Recompensas para cumplir con las resoluciones de año nuevo
Termina el año y vuelve el momento en el que es común plantearse resoluciones renovadas para el año nuevo como perder peso o dejar de fumar para las cuales se busca el apoyo familiar. Muchos son los que confían en incentivos para cumplir con sus resoluciones pero según se indica en un estudio realizado en el Reino Unido y dirigido por el Instituto de Psiquiatría del Kings College de Londres (Reino Unido) las recompensas por modificar comportamientos relacionados con la salud sólo son aceptables si funcionan. Los investigadores al cargo del estudio, pertenecientes al Centro de Estudio de los Incentivos para la Salud (CSI Health) del Instituto de Psiquiatría del Kings College de Londres, obtuvieron la opinión de 600 personas con respecto al empleo de incentivos para dejar de fumar o perder peso. Descubrieron que existe una predisposición a pasar por alto el desagrado que provocan los métodos incentivados en función de la efectividad del programa, en otras palabras, se está dispuesto a «pagarlos si funcionan». No obstante, no todos los incentivos poseen la misma consideración y la propensión a aceptar su uso depende del tipo de recompensa ofrecida. Los vales intercambiables por vegetales beneficiosos para la salud se aceptaron mejor que el dinero en efectivo o los objetos de lujo. En términos generales, el empleo de incentivos era más aceptable si se utilizaba para fomentar la pérdida de peso que para dejar de fumar. En opinión de los investigadores, este hecho podría interpretarse como un reflejo de las connotaciones morales de ambos comportamientos. La Dra. Marianne Promberger, del Kings College de Londres y autora principal del estudio, afirmó: «La mayoría de los participantes en nuestro estudio convenían en aceptar incentivos siempre que éstos se demostraran efectivos. Los menos no aceptaron incentivos ni aunque se considerasen incluso cuatro veces más efectivos que un tratamiento estándar. También se detectó una oposición intensa aunque minoritaria a los incentivos, razón por la que hemos puesto en marcha un trabajo destinado a esclarecer las causas que subyacen a esta opinión.» Según se registra en el estudio, «la aceptabilidad de los incentivos económicos aumenta en función de su efectividad. Incluso un incremento de la efectividad tan sutil como del 10 % al 11 % aumentó la proporción de aquellos que se decantan por los incentivos de un 46 % a un 55 %. Los vales canjeables por vegetales se demostraron más aceptables que el dinero en efectivo o los objetos de lujo (con una diferencia cercana al 20 %) y los incentivos ideados para perder peso fueron más aceptables que los destinados a dejar el tabaco (60 % frente a un 40 %).» La profesora Theresa Marteau, coautora del estudio y directora del CSI Health del Kings College de Londres, declaró: «El estudio trató sobre la aceptabilidad ciudadana de los incentivos destinados a mejorar la salud. Los niveles de efectividad utilizados fueron hipotéticos y por tanto es necesario contar con un corpus de indicios mejor sobre la efectividad de este tipo de intervenciones, sobre todo en lo referente al largo plazo.» El desagrado general por el sistema de incentivos podría resultar un reflejo de las ideas sobre justicia y equidad. Los resultados de este estudio muestran de manera explícita que es posible aparcar temporalmente estas convicciones para aprovechar al máximo los beneficios que ofrecen para la salud y dar con la solución más rentable para todos. Los investigadores sugirieron que los tratamientos basados en incentivos que se demuestren efectivos se deben poner en conocimiento de la sociedad para ampliar la aceptabilidad de su empleo.Para más información, consulte: Social Science & Medicine: http://www.sciencedirect.com/science/journal/02779536 King's College de Londres: http://www.kcl.ac.uk
Países
Reino Unido