La cooperación, tan vital como la competencia en la Europa premoderna
La historia de la Europa premoderna se concibe convencionalmente en forma de guerras, que dividieron el continente en Estados nación y crearon relaciones de poder entre vecinos, mientras que las guerras «civiles» decidían cómo se gobernaban los Estados, quién se beneficiaba y cómo se repartían los derechos y las responsabilidades. Al examinar este relato convencional, Peter Wilson(se abrirá en una nueva ventana) de la Universidad de Oxford(se abrirá en una nueva ventana) señala: «La cooperación era tan vital como la competencia. Aunque los gobiernos consideraban que la autosuficiencia aumentaba la independencia, rara vez se libraban grandes guerras sin ayuda exterior». Wilson coordinó el proyecto FMSystem(se abrirá en una nueva ventana), financiado con fondos europeos, en el que se descubrió que la movilización de recursos externos a través del «sistema fiscal y militar», fue clave para el crecimiento de la guerra europea después del año 1530 aproximadamente. «Mientras varias potencias europeas se enriquecían con el comercio mundial y las colonias, sorprendentemente el belicismo siguió siendo eurocéntrico hasta mediados del siglo XIX», afirma Wilson.
Movilización de los recursos a través de los «centros fiscales y militares»
En FMSystem, que contó con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación(se abrirá en una nueva ventana), se estudiaron seis casos prácticos, que abarcan desde 1530 hasta 1870, cuando el intercambio de recursos bélicos entre jurisdicciones políticas se hizo más sistemático y extenso, gracias a los nuevos métodos de comercio y la transferencia financiera a larga distancia. Se creó una base de datos de contratos que incluía más de ochocientos cincuenta tratados y convenios por los que se disponía el empleo temporal de soldados extranjeros, en los que una potencia pagaba a otra por sus servicios, complementados por unos quinientos contratos de transferencia de otros recursos. Los estudios de casos se centraron en las ciudades que actuaban como «centros fiscales y militares», o centros de intercambio de recursos bélicos. El sector financiero de Ámsterdam permitió a Francia enviar subvenciones a su aliado Suecia utilizando letras de cambio, en lugar de arriesgarse a transportar plata. Asimismo, los diplomáticos venecianos organizaron el suministro de soldados alemanes poniéndose en contacto con los enviados principescos reunidos en Viena, en la corte del emperador. El equipo de FMSystem también se centró en Londres, Génova (crucial para las transferencias a través del Mediterráneo) y Ginebra, (vital para los intereses comerciales de Francia, Gran Bretaña y la República Holandesa). «El intercambio de recursos se hizo más sofisticado y estandarizado, sobre todo entre 1660 y 1720, cuando los ejércitos europeos se institucionalizaron y los extranjeros representaron una quinta parte o más del personal», añade Wilson. «Durante la Revolución Francesa y la era napoleónica entre 1792 y 1815, los gobiernos empezaron a extraer más sangre y tesoro de sus propias poblaciones, incluso frenando la ayuda a las potencias extranjeras. Aunque el servicio militar en el extranjero continuó en algunas partes de Europa después de 1815, la práctica fue cada vez más cuestionada a partir de la década de 1840, desapareciendo en 1870 a medida que el belicismo se nacionalizaba». Con 1,8 millones de pasos de barcos registrados, la digitalización fortuita de los datos de Sound Toll(se abrirá en una nueva ventana), también permitió cuantificar el flujo de recursos bélicos a través del Báltico entre 1497 y 1857. «Aunque los suministros militares representaban una proporción relativamente pequeña de los envíos, a menudo eran de gran valor cuando las fluctuaciones del suministro podían influir de manera significativa en la capacidad de un Estado para librar guerras», explica Wilson.
Repercusión de la guerra en el mundo premoderno hasta nuestra era posmoderna
Como ya se ha señalado, un hallazgo clave del proyecto fue la nacionalización de la guerra en el siglo XIX, acelerada por la cooperación internacional para frenar la participación de los ciudadanos en guerras externas, por ejemplo con la prohibición del corso en la Declaración de París de 1856. Estas conclusiones podrían servir de base para los debates actuales sobre la mejor manera de responder a la proliferación de las empresas militares y de seguridad privada en nuestro orden internacional "posmoderno" de soberanía fragmentada», afirma Wilson. Con ya más de veinte publicaciones de acceso libre(se abrirá en una nueva ventana), los estudios de caso de Ámsterdam, el Báltico, Génova y Ginebra aparecerán en monografías el año próximo. El año que viene se publicará un libro en el que se expondrán los resultados del proyecto a través de sesenta y siete objetos e imágenes, y en 2027 se publicará otro que abarcará todo el estudio. La base de datos del proyecto, compuesta por mil trescientos cincuenta contratos, también se convertirá en un recurso digital de acceso público.