Renovación de la asociación mediterránea
La asociación euromediterránea (AEM), creada en 1995, se concibió para mejorar la colaboración con los países aledaños de la cuenca mediterránea en tres ámbitos principales: el político y de la seguridad, el económico-financiero y el sociocultural. No obstante, hoy en día expertos y legisladores están de acuerdo en que la asociación no ha cumplido sus objetivos y expectativas y por ello han hecho un llamamiento a que se investiguen sus deficiencias y se les ponga remedio. En este contexto, el proyecto financiado con fondos comunitarios GO-Euromed («La economía política de la gobernanza en la asociación euromediterránea») analizó el rendimiento de los países de la AEM como marco de negociación entre los miembros. El proyecto analizó además los resultados de la AEM en términos de consecuencias políticas y económicas. A través del proyecto GO-Euromed se descubrió que la mayoría de retos que afrontan los países de la AEM surge de las prioridades tan dispares que tienen las naciones participantes, ya que cada país busca su propio interés de manera competitiva e independiente. La cooperación en materia política y de seguridad ha sido lenta, si bien algo se ha avanzado en el ámbito económico y financiero. Por otro lado, en el ámbito sociocultural, el papel de los agentes de la sociedad civil no ha aumentado como se pretendía. El lado positivo es que todas las partes han acordado dar un nuevo vigor a la cooperación a través de la más reciente Unión para el Mediterráneo (UpM) lanzada en 2008. El proyecto atribuyó el limitado avance a los esfuerzos dispares de los países miembros de la UE, a la idiosincrasia de los gobiernos mediterráneos y a la normativa, que favorece mucho más a la UE. Tampoco es probable que los Estados árabes, Israel, Turquía y la región de los Balcanes Occidentales lleguen a un acuerdo sobre algunas cuestiones comunes, aunque cabe destacar que los Estados árabes se podrían beneficiar considerablemente del marco de la UpM. Hay que avanzar en el alcance exacto de las diferentes instituciones de la UpM y en el papel que desempeñan los gobiernos en estas instituciones. Los Estados de la UE deben resistirse a la tentación de controlar el proceso, ya que éste no puede ser sólido si a los países asociados del Mediterráneo (MPC) no se les otorga una voz propia en el proceso de toma de decisiones. Europa debe tener presente que la UpM no ha sido diseñada para instigar una reforma política, sino para avanzar en la colaboración sobre temas específicos. Con vistas al futuro, la UpM tiene incluso el potencial de introducir nuevos ámbitos políticos donde fracasaron anteriores negociaciones bilaterales o de la UE. Sería sensato que Europa atendiera a las recomendaciones de GO-Euromed y acumulara los resultados de la asociación que sean para el beneficio mutuo.