Reportaje - Un envejecimiento independiente gracias al apoyo de TIC interdependientes
Europa ya cuenta con 19 de los 20 países más viejos del mundo en cuanto a edad de su población y en 2030 la cuarta parte de sus habitantes tendrá más de 65 años. La tecnología y los avances en medicina han tenido mucho que ver con la prolongación de la esperanza de vida; ahora la tecnología puede también ayudar a las personas a sobrellevar muchos de los problemas asociados a la vejez, desde la necesidad de un control regular de su salud hasta la prevención del aislamiento social, ayudándoles a desplazarse e incluso seguir trabajando. En la actualidad ya existen diversas aplicaciones y servicios, en su mayoría basados en distintos grados en inteligencia ambiental, redes de sensores y tecnologías de comunicación, que pueden resultar útiles para los más mayores. Así, se han desarrollado dispositivos implantados en prendas de vestir con los que vigilar, a distancia y de forma inteligente, la tensión arterial, la frecuencia respiratoria y la actividad física. Hay también sistemas domésticos inteligentes capaces de controlar automáticamente la iluminación, la temperatura y la humedad. Existen asimismo tecnologías de comunicación y sensibles a la ubicación que permiten mantener el contacto con familiares y amigos, trabajar a distancia e incluso orientarse. «Ya existe gran cantidad de tecnologías, pero muchas se comercializan bajo licencia o no se han diseñado para ser compatibles. Esto plantea múltiples inconvenientes, eleva el coste de su implantación y, en muchos casos, dificulta la instalación y el uso de los sistemas de vida cotidiana asistida por el entorno», explicó Silvio Bonfiglio, responsable de nuevas oportunidades de negocio en Fimi, empresa tecnológica italiana .Bonfiglio fue el coordinador del proyecto Oasis *, cuyo objetivo era solucionar el problema de la interoperabilidad existente en las aplicaciones y los servicios diseñados para los mayores. «Queríamos asegurarnos de que los sistemas, los datos y los contenidos que generan sean interoperables, que puedan funcionar y complementarse a la perfección para ofrecer una gama de servicios al usuario final de un modo transparente. Si se dispone de un sensor que proporciona un servicio A y que registra la temperatura de una estancia, no es práctico tener que instalar otro sensor térmico para habilitar un servicio B. No es nada eficiente», añadió. El consorcio Oasis, integrado por 33 socios de Europa, China y México y respaldado por la Comisión Europea con una subvención de 8,5 millones de euros, abordó el inconveniente de la interoperabilidad desarrollando un marco sobre el que articular una arquitectura de software fundamentada en ontologías y cuya función específica fuesen las aplicaciones de vida cotidiana asistida por el entorno (AAL). Este marco ontológico común, basado en el Lenguaje Común de Especificación Algebraica (CASL), se ha descrito como una «hiperontología», es decir, una forma abierta, modular, holística, fácil de usar y estandarizada para describir un concepto compartido de aplicaciones y servicios. En la práctica, gracias a este planteamiento, los programas informáticos y los sistemas pueden intercambiar datos y funcionar juntos sin trabas aunque pertenezcan a distintos dominios de aplicación y provengan de programadores distintos. Una arquitectura abierta, aplicaciones infinitas «Por ejemplo, un servicio podría vigilar la salud de una persona mayor que padezca de diabetes, mientras que otro podría ayudarle a programar su dieta. Al garantizar la interoperabilidad y el intercambio de datos entre los dos servicios, la aplicación dietética "sabe" cómo ajustar la nutrición del paciente en función de su estado de salud», informó Bonfiglio. «Esto es, a su vez, puede vincularse a otra aplicación que vigila la actividad física y que podría "ordenar" a la herramienta dietética que avise al usuario de que debe beber más líquidos o ingerir determinados alimentos tras un periodo de esfuerzo físico.» El marco ontológico de Oasis es el soporte de la arquitectura de referencia abierta de Oasis; posibilita la conexión automática o semiautomática de servicios y aplicaciones. Además, la plataforma Oasis, que administra los servicios, proporciona interfaces con el usuario para las aplicaciones y las adapta de forma automática a distintos dispositivos, contextos de uso y preferencias del usuario. Para poner a prueba la tecnología, el equipo implementó doce tipos distintos de aplicaciones, todas ellas integradas en la arquitectura de Oasis y que abarcaban un amplio espectro de situaciones y casos de uso, incluyendo servicios para la vida independiente, herramientas de socialización, servicios de movilidad y puestos de trabajo inteligentes. Se llevaron a cabo ensayos con cientos de usuarios finales, en su mayoría mayores de 65 años y cuidadores, en cuatro lugares de Alemania, Italia, Reino Unido y una cuarta localización múltiple repartida entre Bulgaria, Grecia y Rumanía. «En general, la respuesta de los usuarios fue positiva. Sobre todo valoraron las aplicaciones relacionadas con la vigilancia de su salud, pues ésta suele ser la cuestión que más les preocupa», señaló Bonfiglio. «Además, en el transcurso del proyecto consultamos a usuarios finales para asegurarnos de que la tecnología se ajustaba a sus requisitos, sobre todo en lo relativo a las interfaces de usuario.» Bonfiglio destacó que los ensayos con usuarios finales se diseñaron con el propósito de validar el trabajo del equipo y sacar a relucir nuevos usos posibles de la tecnología y de la arquitectura. En su opinión, lo más complicado y lo más innovador de este proyecto fue lograr que todas las aplicaciones funcionasen al unísono. «Diseñar desde cero una nueva tecnología entraña una gran dificultad, pero lo hemos conseguido y también hemos demostrado que distintas aplicaciones y servicios pueden cooperar con independencia del contexto en el que se usen, su propósito y quién las creó», manifestó el coordinador del proyecto. «La arquitectura es de código abierto y está disponible para que otros programadores trabajen con ella. El método que hemos seguido, por lo que se refiere a la continuidad de nuestra labor, es similar al de Wikipedia, ya que cualquiera puede realizar aportaciones.» De ese modo, la arquitectura y la ontología del proyecto Oasis ya están siendo aprovechados en otros proyectos, como por ejemplo Universaal, que se dedica a crear una plataforma abierta de soluciones de AAL y aborda muchos de los impedimentos de índole económica, tecnológica y práctica para que se produzca una implantación a mayor escala de las tecnologías auxiliares para ancianos. Además, el equipo de Oasis consiguió poner en marcha su propia iniciativa de estandarización sobre la interoperabilidad y la integración de ontologías y la ha incluido en el programa de estandarización de ISO TC37/SC3, un subcomité de la Organización Internacional de Normalización (ISO) dedicado a sistemas con los que gestionar terminología, conocimientos y contenidos. Entretanto, otros socios del proyecto, como Vodafone, FIMI Barco, FIAT, Mizar y PTV, podrían aprovechar elementos de la investigación de Oasis en sus propios productos, anunció Bonfiglio .«El mercado para estas clases de productos es amplio y seguirá creciendo con rapidez en el futuro a la par con el envejecimiento poblacional; no obstante, sigue habiendo obstáculos para que se adopten de un modo más generalizado, principalmente de índole económica. La principal incógnita es quién se hará cargo del coste de estos servicios. ¿Los usuarios finales? ¿Los gobiernos?», se preguntó Bonfiglio. «Una vez se despeje esa incógnita, las ventajas a largo plazo son indudables y superan con creces los costes: una población anciana más sana, más activa y menos dependiente.» La investigación realizada en Oasis fue posible gracias a fondos concedidos a través del Séptimo Programa Marco (7PM) de la Comisión Europea. *«Arquitectura abierta para la integración y estandarización de servicios accesibles». Enlaces útiles: - sitio web del proyecto Oasis - ficha informativa del proyecto Oasis en CORDIS