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¿Nuestros coches nos están matando lentamente?

Según se revela en un nuevo estudio, en el interior de los coches acecha un peligro oculto del que ni siquiera somos conscientes.

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¿Llega tarde al trabajo por culpa del tráfico? ¿Carreteras en condiciones peligrosas? ¿Le preocupa que los gases de escape contaminen el planeta? Estas podrían ser sus preocupaciones menos importantes la próxima vez que se ponga al volante. Según una investigación publicada en la revista «Environmental Science & Technology», deberíamos preocuparnos más por las sustancias químicas que se encuentran en casi todos los interiores de los coches. Un equipo de investigadores de Estados Unidos y Canadá advierte que el aire que respiramos en los habitáculos es potencialmente cancerígeno.

Dar un paseo por el lado tóxico

Los investigadores analizaron 101 modelos de coches fabricados después de 2015. En el 99 % de los coches analizados, descubrieron que el aire del interior puede estar repleto de cancerígenos potenciales en forma de sustancias químicas retardantes de llama. Estos retardantes se utilizan en la espuma de los asientos y otras superficies interiores. ¿Recuerda la alegría que sentía por el olor a coche nuevo? Al menos parte de ese olor podría deberse a cancerígenos tóxicos. Se sabe o se sospecha que estas sustancias químicas provocan cáncer. Además, se las relaciona con problemas neurológicos y reproductivos, e incluso con un menor coeficiente intelectual en los niños. Asimismo, los vapores nocivos liberados al aire permanecen durante años, sin importar si el coche es antiguo o nuevo. «En nuestra investigación se descubrió que los materiales del interior liberan sustancias químicas nocivas en el aire del habitáculo de nuestros coches», comentó Rebecca Hoehn, la autora principal y científica medioambiental de la Universidad de Duke (Estados Unidos), en un comunicado de prensa. «Teniendo en cuenta que el conductor medio pasa aproximadamente una hora diaria en el coche, se trata de un problema de salud pública importante. En especial, es preocupante para los conductores con trayectos más largos, así como para los pasajeros infantiles que, en proporción, respiran más aire que los adultos». El problema se agrava mucho durante los meses de verano, cuando los habitáculos alcanzan temperaturas muy elevadas. Como resultado, estos retardantes de llama se descomponen y contaminan el aire. La velocidad de evaporación de los productos químicos aumenta de manera considerable.

La delgada línea entre la salud y la seguridad contra incendios

«Es posible reducir la exposición a los retardantes de llama en el coche abriendo las ventanillas y aparcando a la sombra», explica Lydia Jahl, coautora del estudio y científica del Green Science Policy Institute de California. Y añadió: «Pero lo que realmente hace falta es reducir la cantidad de retardantes de llama que se añaden a los coches. Ir al trabajo no debería conllevar un riesgo de padecer cáncer, y los niños no deberían respirar sustancias químicas que puedan dañar su cerebro de camino al colegio».

Palabras clave

coche, cáncer, conductor, producto químico, aire, habitáculo, cancerígeno, retardante de llama