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La nutrición infantil y su influencia sobre la salud durante el resto de la vida

Una investigación financiada con fondos europeos ha desvelado que la nutrición antes del parto y durante los primeros años de vida podría influir en la propensión a la obesidad, la diabetes, las cardiopatías, la enfermedad pulmonar crónica, las funciones cognitivas y el compor...

Una investigación financiada con fondos europeos ha desvelado que la nutrición antes del parto y durante los primeros años de vida podría influir en la propensión a la obesidad, la diabetes, las cardiopatías, la enfermedad pulmonar crónica, las funciones cognitivas y el comportamiento durante el resto de la vida. Los descubrimientos realizados por el proyecto EARNEST («Early nutrition programming») ya se han transformado en consejos prácticos que podrían influir positivamente en la salud de la nueva generación de europeos. El proyecto financiado con fondos europeos EARNEST, coordinado por el profesor Berthold Koletzko de la Ludwig Maximilians-Universität (LMU), reunió a un equipo internacional de científicos para dar con los factores fundamentales de la «programación nutricional temprana». El estudio del proyecto incluyó a más de mil niños en cinco países europeos desde su nacimiento hasta los dos años de edad, con varias revisiones posteriores. De esta forma trataron de averiguar los efectos de la alimentación infantil en la obesidad durante una etapa posterior de la vida. Los resultados obtenidos hasta la fecha muestran que los niños alimentados con leche artificial baja en proteínas (con un contenido de proteínas similar al de la composición de la leche materna) pesaban bastante menos al cumplir dos años que aquellos alimentados con una leche de contenido proteínico mayor y que su peso era similar a los niños alimentados con leche materna. Las diferencias surgen a partir de los seis meses de edad y se mantienen incluso tras finalizar la intervención y adoptar dietas similares. De hecho, esta diferencia en el crecimiento inicial permite predecir una reducción de hasta el trece por ciento en la obesidad a los catorce, quince y dieciséis años. Una técnica nueva y muy sofisticada aplicada en el Hospital Infantil Hauner de la Universidad de Múnich permite medir un perfil de más de doscientos metabolitos a partir de una gota de la sangre de un niño. Ésta capacita a los investigadores para entender cómo influye la alimentación infantil con distintos niveles de proteínas en las rutas metabólicas que modulan el crecimiento y la salud de los niños. Varios «programadores positivos», como por ejemplo la leche materna, aportaron información abundante. Este tipo de leche influye en la salud futura del niño a través de sus nutrientes, pero también es posible que lo haga mediante sus componentes no nutritivos. La investigación sirvió para señalar una vez más los efectos protectores de la lactancia contra la obesidad, sobre todo por el bajo contenido en proteínas de la leche materna en comparación con la leche artificial. Así pues, una reducción en el contenido de proteínas de la leche artificial hasta niveles similares a la materna podría aportar este efecto protector en los niños amamantados con biberón. Otro «programador positivo», la dieta mediterránea o saludable, ofrece cierta protección contra un parto prematuro, la preeclampsia y la depresión postnatal, además de mejorar el sistema inmunitario de los bebés y su cociente intelectual a los cinco años de edad. En el caso del pescado son los ácidos grasos de cadena larga omega 3 los que aportan los beneficios. Sin embargo, aún no se ha podido identificar un efecto específico de los folatos que contienen los vegetales. La «programación» también presenta una cara negativa. Los factores ambientales como el consumo de tabaco por parte de la madre, la contaminación ambiental y los descriptores endocrinos pueden ejercer como «programadores negativos» y perjudicar la salud de la madre y el bebé. El proyecto EARNEST también estudió los «efectos del sexo en la programación». Por ejemplo, en uno de los ensayos del proyecto, los efectos de la nutrición inicial en el rendimiento cognitivo posterior eran diferentes en niños y niñas prematuros, con siendo más acusados en niños. Además, los efectos de la nutrición infantil en el factor de crecimiento similar a la insulina de tipo I (IGF-1) eran muy distintos en niños y niñas. «Esta investigación posee un potencial enorme para mejorar la salud y el bienestar de las generaciones futuras, reducir costes en la asistencia sanitaria y la atención social y mejorar la productividad y la riqueza de las sociedades», afirmó el profesor Berthold Koletzko de la Universidad de Múnich, coordinador de EARNEST. De hecho, uno de los grandes logros del proyecto EARNEST ha sido convertir resultados científicos sólidos en aplicaciones prácticas. Por ejemplo, los socios del proyecto han colaborado en la redacción de recomendaciones basadas en indicios dedicadas a la ingesta de grasas durante el embarazo, la lactancia y la infancia. En el marco de esta colaboración europea también se ha estudiado qué motiva las decisiones paternas sobre nutrición y estilo de vida y qué información se suministra a los padres a través de publicaciones editadas, por ejemplo, por organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y organismos científicos. Aún así, aún caben nuevos descubrimientos en este campo, razón por la cual el profesor Koletzko se siente «como un alpinista que ha alcanzado una cima y descubre que esta ocultaba otra aún más alta. Hay que seguir investigando para comprender los efectos negativos de los factores medioambientales a largo plazo y hasta qué punto puede una madre proteger a su hijo de ellos».Para más información, consulte: EARNEST http://www.metabolic-programming.org

Países

Alemania

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