Control de la araña roja en condiciones áridas
Las arañas rojas constituyen una temible plaga para muchos cultivos alimentarios y ornamentales. El ácaro depredador Phytoseiulus persimilis proporciona un control adecuado con niveles altos de humedad y temperaturas moderadas, pero a medida que disminuye la humedad y sube la temperatura, el nivel de control cae bajo mínimos. Debido a que muchos de los cultivos atacados por la araña roja crecen en condiciones de poca humedad y bajo temperaturas elevadas, el proyecto Euromite, financiado con fondos europeos, se ha centrado en buscar una alternativa biológica para el control de esta especie. El equipo del proyecto seleccionó la especie Neoseiulus californicus porque, pese a que no es tan voraz como el Phytoseiulus, necesita al menos un 60% de humedad y temperaturas entre quince y treinta grados centígrados. La tarea de seleccionar la variedad más eficaz en condiciones áridas fue relativamente fácil, ya que el ácaro habita regiones geográficas y climáticas variadas. Los científicos participantes en el proyecto valoraron varias herramientas diagnósticas para diferenciar las características morfológicas y morfométricas de los ácaros candidatos. El objetivo era garantizar la conservación de las características físicas establecidas por el estudio. Curiosamente, existen asociaciones entre el ácaro depredador y distintas bacterias por lo que se evaluó la idoneidad de distintos microbios para las variedades seleccionadas, así como la influencia de los microorganismos en el huésped. El trabajo se realizó en un total de tres cultivos vulnerables a la araña roja, una plaga común en la industria de la horticultura en Europa. A partir de estos resultados se desarrollaron métodos económicos de producción y transporte comercial. El proyecto Euromite concluyó la investigación de un mecanismo de control biológico y valoró el potencial de comercialización y los beneficios económicos que podría suponer para Europa. Este estudio permitirá lograr cultivos más seguros y sanos en el sur de Europa, de donde proceden la mayoría de las frutas y las verduras del continente. En el resto de Europa, la producción hortícola en invernaderos de cristal o plástico también puede llegar a beneficiarse de la aplicación de esta relación huésped-parásito.