Las mujeres migrantes fueron fundamentales para la próspera Turín de los inicios de la época moderna
Las mujeres fueron fundamentales para la floreciente ciudad de Turín, capital del ducado de Saboya en Italia, en los siglos XVIII y XIX, según muestra una investigación financiada con fondos europeos de la Universidad de Cambridge. Sus dotes, a menudo, servían para pagar la primera mudanza y los costes de instalarse. Mujeres solteras y casadas encontraron trabajo en los florecientes sectores de servicios, manufacturero y artesanal, según revela el proyecto FemEcoMig. Según explica Beatrice Zucca Micheletto, becaria de investigación que recibió apoyo del programa Marie Skłodowska-Curie: «Mi investigación muestra que las mujeres no se limitaron a seguir a los varones migrantes, sino que fueron agentes proactivos. Durante mucho tiempo, la literatura académica tendió a describir a las mujeres migrantes que se trasladaron con sus maridos, padres o hermanos como seguidoras, que llevaban a cabo trabajos serviles como amas de casa o cuidadoras de su propio hogar o los miembros de sus familias». Sin embargo, Zucca Micheletto mejoró la compresión del papel que desempeñaron las mujeres en el asentamiento en Turín examinando censos de población, documentos judiciales y escrituras notariales de 1705 a 1858. La investigadora se basó en su participación en el Grupo de Cambridge para la historia de la población y la estructura social. Las pruebas mostraron que Turín atrajo unos elevados índices de migración tanto de mujeres como de varones incluso antes de la industrialización y que esto llevó a la explosión de las ciudades del siglo XIX. «Esta elevada migración tuvo lugar a pesar de los períodos de crisis social y económica, la guerra y la anexión napoleónica», explica Zucca Micheletto. La investigación enriquece la comprensión de los historiadores sobre las empleadas domésticas en el mercado laboral turinés. El economista húngaro-británico John Hajnal y el historiador británico Peter Laslett sostenían que la servidumbre fue un aspecto fundamental de las pautas matrimoniales de Europa occidental. A partir del siglo XVI, las mujeres se casaban más tarde en partes de Europa: los chicos y chicas adolescentes empezaban como sirvientes y acumulaban dinero hasta una edad bastante avanzada, con miras a su futura boda. Sin embargo, la investigación de FemEcoMig mostró que las sirvientas extranjeras en Turín abarcaban todas las edades, distintos momentos de la vida y que eran tanto solteras como casadas. Además de trabajar extensamente en el sector servicios como sirvientas, camareras, doncellas e institutrices, las migrantes también entraron en el sector artesanal y manufacturero. Hilaban y tejían seda, hacían encajes, cintas y apliques, cosían y tejían en sus hogares y también trabajaban en talleres y las primeras fábricas. Algunas eran zapateras y remendonas. En el siglo XIX, un número cada vez mayor de ellas se incorporaron a la industria tabacalera. FemEcoMig estudió también el proceso de quinientos migrantes que se nacionalizaron y pasaron a ser sujetos del Ducado en el siglo XVIII. Pocos extranjeros se nacionalizaron. Nacionalizarse no les confería derechos políticos ni civiles como hoy en día, pero conllevaba ventajas económicas: quedaron exentos de la prohibición de transferir propiedades a su descendencia y podían comerciar y trabajar libremente por todo el país. Zucca Micheletto espera que su trabajo fomente nuevos planteamientos interdisciplinarios e historiográficos para comprender mejor la historia de la migración y el papel de las mujeres en ella: «FemEcoMig revela el papel económico y social fundamental de las mujeres migrantes en la migración individual, así como en la migración familiar».
Palabras clave
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