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¿Por qué todavía no se ha erradicado la rabia?

A pesar de la existencia de vacunas eficaces, la rabia mata a unas 59 000 personas cada año. Le preguntamos a Deborah Nadal, antropóloga médica, por qué esta enfermedad sigue representando una amenaza.

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La rabia es la enfermedad vírica más mortífera a la cual se enfrenta la humanidad. Si no se trata, siempre resulta mortal. La mayoría de las víctimas viven en comunidades pobres de Asia y África, donde suele propagarse a través de la mordedura de perros infectados. El control de los brotes es complejo, dado que el período de incubación puede variar de una semana a más de un año. Al no haber cura, muchas familias deciden no hospitalizar a las personas mordidas, lo cual significa que no se incluyen en el sistema de vigilancia. En algunos países, la rabia ni siquiera se consideraba como una enfermedad de declaración obligatoria hasta el año pasado. «Para las autoridades de salud pública de las zonas pobres, invertir en la vigilancia de la rabia no parece rentable. Incluso cuando se registran casos a nivel local, el intercambio de datos precisos con las autoridades centrales suele ser inexistente», comenta Nadal. El diagnóstico también es complejo. Solo se puede diagnosticar la enfermedad de manera concluyente cuando el virus alcanza el encéfalo y aparecen síntomas y, en ese momento, siempre resulta mortal. «Nos imaginamos los síntomas clásicos, como echar espuma por la boca, pero el abanico de síntomas es en realidad bastante amplio y puede causar un error diagnóstico», añade Nadal. A fin de evitar la aparición de la rabia, la víctima mordida debe acudir a una clínica para recibir tratamiento en veinticuatro horas, lo cual puede resultar difícil para las personas pobres de comunidades rurales. A menudo, ni siquiera se dispone de recursos para confirmar la presencia de rabia en la autopsia, y las familias suelen rechazar dicho procedimiento por razones religiosas o culturales. ¿Podría erradicarse la rabia en los perros? La vacunación del ganado es una práctica rutinaria en muchos países, pero se suele considerar a los perros como no productivos desde un punto de vista económico, por lo se estima que no vale la pena el esfuerzo. «Para que funcione, se debería vacunar al 70 % de los perros, lo cual requiere dedicación, recursos y una buena organización, y que todo ello se mantenga durante al menos 5 años», apunta Nadal. Este proceso se encuentra fuera del alcance de muchas autoridades sanitarias. Nadal, como antropóloga médica, está especialmente interesada en el papel que desempeñan la cultura y la religión en el valor que le otorga la sociedad a los perros, a pesar del riesgo que suponen. Descubrió que algunas comunidades indias se oponen a la vacunación de los perros, dado que los consideran como emisarios de los dioses, mientras que ciertas sociedades africanas no aprueban la vacunación por miedo a que los perros de caza pierdan su preciada agresividad. En algunos países musulmanes, los perros se consideran impuros, por lo que se disuaden las iniciativas para ocuparse de los perros callejeros. Sin embargo, con una tasa tan elevada de mortalidad, ¿por qué la rabia no se ha autoconsumido? «El ritmo reproductivo básico de la rabia es bastante estable (alrededor de 1,2), lo cual significa que, de media, cada animal infectado contaminará a 1,2 animales —explica Nadal—. Este equilibrio perfecto entre la tasa de mortalidad elevada y el ritmo reproductivo básico bajo permite que el virus sobreviva». Asimismo, como la rabia afecta a muchos animales diferentes, el virus tiene una amplia variedad de reservorios en los que evolucionan diversas cepas.

¿Cuál es el siguiente paso en la prevención de la rabia?

Cuando las autoridades ignoran la rabia, aparecen casos. Nadal cita el ejemplo de Bután, que suspendió la vacunación de perros realizada conjuntamente con la India tras el cierre de sus fronteras debido a la pandemia de COVID-19. Los casos de rabia canina se dispararon de forma inmediata. «Se trata de un círculo vicioso, la falta de datos lleva a creer que no hay ningún problema, lo cual dificulta las iniciativas de defensa. Todavía queda mucho trabajo pendiente», explica Nadal. Aun así, ciertos logros en materia de vacunación oral para perros y de vacunas que no dependen de la cadena de frío son motivo de optimismo. Nadal también cita el empleo de vacunadores no profesionales en comunidades remotas, así como la integración de la vacunación en ganado y perros. «Podemos llegar a controlar la rabia canina de manera eficaz y evitar así los fallecimientos causados por la rabia humana. Tenemos las herramientas para lograrlo», concluye Nadal. Haga clic aquí para obtener más información sobre la investigación de Deborah Nadal: El papel de la cultura y la religión en la prevención de la rabia.

Palabras clave

SAREE, rabia, virus, enfermedad, vacunación, perros, mordedura