¡Fruta, bendita fruta!
Se calcula que las industrias de frutas y vegetales europeas generan unos 30 millones de toneladas de residuos al año. Aunque repletos de valiosos nutrientes y biomasa, la mayoría de los residuos es enviado a los vertederos o se utiliza como abono de baja calidad y pienso para animales sin tratar. Grub's Up, un proyecto financiado por la UE, pretende poner fin a estos residuos evaluando las tecnologías en desarrollo que puedan ser utilizadas para reciclar los excedentes de pulpa de fruta y de vegetales que sobran de la producción para ser utilizados dentro de la cadena alimentaria, en forma de productos tales como aditivos alimentarios de alto valor añadido. El objetivo general del proyecto es mejorar la calidad y seguridad de los alimentos, al tiempo que se reduce el impacto medioambiental de los residuos. Según Igor Kobek, de ttz Bremerhaven, uno de los socios del proyecto, el aceite de oliva es un buen ejemplo de por qué son tan necesarias estas tecnologías. La producción de aceite de oliva ha aumentado significativamente en los últimos años como respuesta a la creciente demanda de los consumidores. «Después de presionar las olivas, se deshecha mucha pulpa que es difícil de tratar porque no es biodegradable», informó a Noticias CORDIS el Sr. Kobek. «Antes se consideraba la pulpa como un residuo porque no existían las tecnologías para utilizar este producto». El Sr. Kobek cree que no se hablará más de residuos porque hay técnicas de extracción, lavado y fermentación que pueden transformar por completo los deshechos de la fruta y los vegetales en aditivos y fertilizantes alimentarios. «La aceituna, por ejemplo, contiene polifenoles de alto valor que se pueden extraer de la pulpa y añadir al pan. El extracto de semilla de uva podría utilizarse también en el pan o el yogur», resume el Sr.Kobek quien añadió que el concepto no difiere de la tendencia actual a añadir Omega 3 en los panes y otros productos alimentarios. Entre otros ejemplos está la pulpa de la zanahoria, el cítrico, y la piel de la patata, que podrían ser transformados en fibra dietética para añadir valor nutricional a otros alimentos en forma de vitaminas y oxidantes. Por otro lado, la masa de aceituna prensada y la malta utilizada pueden producir pectina y utilizarse como agente gelificante en los alimentos. Los socios del proyecto evalúan actualmente el impacto que podrían tener en el medio ambiente y la calidad de alimentos ocho tecnologías. También están valorando si estas tecnologías pueden realmente cumplir con las necesidades de la industria y sin son económicamente viables. El cambio en las líneas de producción puede costar mucho tiempo y dinero. Además, mientras muchos de los sabores naturales se podrían vender a casi 50 veces el precio de los equivalentes artificiales, las materias primas son más caras. Pero, la creciente demanda de los consumidores por opciones alimentarias más sanas, hace que el Sr. Kobek se muestre optimista en que los fabricantes encontrarán un mercado para estos productos y obtendrán ingresos de la inversión realizada. «Tenemos los resultados de la investigación realizada sobre estos procesos y tecnologías de producción. Ahora debemos demostrar la manera en que se puedan aplicar a la industria», declaró el Sr. Kobek. Para favorecer este proceso, el consorcio del proyecto está analizando actualmente los resultados de un informe que dirigió sobre las necesidades y en el que participaron 1.000 empresas procedentes del sector de frutas y vegetales. Además, ha organizado seminarios de transferencia tecnológica en los que se darán cita investigadores, fabricantes de alimentos y otros especialistas y se difundirá una guía donde se describen las tecnologías seleccionadas y su aplicación industrial.
Países
Alemania