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The Political Economy of Media Bias

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El sesgo de los medios de comunicación en una cultura de noticias competitivas

El sesgo de los medios de comunicación genera desinformación y distorsiona la intención de voto. Un proyecto financiado con fondos europeos ha examinado algunos de los factores que explican por qué persisten las «noticias falsas».

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En una democracia, los votantes necesitan información fiable para tomar decisiones fundadas. Dado que todos afrontamos limitaciones relacionadas con el tiempo, los conocimientos y los recursos, los medios informativos suelen recopilar, interpretar y compartir información política. «Las organizaciones mediáticas tienen los conocimientos técnicos y la tecnología para adquirir y divulgar información a un público amplio», explica Federico Vaccari, coordinador del proyecto PEMB e investigador posdoctoral en la Escuela de Estudios Avanzados IMT de Italia. «De este modo, los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental y esencial en las democracias. Por supuesto, también pueden influir en las preferencias de los votantes».

Entender los medios de desinformación

Vaccari identifica una investigación innovadora que ha mostrado cómo la exposición al sesgo de los medios de comunicación puede influir en las intenciones de voto. Sin embargo, le extrañó que el aumento de la competición en el espacio mediático no haya impulsado a los medios informativos a ser más veraces. Asimismo, cuando era estudiante de doctorado en el Reino Unido durante la campaña sobre el referéndum del «Brexit» de 2016, se quedó perplejo al ver como los periódicos ofrecían relatos tan diferentes y opuestos sobre el mismo acontecimiento. «Tal y como hemos visto, incluso cuando existe una fuerte competición entre medios informativos e, incluso, entre los mismos políticos, la desinformación persiste». El proyecto PEMB, llevado a cabo con el apoyo de las Acciones Marie Skłodowska-Curie y coordinado por la Universidad de Trento en Italia, se puso en marcha con el objetivo de demostrar dicha relación entre la competición de los medios de comunicación y la desinformación. Para lograrlo, Vaccari utilizó herramientas teóricas destinadas a analizar el efecto de la competición de los medios de comunicación y realizó un experimento controlado en línea con voluntarios. Eso le permitió recopilar pruebas valiosas sobre cómo la competición en el espacio mediático podría influir en la intención de voto. «Se dividieron a los participantes en dos grupos», añade. «A un grupo se le dio acceso a información, mientras que al otro grupo no». En consecuencia, se desarrollaron dos escenarios. En el primero, a cada participante del grupo desinformado se le permitió comunicar y recibir información de un miembro del grupo informado. En el segundo, los participantes desinformados podían obtener libremente información de muchos miembros del grupo informado al mismo tiempo. «En el segundo escenario, los participantes compitieron entre ellos para proporcionar información», afirma Vaccari. «Eso nos permitió evaluar la repercusión de la competición informativa». Descubrimos que más información no necesariamente implica beneficios informativos; de hecho, sus hallazgos sugieren que la competición de los medios de comunicación puede aumentar la tentativa de influir en los ciudadanos. «Se trata del lado oscuro de la competición: las organizaciones mediáticas compiten para persuadir a los votantes», añade. A este respecto, Vaccari compara al ciudadano con un juez, el cual intenta reconciliar los argumentos de la acusación y la defensa sobre el mismo caso. Eso puede ser extremadamente difícil y parecido a escuchar dos relatos totalmente diferentes sobre la misma historia.

Abordar las noticias falsas

El proyecto PEMB ha subrayado cómo las fuerzas competitivas en el mercado de las ideas no garantizan necesariamente que surja la verdad. «Eso permite explicar por qué persisten las noticias falsas y por qué las intervenciones políticas para retirar las noticias falsas pueden provocar que se divulgue más desinformación», destaca. «La competición en el sector mediático tampoco significa que los votantes recibirán información de mayor calidad». Para abordarlo, a Vaccari le gustaría ver programas educativos en marcha destinados a enseñar a los niños a ser más escépticos en cuanto a lo que leen y a cómo identificar falsedades. «Creo que eso podría ser útil a fin de crear votantes más educados», afirma. Mientras tanto, se requiere más trabajo empírico y teórico para investigar por qué persiste la desinformación y por qué los votantes son susceptibles. Solo entonces se podrán desarrollar soluciones útiles frente a las noticias falsas.

Palabras clave

PEMB, democracia, medios de comunicación, sesgo, política, «Brexit», votante, voto

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