nariz electrónica fue capaz de predecir las opiniones de los etíopes sobre los nuevos olores, a pesar de que ésta se había configurado ajustándose a las percepciones de los israelíes. Según el equipo, esto sugiere que existe una similitud en la percepción de los olores que traspasa culturas. «La cultura influye en la percepción de lo agradable que pueden ser los olores principalmente en contextos concretos», explicó el profesor Noam Sobel, del Departamento de Neurobiología del Instituto Científico Weizmann. «En este sentido, cabe preguntarse cómo es posible que los franceses disfruten del olor de sus quesos cuando para la mayoría estos olores son bastante repulsivos. Entendemos que los franceses no consideran que el olor en sí sea agradable, sino que es un indicador de la calidad de un queso. Sin embargo, si el mismo olor se presentara fuera de contexto, en un frasco, los franceses probablemente también lo considerarían un olor desagradable. Por eso los franceses no fabrican perfumes con olor a queso.» Los científicos encargados del proyecto afirmaron que las características moleculares de un elemento oloroso estimulan los sensores químicos de la nariz electrónica y activan un patrón electrónico característico, denominado por el equipo «huella olfativa», que caracteriza ese olor concreto. Según los investigadores, la nariz electrónica debe «entrenarse» mediante una base de datos de muestras de referencia. La diferencia entre la nariz electrónica y la humana es que esta última es capaz de reconocer e incluso clasificar un nuevo olor cuya huella no se encuentra almacenada en la base de datos. La innovación lograda por el equipo israelí fue la de programar la nariz electrónica para que predijera si un olor será percibido como agradable, desagradable o neutro. «La singularidad de este método consistió en que, en lugar de programar en el dispositivo olores concretos como "rosa" o "mofeta", introdujeron un eje en la nariz y ésta podía situar cualquier olor nuevo introducido en un punto del eje», explican los investigadores. «Estos descubrimientos sugieren que, a diferencia de la vista y el oído, en el sentido del olfato existe una relación predecible y sistemática entre la estructura que produce el estímulo y lo agradable del estímulo», indican los autores del estudio. «Esto se opone a la opinión extendida de que la preferencia por un olor es subjetiva, puede proporcionar un nuevo método de análisis de olores y control medioambiental y podría también convertirse en una pieza clave de la transmisión digital del olor.»

Países

Israel

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