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Variations in stress responsivity in hens: matching birds to environments

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La comprensión del cerebro podría ayudar a reducir el estrés de las gallinas

Los nuevos conocimientos sobre cómo y por qué las gallinas sienten estrés podrían favorecer la cría de pollos más resilientes y dar lugar a sistemas de estabulación mejor diseñados.

Alimentos y recursos naturales icon Alimentos y recursos naturales

El abandono de la cría de gallinas en espacios cerrados ha generado una serie de nuevos diseños de estabulación. Algunos pueden concebirse como «apartamentos» para pollos, con distintos niveles y zonas separadas para la alimentación y la puesta de huevos, mientras que otros ofrecen espacio al aire libre. Aunque estos sistemas de estabulación suponen una clara mejora con respecto a las jaulas en batería tradicionales —prohibidas en la Unión Europea desde 2012—, la identificación de los entornos más adecuados para las gallinas sigue planteando dificultades. «Todavía no sabemos realmente qué entornos son menos estresantes para las aves», señala el coordinador del proyecto CHICKENSTRESS, Tom Smulders, de la Universidad de Newcastle (Reino Unido). Las gallinas también se congregan de forma natural en pequeños grupos. Por tanto, es posible que estas aves consideren estresantes por instinto los sistemas de estabulación grandes. Sin embargo, no ha sido fácil demostrarlo de forma concluyente.

Identificar las causas del estrés y las respuestas ante este

El equipo del proyecto CHICKENSTRESS, que contó con el apoyo de las acciones Marie Skłodowska-Curie, pretendía identificar posibles formas de reducir el estrés en los nuevos sistemas de estabulación. Para lograrlo, en el proyecto se combinaron cuestiones relativas al bienestar animal —por ejemplo, qué causa el estrés— con métodos más neurobiológicos. «En lo relativo a cómo regula el cerebro de las aves las respuestas al estrés, hay mucho que aún no sabemos. La cría de polluelos en etapas tempranas y la genética también podrían influir en la resiliencia al estrés», explica Smulders. El trabajo se repartió entre una red de doctorandos, que estudiaron aspectos concretos tanto en sus instituciones de origen como en las de acogida. Algunos investigadores adoptaron un método de neurociencia básica, a fin de comprender mejor cómo el cerebro controla exactamente la respuesta ante el estrés. Otros estudiaron de qué manera el estrés podía afectar al sueño, o cómo los distintos entornos o las influencias de los primeros años de vida podían repercutir en el comportamiento. «Sabemos que el estrés crónico puede reducir la cantidad de determinadas células del hipocampo. En este sentido, los investigadores contaron dichas células para ver cómo sus manipulaciones afectaban a la experiencia del estrés en las aves», añade Smulders

El desarrollo cerebral y los niveles de estrés

Aunque algunos investigadores aún no han finalizado su trabajo, se han hecho algunos descubrimientos interesantes. Una sugerencia es que dejar entrar algo de luz en las instalaciones de incubación y eclosión —que suelen estar constantemente a oscuras— podría tener un efecto positivo en el desarrollo cerebral durante las primeras etapas del desarrollo. En otro proyecto se estudió cómo fomentar la circulación de los animales en sistemas de estabulación multinivel. Se instalaron luces LED móviles en las rampas, lo cual animó a los curiosos polluelos a seguirlas. Una empresa que construye instalaciones avícolas está estudiando la forma de incorporarlas a sus sistemas. «Otro investigador descubrió que cuanto más se enriquece una jaula con objetos con los que las aves pueden interactuar, más se reducen sus niveles de hormona del estrés», afirma Smulders.

Integración de la neurociencia en otras disciplinas

Dichos resultados son aún muy preliminares, pero Smulders cree que la integración única en el proyecto de neurociencia con la ciencia más aplicada y la industria está dando sus frutos. Varios investigadores han conseguido nuevos proyectos a partir de su trabajo en CHICKENSTRESS. «Uno de esos proyectos se centra en la genética. La mayoría de las gallinas que utilizamos han sido seleccionadas por haber tenido buenos resultados en las antiguas jaulas en batería. Por lo tanto, podría haber un desajuste entre la selección genética y las prácticas de cría actuales», señala Smulders. Según Smulders, ello pone de manifiesto la creciente influencia de la neurociencia en el bienestar de los animales. «Aunque medir el comportamiento animal y las hormonas del estrés es importante, se sabe que en el cerebro puede estar ocurriendo algo más sutil», concluye el investigador.

Palabras clave

CHICKENSTRESS, gallinas, pollos, cerebros, neurociencia, genética, neurobiológico

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