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Un nuevo estudio pone en duda los beneficios que aportan los ácidos grasos omega-3

Un nuevo estudio británico ha puesto en duda los beneficios tan difundidos que aporta el consumo de ácidos grasos omega 3. Sus autores evaluaron 15.159 estudios de los cuales seleccionaron 89 porque consideraron que se basaban en fundamentos suficientemente sólidos. Aunque la ...

Un nuevo estudio británico ha puesto en duda los beneficios tan difundidos que aporta el consumo de ácidos grasos omega 3. Sus autores evaluaron 15.159 estudios de los cuales seleccionaron 89 porque consideraron que se basaban en fundamentos suficientemente sólidos. Aunque la ingesta de ácidos grasos omega-3 no parece ser perjudicial para la salud, el equipo descubrió que "los ácidos grasos omega-3 no tienen ningún efecto claro sobre la mortalidad total ni sobre los problemas cardiovasculares combinados ni protejen contra el cáncer". Se considera que los ácidos grasos omega-3 son imprescindibles para la salud pero el cuerpo humano no es capaz de fabricarlos y, por lo tanto, deben ser ingeridos. Los ácidos grasos omega-3 han sido objeto de una gran publicidad respecto a sus beneficios para la salud. Muchas de las alegaciones tienen un origen científico dudoso. Por ejemplo, el papel que los omega 3 desempeñan en las funciones mentales es muy controvertida. Sin embargo, continua siendo generalmente aceptado el beneficio de estas grasas en pacientes que ya han sufrido un infarto de miocardio. Este nuevo estudio, publicado en el British Medical Journal, ha puesto en duda estos beneficios para la salud. En los últimos años, la utilización de grasas de pescado, especialmente los ácidos grasos ricos en omega-3, han estado asociados con una miríada de beneficios para la salud, desde la mejora de la función cardiaca al aumento de la memoria o, incluso, de la inteligencia. El equipo panbritánico dirigido por el profesor Lee Hooper, de la universidad de East-Anglia, realizó un metaanálilsis de los estudios sobre omega-3. El análisis reveló que los efectos del omega-3 son contradictorios. La mayoría de los estudios mostraron un efecto insignificante o ligeramente positivo. Sin embargo, uno de ellos, el estudio DART (diet and angina randomized trial) realizado en 1989 reveló que, de tener alguno, los efectos serían ligeramente perjudiciales. De hecho, DART estableció que el número de muertes súbitas de origen cardiaco era más alto en un grupo que tomaba un suplemento de omega-3 en cápsulas, pero "los omegas-3 que provienen de los peces grasos poseen efectos diferentes de los que tienen los suplementos a base de aceite de pescado aunque esto fue investigado por Burr et al [el estudio DART] y no encontró una explicación de las diferencias", lo que deja sin resolver la raíz de esta anomalía. Los investigadores consideran que debe ser importante distinguir entre los tipos de enfermedades cardiacas, por ejemplo entre los pacientes que han sufrido angina de pecho, y los que han sufrido un infarto agudo de miocardio (ataque al corazón). Concluyen que no existe "una prueba sólida de que los ácidos grasos de omega 3 protejan contra las incidencias cardiovasculares" pero que "probablemente no es apropiado recomendar a las personas que han sufrido una angina de pecho pero no un infarto de miocardio que consuman un alto nivel de omega-3". El equipo llegó también a la conclusión de que "no hay pruebas de que los ácidos grasos de omega-3 tengan efecto en la incidencia del cáncer". El problema inicial al que se enfrentó el equipo fue la gran divergencia entre los estudios: cómo se administro el omega-3, en qué cantidades y qué tipos. Finalmente, concluyeron que: "Los resultados obtenidos no eliminan la hipótesis de que los omega 3 tengan efecto sobre la mortalidad total, ya que ensayos fidedignos con un margen bajo de error muestran un número escaso de muertes. No hay pruebas de que la fuente (régimen alimentario o suplementos) y la dosis de omega-3 hayan tenido un impacto en la eficacia de los ácidos grasos omega-3 de cadena larga. Una posible razón de los efectos perjudiciales de los omega-3, constatados en un estudio, podría ser los niveles de contaminación en los peces. Los bancos de peces están disminuyendo y los contaminantes, como el mercurio y los productos químicos similares a las dioxinas, presentes en los peces aumentan. La exposición a largo plazo a los contaminantes presentes en los peces podría afectar a los beneficios que aportan los omega-3. La única forma de separar ambos es realizar más estudios sobre los efectos del omega-3 y del pescado en la salud. Fuentes alternativas de ácidos grasos omega-3, como el camarón antártico, serán pronto comercializadas. Científicos estadounidenses han creado recientemente cerdos genéticamente modificados que sintetizan sus propios omega-3. "Podríamos utilizar estos animales como modelo para ver lo que le pasa a la salud del corazón si aumentamos los niveles de omega-3 en el cuerpo", señaló el Dr. Randy Prather de la universidad de Pittsburgh. La UE ha financiado algunos proyectos sobre ácidos grasos omega-3, incluido un estudio sobre la producción de estos ácidos grasos y las aplicaciones en la industria alimentaria, y un proyecto sobre omega-3 en los huevos de gallina.

Países

Reino Unido