La AESA y las agencias nacionales de seguridad alimentaria estrechan la cooperación científica
Los representantes de las agencias nacionales de seguridad alimentaria y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) han suscrito una "declaración de intenciones" por la que se comprometen a intensificar la cooperación científica y el intercambio de información sobre evaluación del riesgo. Los firmantes de las agencias nacionales, que componen el Foro Consultivo de la AESA, prometen "continuar el desarrollo de las asociaciones y redes científicas existentes, aprovechando todas las herramientas legales, administrativas y financieras disponibles para reforzar la cooperación en materia de evaluación del riesgo en la UE". En virtud del acuerdo, la AESA trabajará con las agencias nacionales y su propio Comité Científico en la definición de una estrategia y hoja de ruta para la cooperación científica, que, antes de finales de 2006, se presentará al Foro Consultivo para su aprobación. La declaración se apoya en las recomendaciones emitidas por un grupo de trabajo de representantes de las agencias nacionales constituido en 2005 para aportar datos a los programas del Comité Científico, paneles y grupos de expertos de la AESA. Catherine Geslain-Lanéelle, directora ejecutiva de la AESA, expresó su satisfacción por una iniciativa que, según dijo, estaba en consonancia con el objetivo fundacional de la AESA consistente en reforzar la coherencia en materia de evaluación del riesgo en la UE. "La AESA tiene como finalidad proporcionar la mejor ciencia, en el momento oportuno y de la manera más adecuada. Esto sólo se puede conseguir mediante la movilización y apalancamiento, a nivel europeo, de los recursos y conocimientos de evaluación y comunicación del riesgo de todos los socios", ha declarado. El objetivo es que el acuerdo garantice, entre otras cosas, la correspondencia de recursos y prioridades, la coordinación óptima de los programas de trabajo para evitar la duplicación de actividades, la detección precoz y análisis de riesgos emergentes, y, por último, más coherencia en la evaluación y comunicación científicas del riesgo.