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¿Puede el vertido de hierro en el mar frenar el cambio climático?

Científicos y empresarios han propuesto proyectos de geoingeniería para modificar el medioambiente de la Tierra. Nuestra experta Marion Fourquez opina sobre la utilidad de verter virutas de metal en el mar.

Cambio climático y medio ambiente icon Cambio climático y medio ambiente

«La respuesta es sí y no, y no deberían hacerse más pruebas con esto de nuevo», afirma Fourquez, oceanógrafa polar del Instituto Mediterráneo de Oceanografía (Francia). De acuerdo con la «hipótesis del hierro», la dispersión de enormes cantidades de hierro en el océano estimulará el crecimiento de algas fotosintéticas en la superficie oceánica, extrayendo carbono de la atmósfera y, de este modo, reduciendo la temperatura del planeta. La idea de utilizar descartes metálicos de esta forma fue sugerida por primera vez por el oceanógrafo John Martin en 1988, quien afirmó: «Dame medio petrolero de hierro y te daré una era glacial». Los primeros experimentos demostraron que la hipótesis del hierro tenía fundamento: fertilizar los océanos con hierro aumentó el crecimiento de las algas. Desde entonces, se han realizado más de una docena de experimentos en el océano para probar el efecto del hierro, aunque éstos han generado controversia, ya que el consenso científico se ha consolidado en contra de la idea. «Hemos aprendido que verter hierro en el océano realmente ayuda a absorber el CO2 de la atmósfera», añade Fourquez. Pero dice que la complejidad de la cuestión va mucho más allá. Los experimentos que miden la cantidad de carbono que ha caído en las profundidades del mar a partir de estas fertilizaciones artificiales han demostrado de manera sistemática que, simplemente, las cuentas no cuadran.

Hierro natural y no natural

Los seres humanos no son los únicos que vierten hierro en el mar. En el océano Austral, por ejemplo, el hierro procede del afloramiento marino, así como del hielo marino y del deshielo de la superficie. Estos nutrientes constituyen un factor clave para mantener la salud del ecosistema. «Muchas fuentes estimulan el fitoplancton de manera mucho más eficiente que el hierro vertido en el océano», explica Fourquez. De hecho, gran parte del hierro añadido de forma artificial simplemente se oxida y se hunde lejos del alcance de la luz solar, donde no hay fitoplancton que pueda aprovecharlo. En cambio, el hierro procedente de fuentes naturales está unido de forma efectiva a determinados tipos de moléculas que contribuyen a mantener su solubilidad en las aguas superficiales. Sin embargo, no se conoce bien hasta qué punto puede acceder el fitoplancton a este tipo de hierro. En el marco del proyecto BULLE, financiado con fondos europeos, Fourquez y sus colaboradores investigaron la relación entre el CO2 consumido y el producido en los océanos del planeta, con el fin de ayudar a mejorar las estimaciones de la captura de carbono oceánico. El equipo descubrió que la cantidad de hierro disponible influye enormemente en los niveles de CO2 presentes en la respiración microbiana. En julio de este año, Fourquez publicó un nuevo estudio en «Science Advances» en el que se destacaba la extrema complejidad de la biodisponibilidad del hierro para el fitoplancton en el agua de mar. Esta investigación defiende la idea de que el hierro que se encuentra en el medio natural y el que se utiliza en los proyectos de fertilización no son en absoluto equivalentes. Intentar manipular este ciclo natural podría dar lugar a un fracaso o, peor aún, tener un efecto catastrófico en el ecosistema natural. «No podemos recrear la complejidad de lo que ofrece la naturaleza en este momento», afirma Fourquez. Por este motivo, opina que, aunque en teoría es posible aplicar la geoingeniería sobre el planeta mediante la fertilización con hierro, es mejor que no volvamos a probar estas técnicas en el océano: no durante mucho tiempo y, a ser posible, nunca. Haga clic aquí para obtener más información sobre la investigación de Marion Fourquez: El efecto del hierro sobre los niveles de CO2 en la respiración microbiana oceánica.

Palabras clave

BULLE, hierro, cambio climático, fertilización artificial, polémica