La investigación sobre una vacuna contra la fiebre aftosa es decisiva, según investigadores estadounidenses
La propagación de la fiebre aftosa en Europa, desde el Reino Unido hasta Francia, Irlanda y los Países Bajos, ha provocado una creciente preocupación en las poblaciones agrícolas de todo el mundo, y un acalorado debate en la Unión Europea sobre la vacunación contra esta enfermedad, que afecta al ganado vacuno, los cerdos, las ovejas y otros animales. Al otro lado del Atlántico, sin embargo, un equipo de científicos estadounidenses cree que la solución puede estar en una mayor investigación. El dilema se plantea porque cuando un animal está vacunado resulta imposible saber si en realidad está enfermo porque los animales sanos son portadores de los mismos anticuerpos que los infectados. Como la detección inmediata de la enfermedad es decisiva para evitar su propagación, la Unión Europea decidió en 1992 prohibir la vacunación contra la fiebre aftosa. La vacunación también está prohibida en otras partes del mundo, incluidos EEUU y Japón, y la negativa de estos países a importar ganado vacunado contra la fiebre aftosa presiona a la Unión Europea para que no reintroduzca el procedimiento, a pesar de las solicitudes que realizan a ese respecto numerosos interlocutores. La respuesta, de conformidad con un informe publicado en la última edición de la revista Science, "es una prueba que separe a los animales vacunados de los animales infectados", o bien desarrollar vacunas con un espectro más amplio que protejan contra más de una cepa del virus de la fiebre aftosa. Las vacunas disponibles en la actualidad sólo afectan a cepas específicas de fiebre aftosa, y es necesario añadirles reforzantes de manera periódica para garantizar una protección continuada contra la enfermedad, lo cual eleva los costes. De conformidad con el informe, un foco de fiebre aftosa en un solo condado de California podría costar hasta 1.900 millones de dólares estadounidenses a lo largo de un período de dos años si otros países rechazan su carne. En conclusión, estas preocupaciones económicas confirman la urgencia de profundizar en la investigación de una vacuna contra la fiebre aftosa.