TENDENCIAS CIENTÍFICAS: ¿La unión hace la fuerza? No durante las crisis, según un estudio
El presidente estadounidense Donald Trump dijo en una rueda de prensa que los Estados Unidos pondrían fin a su relación con la Organización Mundial de la Salud, tradicionalmente considerada el árbitro natural del orden mundial en situaciones de emergencia sanitaria. Los países están en conflicto respecto de la gestión de la pandemia de COVID-19. Cuando más se los necesita, los organismos, las instituciones y las organizaciones e iniciativas internacionales carecen de una colaboración global y son incapaces de hallar el consenso por sus puntos de vista marcadamente conflictivos. ¿Por qué los peligros colectivos, como las enfermedades infecciosas, las crisis económicas y los desastres naturales o provocados por el hombre, suponen un reto serio para la coordinación y la comunicación entre las personas? Un estudio publicado en la revista «Proceedings of the Royal Society A: Mathematical, Physical and Engineering Sciences» sugiere que la conexión humana no es siempre algo bueno y que, cuanto más crece el grupo social, con menor rapidez reaccionan las personas ante una crisis emergente. Investigadores estadounidenses de las Universidades de Carnegie Mellon y Yale descubrieron que los grupos más grandes reaccionan con mayor lentitud ante una crisis que los grupos pequeños porque la información falsa puede interferir con la urgencia. El equipo de investigadores reunió a 2 480 voluntarios y los separó en 108 equipos de diversos tamaños. Tenían como objetivo decidir cuándo tendrían que evacuar durante un desastre simulado. Solo una persona de cada grupo, el llamado experto, conocía la magnitud del escenario y cómo gestionarlo con eficacia. Las demás tenían que averiguar qué estaba ocurriendo mediante el intercambio de opiniones y asesoramiento.
El precio de la inacción
Los investigadores analizaron los comportamientos de todos los grupos y descubrieron que los grupos más grandes tardaron más en reaccionar ante la crisis. En algunos casos, reaccionaron de manera perjudicial o inadecuada al afrontar la situación. Esto ocurrió debido a la tendencia de algunas personas en los grupos a ignorar o desacreditar información valiosa aportada por el experto. En determinadas circunstancias propagaron rumores que solían carecer de una base realista. La comunicación de esta información generaba incertidumbre en otros miembros del grupo. A veces las personas no actuaban porque eran incapaces de llegar a un acuerdo sobre qué hacer. «En un sentido, las comunicaciones interpersonales pueden disminuir la seguridad real a cambio de obtener una reafirmación colectiva», informaron los autores. «Aunque los resultados de los experimentos de laboratorio no se trasladan de manera directa al mundo real, la evidencia mostrada aquí sugiere que los detalles formales de las comunicaciones interpersonales podrían poner a los humanos en un riesgo sistemático al afrontar un peligro colectivo».
¿Permanecemos unidos?
Los autores explicaron que aunque las redes sociales funcionan extremadamente bien para ofrecer apoyo social, pueden «funcionar mal como vías para las verdades incómodas que las personas prefieren ignorar». Los investigadores apuntaron: «Los humanos tienen una psicología evolucionada para reaccionar ante las amenazas colectivas al sentir ansiedad y miedo si están solos, pero las tecnologías de comunicación modernas pueden brindar una reafirmación peligrosa y falsa». Un claro ejemplo son las noticias falsas. La pandemia y el cambio climático son experimentos reales en los que las consecuencias de la inacción tienen un coste muy elevado. Ambos serán eventos decisivos respecto de cómo actuamos y si otras personas se comunican y reaccionan y cómo lo hacen.
Palabras clave
COVID-19, coronavirus, crisis, pandemia, grupo