Un estudio comunitario deshace unos cuantos mitos acerca de la actitud del público con la biotecnología
Las conclusiones de un estudio subvencionado por la UE apuntan a que las percepciones habituales de lo que se supone que es la actitud de la opinión pública hacia la biotecnología no pasan de meros mitos. El informe titulado "Public perceptions of agricultural biotechnologies in Europe" (PABE, o Percepciones públicas de las biotecnologías agrícolas en Europa), financiado con cargo a la prioridad "Agricultura y pesca" del IV Programa Marco de investigación, ha destapado lo infundado de un buen número de prejuicios corrientes acerca de cómo percibe el ciudadano las nuevas tecnologías agrícolas. No se ha encontrado prueba alguna de que la resistencia pública a las biotecnologías pueda achacarse a una mezcla de ignorancia y aspiración a una sociedad libre de todo riesgo. La gente parte del principio de que la ciencia no puede predecir con seguridad todos los efectos futuros de la nueva tecnología, por lo que cree conveniente que estas incertidumbres inherentes e ineludibles sean reconocidas por las instituciones expertas y se tengan en cuenta en el proceso de toma de decisiones. El profesor Brian Wynne, coordinador del grupo de investigación, ha declarado lo siguiente: "El ciudadano de a pie asume la parte de incertidumbre y la necesidad de arriesgarse a cambio de obtener beneficios. Ahora, la mayoría de la gente duda que los beneficios de los organismos modificados genéticamente en el sector agrícola representen una necesidad social que merezca la pena y justifique la posibilidad, aun remota, de que se genere un riesgo de larga duración". Las conclusiones del estudio apuntan a que, sin menospreciar el mérito propio de los programas públicos de educación e información, se frustrarán los intentos de alentar la aceptación pública de la biotecnología agrícola. Es necesario echar mano de la contribución ciudadana proveniente de ejercicios de recopilación para perfilar procedimientos de evaluación del riesgo y políticas de investigación. "En la raíz del conflicto no está la tecnología, sino el tratamiento institucional de estos asuntos", indica Brian Wynne. El coordinador del grupo aboga por que, antes que negar los puntos oscuros y estigmatizar esta cuestión como un conflicto entre la materialización de oportunidades comerciales y el vencimiento de la irracionalidad de que da prueba la opinión pública, los responsables institucionales deberían sentar las bases de un diálogo abierto en torno a la orientación de la investigación científica. El proyecto PABE lo llevó a cabo entre 1998 y 2000 un grupo interdisciplinario de investigadores procedentes del Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y España. Basándose en grupos de muestra y entrevistas, recabaron datos sobre los factores sociales, éticos y culturales que ordenan las respuestas públicas a los alimentos transgénicos. De lo que se trataba era de averiguar las implicaciones de dichos factores en la formulación estratégica en los ámbitos nacional y europeo.