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¿Cómo se cartografía el fondo oceánico?

La cartografía del fondo marino, o el fondo de cualquier masa de agua, es mucho más compleja que la de tierra firme. Nuestro experto Knut Hartmann nos sumerge en el mundo de la cartografía submarina.

Cambio climático y medio ambiente icon Cambio climático y medio ambiente

La cartografía de la superficie de la Tierra es un proceso bastante fácil: con unas cuantas herramientas topográficas sencillas, se puede ir hasta un punto y medir su ubicación en relación con otro punto (o tres). Si este proceso se repite, se pude obtener muy pronto una imagen precisa del terreno. Las nuevas tecnologías, desde los drones a los satélites, hacen este proceso aún más fácil. Pero ¿qué hay del 70 % del mundo que está cubierto de agua? «El agua limita de forma considerable la capacidad de prospección y exige el uso de muchas tecnologías y técnicas diferentes», afirma Knut Hartmann, director de operaciones de EOMAP, una empresa especializada en cartografía y vigilancia de medios acuáticos. Una de las herramientas esenciales para cartografiar las profundidades oceánicas es el barco. «Los barcos pueden emitir señales de sonar que “dibujan” el fondo oceánico y crean un mapa sonoro que describe características como, por ejemplo, la profundidad y los accidentes topográficos», explica Hartmann. Aunque algunos buques hidrográficos son pequeños e, incluso, autónomos, la mayoría de los empleados para cartografiar el fondo oceánico son muy grandes. Si bien su tamaño es ideal para cartografiar los océanos grandes y profundos, también los hace incompatibles para cartografiar las aguas muy poco profundas de las zonas costeras. «Tendemos a suponer que el océano está cartografiado a la perfección, pero no es así. La mayoría de las aguas costeras, incluso las zonas de aguas poco profundas, que son importantes en muchos sentidos, no están cartografiadas ni vigiladas», comenta Hartmann. Para cartografiar zonas de aguas poco profundas se puede utilizar una embarcación más pequeña, pero para ello hay que recorrer en zigzag toda la zona, un proceso que, según Hartmann, lleva mucho tiempo, es caro y «extremadamente complejo». Un método más práctico para cartografiar zonas de aguas poco profundas es desde el cielo. En este caso, los topógrafos utilizan láseres aéreos que miden el tiempo que la luz tarda en penetrar en el agua y reflejarse. «Es un proceso muy interesante, pero que requiere muchos equipos de alta tecnología, por lo que no siempre es factible», apunta Hartmann. Una tercera posibilidad es utilizar satélites. «Los sensores de los satélites emplean diferentes regiones del espectro electromagnético para efectuar mediciones, como cuantificar la radiación que se emite desde la superficie del océano o transmitir señales a la superficie y, seguidamente, medir la señal de retorno», agrega Hartmann. Gran parte de esos datos satelitales sin procesar, incluidos los de Copernicus, el programa de observación de la Tierra de la Unión Europea, son de libre acceso. También se pueden utilizar en combinación con otras imágenes de muy alta resolución, lo que posibilita obtener tanto un mapa de alta resolución del fondo marino como la posibilidad de repetir continuamente el proceso sin necesidad de equipos sobre el terreno. Cada técnica tiene sus propias ventajas e inconvenientes, y la mayoría de las campañas de cartografía utilizan una variedad de técnicas diferentes.

La necesidad de la cartografía y la vigilancia

Pero ¿por qué cartografiar el fondo oceánico? «La cartografía nos da una visión actualizada de la topografía submarina y nos permite identificar hábitats y recursos subacuáticos, así como mejorar los modelos oceánicos y costeros; una información de la que carecemos para la mayor parte del fondo marino», explica Hartmann. Crear un mapa es solo el primer paso. «La vigilancia, que implica una cartografía continua, nos da una visión constante de una zona y nos permite detectar cambios, lo cual es más importante que nunca ante el cambio climático y las presiones de origen natural y humano sobre el medio ambiente», agrega Hartmann. Disponer de mapas precisos también es fundamental para crear y mantener infraestructuras como parques eólicos marinos y cables submarinos. Además, los mapas pueden tener una gran importancia en la gestión y mitigación de catástrofes naturales como, por ejemplo, en el caso de las inundaciones costeras y los tsunamis. No obstante, aunque la voluntad y el modo de efectuar la cartografía y la vigilancia submarina están ahí, aún queda un largo camino por recorrer. Hasta la fecha se ha cartografiado únicamente el 25 % del fondo oceánico, y solo se vigila con frecuencia una fracción del mismo. Gracias al constante avance de las tecnologías y a iniciativas mundiales como Seabed 2030 y el proyecto financiado con fondos europeos 4S, Hartmann confía en que no solo se contribuirá a cartografiar satisfactoriamente los fondos oceánicos, sino que se hará con una resolución cada mayor y con capacidades de vigilancia más avanzadas. Haga clic aquí para obtener más información sobre la investigación de Hartmann: Una herramienta potente mide la profundidad del agua en aguas poco profundas desde el espacio.

Palabras clave

4S, satélite, fondo marino, hábitat, acuático, aguas poco profundas, dron, observación de la Tierra, cartografía, vigilancia, fondo oceánico, Seabed 2030