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Biotecnología - comparación entre la UE y EEUU

Cuando se espera que la investigación biotecnológica ocupe en Europa un lugar de primera fila en el futuro VI Programa Marco, un reciente artículo de Patrice Laget y Mark Cantley, publicado en Issues in Science and Technology, señala que los desafíos éticos y económicos plante...

Cuando se espera que la investigación biotecnológica ocupe en Europa un lugar de primera fila en el futuro VI Programa Marco, un reciente artículo de Patrice Laget y Mark Cantley, publicado en Issues in Science and Technology, señala que los desafíos éticos y económicos planteados por el acelerado ritmo de cambio en biotecnología continúan creando barreras entre los investigadores de EEUU y de la UE. En ambas orillas del Atlántico se están produciendo avances en biotecnología, pero existen diferencias gigantescas en la forma en que la opinión pública recibe los recientes desarrollos científicos en este campo. Estos contextos políticos diferentes han creado enormes divergencias en el enfoque de la reglamentación. Una mayor concienciación pública y el diálogo trasatlántico pueden ayudar a invertir esta tendencia, permitiendo una mayor convergencia política y sentando las bases para un aumento de la cooperación. Una barrera de esta clase es la sensación que tienen algunos estadounidenses de que Europa es "anti-ciencia", según los autores del artículo, impresión alimentada por el intenso debate público sobre la seguridad de ciertas aplicaciones biotecnológicas. Los resultados de una reciente encuesta del Eurobarómetro muestran que la mayoría de los europeos se muestran escépticos ante los alimentos producidos con intervención de la bioingeniería: dos tercios afirman que no comprarían productos genéticamente modificados, aunque tuviesen mejor sabor. Patrice Laget y Mark Cantley dicen que la causa podría ser que los europeos se han visto tradicionalmente perjudicados por la elección: "A pocos europeos se les han ofrecidos alimentos genéticamente modificados que tengan mayor atractivo para los consumidores. Los europeos tienen muy buenos alimentos, y gran abundancia de ellos. Los primeros productos importantes genéticamente modificados han sido transformados de un modo beneficioso para las empresas fitosanitarias, los proveedores de semillas o los agricultores, pero no para el consumidor." Sin embargo, a pesar del escepticismo que se percibe en los consumidores europeos, la inversión de la UE en investigación biotecnológica se encuentra a la par con los niveles de EEUU: más de 2 millones de dólares anuales. En el IV Programa Marco de IDT de la UE los gobiernos de los Estados miembros aportaron 10.000 millones de dólares a la investigación en biotecnología, a los que se añadieron 600 millones de dólares de la Comisión Europea. Esta suma se dividió aproximadamente entre medicina humana y animal, por una parte, y alimentación y agricultura, por la otra. En la asignación de los presupuestos del Programa Marco también ha habido variaciones en la importancia otorgada a cada sector, y el porcentaje concedido a las ciencias de la vida se ha ampliado con rapidez hasta llegar a su actual nivel del 20 por ciento. Esto se ha visto acompañado por un notable incremento en los fondos de los Programas Marco desde que se estableció el primer PM en el decenio de 1980: desde los 3.500 millones de dólares a los 14.000 millones correspondientes al VPM actualmente en curso. A ello se añaden las aportaciones del sector privado, ya que las grandes empresas europeas realizan grandes inversiones en biotecnología. Europa también ha asistido a la creación de más de mil PYME en el sector biotecnológico. El número de empresas de biotecnología en Europa es comparable al existente en EEUU, aunque las empresas europeas sólo emplean un tercio de las personas que trabajan en empresas semejantes de EEUU. El enfoque de la regulación de la investigación biotecnológica entre EEUU y la UE también difiere ampliamente, y en los últimos años la divergencia se ha vuelto más marcada ante el creciente interés público por la seguridad de la ingeniería genética. En la actualidad la política reguladora se distingue con claridad entre el enfoque estadounidense, que confía el control de los nuevos desarrollos de alimentos y fármacos a las leyes y los órganos reglamentarios ya existentes, y el enfoque europeo que, impulsado por la preocupación de los ciudadanos, ha creado normativas oficiales específicas para los productos de la investigación biotecnológica. Esta diferencia no ha surgido a causa de una división de opiniones entre los expertos, sino debido a la presión pública a favor de una garantía independiente de la seguridad de los nuevos desarrollos, provocada por acontecimientos tales como la crisis de la EEB y la creciente influencia de los partidos políticos "verdes" en Europa. A pesar de la aprobación en 1997 de una reglamentación sobre alimentos nuevos que exige la autorización de los alimentos e ingredientes genéticamente modificados, se ha incrementado la preocupación por la seguridad alimentaria. En 1999 el Consejo de Ministros europeo aprobó una moratoria de facto en la autorización comercial de los cultivos genéticamente modificados. El texto revisado definitivo de la Directiva sobre liberación en el medio ambiente de organismos modificados genéticamente conocida como 90/220, que pondrá fin a la moratoria, se encuentra actualmente a la espera de su aprobación definitiva. La Comisión se propone afrontar el problema de la evaluación de riesgos en biotecnología mediante la creación de una Autoridad de Seguridad Alimentaria independiente, propuesta lanzada en 2000 con el respaldo del Parlamento Europeo. El nuevo órgano, independiente de la CE y de los gobiernos nacionales, se responsabilizará de garantizar la integridad e imparcialidad de los criterios de seguridad alimentaria, dejando la potestad reguladora a los Estados miembros. La aprobación oficial por parte de la Comisión está prevista para 2002. La Comisión ha publicado asimismo un proyecto de comunicación sobre el principio cautelar según el cual, en casos de incertidumbre o cuando existan posibles peligros, la Comisión debe optar por la precaución al autorizar los desarrollos científicos. Aunque los partidarios del enfoque estadounidense de la regulación puedan considerarlo como no eficiente, el principio mencionado se propone combinar unas normas de seguridad rigurosas con un mínimo de barreras a la innovación. Esto constituye un factor esencial para recuperar la confianza pública en los desarrollos de la biotecnología y acelerar la innovación segura. Sin embargo, a pesar de la amplia y, al parecer, creciente distancia entre los enfoques estadounidenses y europeos de las aplicaciones biotecnológicas, sí existe una base histórica para el desarrollo de un enfoque común. Un grupo operativo UE/EEUU ha trabajado durante los últimos 10 años sobre la posibilidad de unificar las perspectivas acerca de una política de evaluación de riesgos. En mayo de 2000 el Presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, y el Presidente estadounidense, Bill Clinton, crearon un Foro consultivo sobre biotecnología en el que se reúne una amplia gama de profesionales de EEUU y de la UE para tratar de llegar a un punto de vista común sobre la cuestión, que ayude a fomentar un clima de cooperación a ambos lados del Atlántico.

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