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Fármacos curativos a partir de venenos mortales

La reacción más normal al encontrarse con un escorpión, una serpiente venenosa, una medusa o una tarántula es la de alejarse a toda prisa, muy distinta a la de un equipo de científicos que está investigando su veneno, por el que estas criaturas resultan en extremo valiosas. ...

La reacción más normal al encontrarse con un escorpión, una serpiente venenosa, una medusa o una tarántula es la de alejarse a toda prisa, muy distinta a la de un equipo de científicos que está investigando su veneno, por el que estas criaturas resultan en extremo valiosas. En el proyecto VENOMICS («High-throughput peptidomics and transcriptomics of animal venoms for discovery of novel therapeutic peptides and innovative drug development») extraen su veneno, examinan su composición y ensayan su utilidad para la práctica médica. Existen más de cien mil especies de animales ponzoñosos, cada uno con un veneno compuesto por un combinado de hasta mil moléculas tóxicas, la mayoría de ellas en forma de miniproteínas denominadas péptidos. Hasta ahora se han identificado cerca de dos mil de estas proteínas venenosas, pero el proyecto VENOMICS añadirá otras diez mil a la lista. Los venenos suelen contener neurotoxinas que atacan el sistema nervioso de la presa. Por ejemplo, las cardiotoxinas influyen en la función cardíaca, y las hemotoxinas en las células sanguíneas y en su transporte. Aunque mortales en potencia, cada toxina por separado y en dosis más comedidas podría servir, según indicó el equipo de VENOMICS, para el tratamiento de las cardiopatías, el dolor, el cáncer y la diabetes, entre otras afecciones, e incluso llegar a salvar vidas. El factor innovador de esta iniciativa radica en su capacidad para trabajar con una gran cantidad de miniproteínas. La práctica común hasta ahora había sido la de realizar pruebas con extractos de veneno para comprobar si poseían la capacidad de modificar un proceso biológico. Los venenos clasificados como «interesantes» en esta fase se analizaban con mayor detalle para el estudio de sus componentes. A su vez, cada componente se comprobaba de nuevo para evaluar su actividad antes de proseguir con análisis ulteriores hasta que cada molécula bioactiva quedaba identificada y purificada y su estructura descrita. A pesar de su efectividad, este plan de trabajo adolece de cierta lentitud y no resulta útil para las investigaciones sobre venenos realizadas a gran escala. Los investigadores al cargo de este estudio nuevo utilizan técnicas de secuenciación de ADN para construir un banco con diez mil miniproteínas que sirva para su posterior replicación a través de bacterias. Las moléculas obtenidas se purificarán y su actividad se evaluará en condiciones in vitro. De esta forma será posible deliberar en qué condiciones adquiere bioactividad una molécula determinada. El equipo trabajará en una gran cantidad de miniproteínas a la vez en lugar de dedicar esfuerzos a cada una por separado, una estrategia que acelerará el proceso. Existe constancia de la posibilidad de convertir una toxina venenosa en un fármaco, pero el estudio referido ahondará aún más en esta técnica. Por ejemplo, el captopril, una molécula derivada del veneno de una víbora del Brasil, se emplea para tratar la hipertensión y produce un volumen de ventas de al menos mil millones de dólares anuales. Existen otros dos fármacos creados a partir de veneno de serpiente que se emplean en el tratamiento del infarto de miocardio, y el veneno de un animal perteneciente al género conus puede emplearse para aliviar los dolores persistentes. Un fármaco comercializado recientemente y derivado de veneno se fabrica a partir de la saliva del monstruo de Gila y se emplea para tratar la diabetes de tipo II. La buena marcha del proyecto permitirá obtener una amplia gama de candidatos a fármaco, que el equipo de VENOMICS realice las labores de desarrollo farmacológico y generar oportunidades de licenciación a empresas farmacéuticas. La coordinación del proyecto recae sobre VenomeTech, una empresa pequeña de Francia especializada en el descubrimiento de fármacos basados en venenos, y en él participan pequeñas y medianas empresas (PYME) y universidades de Francia, Bélgica, Dinamarca, España y Portugal. Los socios el proyecto recibieron casi 6 millones de euros de financiación en virtud del tema «Salud» del Séptimo Programa Marco (7PM) de la UE.Para más información, consulte: VENOMICS http://www.venomics.eu/ Ficha informativa del proyecto

Países

Bélgica, Alemania, España, Francia, Portugal

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