¿Deberíamos acabar con la fuga de cerebros? Pros y contras de la movilidad científica
Los investigadores han sido siempre trabajadores con una relativa movilidad y se acepta generalizadamente que la cooperación internacional y los intercambios de ideas son esenciales para el avance de la ciencia. Pero, ¿qué ocurre si el flujo de investigadores se produce sólo en una dirección? ¿Cómo pueden los países más pobres parar el éxodo masivo de los mejores y más brillantes hacia los países más ricos? Desde un punto de vista más cercano, ¿cómo puede la UE atraer y retener a los mejores investigadores? Estas cuestiones se debatieron en el Foro Abierto de la Eurociencia, celebrado en Múnich el 17 de julio, por un panel en el que se participaron dos investigadores que habían venido a Europa para promover sus carreras profesionales. Poniendo la cuestión dentro de contexto, Mario Cervantes, de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) señaló que la migración de capacidades técnicas no es nada nuevo, en la visita que realizó en Roma a una iglesia del siglo XII, al observar que las vidrieras de colores habían sido realizadas por artesanos franceses y flamencos. Los trabajadores cualificados que emigran actualmente tienden a ser personal médico, especialistas en tecnología de la información (TI), estudiantes, empresarios y, por supuesto, investigadores. Con frecuencia se informa de científicos de talento que han abandonado Europa en busca de un futuro más brillante y probablemente más provechoso en EEUU. También se han planteado cuestiones éticas en relación con la contratación de investigadores de países en vías de desarrollo por parte de instituciones del mundo desarrollado. Sin embargo, detrás de estas anécdotas se esconde una seria falta de datos sobre la movilidad de los investigadores que hace muy difícil el análisis del panorama completo. No obstante, aunque muchos detalles permanecen oscuros, está claro que hay un movimiento global de investigadores, desde los países en vías de desarrollo hacia los desarrollados y, en cierto grado, de los países desarrollados a EEUU. Muy a menudo la prensa presenta esta "fuga de cerebros" como un fenómeno en gran medida negativo, pero como señaló Georges Bingen, de la DG Investigación de la Comisión Europea, la movilidad de los investigadores aporta beneficios. "La circulación de cerebros puede ser extremadamente beneficiosa", declaró. "Transmite conocimiento y crea contactos, y es por esto que la Comisión fomenta la movilidad fuera de Europa". El Sr. Bingen advirtió que la movilidad suponía un problema en los casos en que se producía una reticencia sistemática a volver, y allí donde los mejores talentos eran afectados de manera desproporcionada y donde no existía compensación con los cerebros que llegaban. Entonces, ¿qué induce a los científicos a ir al extranjero y qué pueden hacer, si cabe, sus países de origen para convencerles de que vuelvan? La Dra. Rohini Kuner abandonó su India natal después de licenciarse en farmacia para hacer un doctorado en Estados Unidos. Después vino a Europa, donde emprendió su investigación de postdoctorado en Heidelberg. Su decisión de quedarse en Europa estuvo influida por la "Deutsche Forschungsgemeinschaft" (Fundación Alemana de Investigación - DFG). "A la edad de 30 años tuve la oportunidad de dirigir un grupo de investigación con la ayuda de la DFG", declaró. "Esto es muy importante para retener a jóvenes cerebros". Cuando salió de India, la mayoría de los licenciados en determinadas materias querían irse de allí. Diez años después la situación ha mejorado un poco, ya que los institutos de TI de la India están empezando a obtener una gran reputación y a atraer a licenciados buenos e incluso a investigadores extranjeros. No obstante, estos institutos aún constituyen la excepción a la regla. Señaló que no es suficiente formar a investigadores postdoctorados y esperar a que después vuelvan a su propio país para continuar su investigación. Esto es particularmente relevante en el campo de la investigación biomédica, en el cual llevar a cabo una investigación de talla mundial supone el uso de equipamiento extremadamente caro al que no pueden acceder fácilmente los investigadores en los países en vías de desarrollo. Brian O'Neill propuso una perspectiva alternativa. Es un científico americano especializado en cambio climático que ha pasado los últimos cuatro años trabajando en el Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) en Austria. Describiéndose a sí mismo como un "cerebro circulante", declaró que tenía planeado volver a Estados Unidos en un par de años. Escogió venir a Europa porque en el campo interdisciplinario de la investigación sobre el cambio climático algunos de los mejores trabajos del mundo se realizan en Europa y el IIASA es líder en este campo. Además, la naturaleza internacional tanto de la ciencia como de las políticas relativas al cambio climático se traduce en una amplia experiencia de diferentes comunidades de investigación en todo el mundo, que aumenta su comprensión de los temas. También destacó los beneficios puramente personales de vivir en el extranjero y la oportunidad de aprender idiomas y conocer diferentes culturas. Según el Dr. O�Neill, un factor que impide que muchos investigadores vayan al extranjero es la falta de oportunidades para retornar. En parte esto es una cuestión de visibilidad, o más bien de falta de ella; ciertamente, ojos que no ven, corazón que no siente. Algunos de los que vuelven tienen dificultades también para incorporarse al mercado de trabajo, ya que el tiempo que han pasado en el extranjero puede ser considerado como un tiempo fuera de la escala local de la carrera de investigación. Otro problema que tiene en Austria es la recaudación de fondos; allí hay pocos fondos disponibles para los investigadores extranjeros y los procedimientos para obtenerlos no son claros. De igual modo, le resultará difícil obtener financiación a su regreso a Estados Unidos porque no puede solicitar algunas ayudas hasta que no confirme que tiene un puesto de trabajo allí. Por último están los problemas de trasladarse con la familia. Muy a menudo las esposas de los científicos no pueden obtener permisos de trabajo, haciendo imposible que se trasladen científicos cuyas esposas desean continuar su propia carrera profesional. Los hijos de los investigadores también pueden encontrar dificultades a la hora de integrarse en escuelas foráneas, sobre todo si no hablan el idioma. Todo esto conduce a preguntarse qué pueden hacer los países y regiones como la UE para atraer y retener a científicos. Los participantes del panel se pusieron de acuerdo en que la movilidad internacional era en general algo bueno por las razones anteriormente mencionadas. La clave para conseguir el regreso de investigadores es proporcionarles oportunidades para regresar. La UE lo hace concediendo becas de investigación para estudiar fuera de la UE poniendo como condición a los beneficiarios de las becas regresar a la UE al término de las mismas. La iniciativa ERA-Link, lanzada recientemente, garantiza también que los investigadores que abandonan la UE para ir a EEUU puedan seguir en contacto unos con otros y con investigadores en la UE. Para ayudar a los científicos que no son de la UE a trabajar en la UE la Comisión ha creado un visado científico especial además de un programa de ayuda a los investigadores para solucionar problemas fiscales o solventar dificultades a la hora de afincar a sus familias en el país que las alberga. Por último, la mejor forma de atraer científicos hacia Europa es, no obstante, mejorando las condiciones de trabajo y la carrera profesional y, para ello se requiere de una mayor inversión en investigación y desarrollo por parte de los gobiernos y del sector privado.