Banca electrónica con conciencia
El uso de la banca electrónica es un medio de facilitar la vida a las personas. La gente se ahorra el tiempo que necesitarían para ir al banco, esperar su turno y regresar a casa, que son los típicos inconvenientes de la banca tradicional. También permite el lujo de realizar las operaciones bancarias desde la comodidad de nuestro propio hogar. Por esta razón, cuando pensamos en la banca electrónica no parece probable que nos venga a la cabeza la cuestión del impacto social o medioambiental. La ausencia de papel o de consumo de combustible que requiere la banca tradicional no significa, sin embargo, que la banca electrónica no produzca un impacto ecológico por sí misma. De hecho, se puede decir que las consecuencias negativas de pagar una factura en línea ascienden al coste que supone producir cuatro latas de bebidas de aluminio. Además, aunque la banca electrónica no dispone de sucursales, sigue implicando una infraestructura de administración, oficinas e Internet, lo que supone un impacto considerable sobre el consumo de electricidad. Es probable que la banca electrónica no sustituya del todo a las sucursales, sino que ambas se complementen mutuamente. La banca tradicional, por ejemplo, continúa ofreciendo servicios de pago en metálico y servicios interpersonales, que son especialmente beneficiosos para las personas que no tienen acceso a la banca electrónica. Si se tiene todo esto en cuenta, se puede observar la importancia de la banca en línea y su constante impacto social y medioambiental.