La estimulación cerebral ha demostrado potenciar la motivación
La motivación viene determinada tanto por las recompensas anticipadas que resultan de la acción como por el esfuerzo requerido. Los investigadores disponen ya de mucha información sobre la forma en que el cerebro procesa las recompensas, que implica la participación de un compuesto químico denominado dopamina. Sin embargo, se sabe menos del esfuerzo cognitivo relacionado con la motivación. Estudios recientes indican que la noradrenalina, otro compuesto químico liberado por el sistema de activación neurológica del tronco encefálico y ampliamente distribuido en el encéfalo, interviene en la motivación. Por último, tanto el sistema dopaminérgico como el noradrenérgico pueden interactuar y afectar a la corteza prefrontal, región del cerebro que participa en la planificación y el seguimiento de nuestras acciones. En el proyecto BOOMSTIM, que contó con el respaldo de las Acciones Marie Skłodowska-Curie, se descubrió que la estimulación intracraneal dirigida a la región denominada corteza frontopolar, ubicada en la corteza prefrontal, puede aumentar el esfuerzo dedicado a lograr una recompensa. Durante la toma de decisiones, el equipo observó además que las señales en la pupila y en la parte media de la corteza prefrontal aumentaban a la par que los niveles de esfuerzo. Curiosamente, se descubrió que, conforme aumentaba el esfuerzo, estas señalan se intensificaban solo cuando los participantes se comprometían con el esfuerzo y no cuando lo declinaban. «El sistema de activación cortical solo parece tener en cuenta el esfuerzo cuando se asume el compromiso de implicarse con él», comenta Irma Kurniawan, beneficiaria de una beca individual de investigación Marie Skłodowska-Curie en la Universidad de Zúrich, la entidad auspiciadora del proyecto.
Estimulación cerebral
Para examinar cómo el proceso de activación cortical nos prepara para comprometernos con una tarea compleja, los miembros del equipo cuantificaron las señales pupilares y cerebrales de voluntarios mientras estos decidían si hacer o no el esfuerzo para lograr una recompensa. En primer lugar, se centraron en el ancho absoluto de la pupila: medida empleada comúnmente en otros estudios de pupilometría humana. «Curiosamente, descubrimos que la tasa de cambio en el ancho de la pupila está muy relacionada con las decisiones acerca del esfuerzo», explica Kurniawan. El equipo empleó también la estimulación transcraneal con corriente continua para aplicar corrientes eléctricas débiles a las neuronas de 141 voluntarios a través de electrodos pequeños. Así se logra que las neuronas sean más sensibles a las señales de otras neuronas y se las estimula para que envíen señales por sí mismas. La corriente estaba dirigida a estimular la corteza frontopolar, región del cerebro que se cree que desempeña un papel importante en la motivación. Los voluntarios debían tomar decisiones sobre si querían hacer un esfuerzo específico para lograr una recompensa pecuniaria. Los esfuerzos podían ser físicos, como comprimir dos mangos con mucha fuerza durante mucho tiempo, o mentales, que implicaban realizar una tarea cognitiva exigente. El importe de la de recompensa variaba, al igual que la duración del esfuerzo. Los investigadores descubrieron que la estimulación diseñada para sensibilizar la corteza frontopolar hacía que los voluntarios estuvieran más predispuestos a aumentar sus esfuerzos. «Este fue el caso tanto del esfuerzo físico como del mental. Por lo tanto, parece que la estimulación de la corteza frontopolar es responsable en gran medida de nuestra motivación en cualquier contexto», agrega Christian Ruff, supervisor del proyecto.
Usos clínicos y no clínicos
Corroborar la utilidad de la estimulación cerebral para potenciar la motivación podría ayudar a tratar personas que padecen abulia, trastorno frecuente en enfermedades mentales como la depresión y la esquizofrenia. Los resultados del equipo sobre la señal de energización en la pupila también podrían derivar en biomarcadores de medicina digital. «Además de tratamientos de estados clínicos, la estimulación cerebral también podría ser útil para terapias conductuales, por ejemplo, en la educación o en los deportes de competición», comenta Ruff. El equipo se propone examinar la posibilidad de aumentar la motivación por medio de inducir un cambio en el sistema de activación mediante la retroalimentación biológica de la señal de la pupila. De este modo, se posibilitaría el entrenamiento de la motivación en un entorno no clínico, por ejemplo, mediante un teléfono inteligente con tecnología de seguimiento ocular.
Palabras clave
BOOMSTIM, dopamina, noradrenalina, corteza prefrontal, cerebro, activación, corteza frontopolar, estimulación transcraneal con corriente continua, pupila, motivación