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China aspira a convertirse en una superpotencia científica

China va en camino de convertirse en una superpotencia científica, gracias a la enorme inversión pública en investigación y desarrollo (I+D) y al fuerte sector de población activa dedicada al sector científico y tecnológico. Pero este aumento se podría ver obstaculizado por el...

China va en camino de convertirse en una superpotencia científica, gracias a la enorme inversión pública en investigación y desarrollo (I+D) y al fuerte sector de población activa dedicada al sector científico y tecnológico. Pero este aumento se podría ver obstaculizado por el rígido sistema político y por la «mala conducta en investigación» del país, según advierte un informe recientemente publicado por Demos, un gabinete estratégico de Reino Unido. «El Atlas de las Ideas: diseñar la nueva geografía de la ciencia», incluye informes sobre la rapidez con que surgen las innovaciones científicas en las economías emergentes de China, India y Corea del Sur. En cuanto a China, el informe describe los factores clave que llevan a un creciente aumento de la sólida base de investigación del país, como es el gasto estatal. «Ahora mismo, el país se encuentra en la fase temprana del programa de inversión en investigación más ambicioso desde que John F. Kennedy se embarcara en la carrera hacia la luna», afirman los autores del informe. Desde 1999, la inversión en I+D de China ha aumentado en más del 20% anual. En 2005, alcanzó el 1,3% del PIB, desde el 0,7% de 1998. El país tiene previsto gastar para 2020 hasta un 2,5% de su PIB en investigación. En diciembre de 2006, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) anunció que China se había situado por primera vez por delante de Japón, para convertirse en el segundo mayor inversor del mundo en I+D, después de EE.UU. Los países europeos, por su parte, luchan por avanzar hacia el objetivo de Lisboa del 3% del PIB, señala el informe. Otro de los factores que determina la innovación científica del país es la fortaleza de la población activa dedicada al sector científico. El informe calcula que las universidades chinas producen cada año 4,2 millones de nuevos estudiantes, cuatro veces la cifra de mediados de la década de 1990. Un gran porcentaje estudia ciencias, concretamente ingeniería y tecnología de la información. En total, hay actualmente en China 2,25 millones de científicos e ingenieros. China ha presenciado también el retorno de gran parte de los científicos que abandonaron el país durante y después la Revolución Cultural. El informe calcula que en los últimos cinco o seis años, lo que empezó siendo un goteo de retornados se ha convertido en un flujo continuo y, aproximadamente, 170.000 personas se han sentido atraídas a volver motivadas por una mezcla de lealtad nacional, vínculos familiares e incentivos gubernamentales. Como resultado de tener una población activa recuperada y bien cualificada, China ha experimentado un marcado aumento en el número de publicaciones y citaciones científicas. En términos de cantidad, la contribución de China se ha incrementado bruscamente, desde en torno al 2% de la participación mundial en 1995 al 6,5% en 2004, cifra que contrasta con el 35% de los Quince de la UE, esto es, los 15 países que formaban la UE hasta su ampliación en 2004. En relación con las patentes, las solicitudes de invenciones han aumentado desde 2000 un 23% al año. El informe sugiere que el conjunto de estas cifras esconde áreas de gran fortaleza relativas a la base de investigación de China y señala un reciente análisis de las publicaciones de nanociencias que demuestra que China se sitúa ahora en el tercer lugar del mundo, justo por detrás de Japón, y algo más alejada de EE.UU. De igual forma, las cifras nacionales ocultan el sólido rendimiento por separado de algunas universidades. Un estudio descubrió que la Universidad de Pekín se situaba entre el 1% de las primeras instituciones mundiales en cuanto a menciones de física, química, ingeniería, materiales, matemáticas y medicina clínica. Otras cinco universidades chinas figuraban entre el 1% de las primeras en al menos uno de estos campos. Pero, a pesar de las abundantes pruebas que sugieren que China está llegando alto y con rapidez, el informe descubre también algunas de las debilidades del sistema actual. Probablemente el mayor desafío sea, según el informe, la apertura del sistema que permita el libre movimiento de personas e ideas. «La creatividad depende en última instancia de la apertura y la libertad para debatir y estar en desacuerdo», argumentan los autores del informe. «Es necesaria otra reforma del sistema político y educativo pero, con 1.300 millones de cerebros donde nutrirse, las perspectivas de la innovación china nunca fueron tan brillantes». También es crucial para el éxito que China aborde la gobernanza y la regulación de la base de investigación del país. Varios incidentes de plagio de alto nivel y una mala práctica de investigación llevaron al Ministerio de Ciencia y Tecnología a introducir una serie de medidas, como la creación de una oficina especial para la integridad de la investigación, nuevas multas severas por plagio y falsificación de datos y el reforzamiento del sistema de evaluación de proyectos. No obstante, para que estas políticas tengan efecto tendrá que pasar algún tiempo, afirman los autores, quienes, mientras tanto, apuntan a la necesidad de más y mejores alianzas entre científicos, expertos en ética y responsables políticos y sus homólogos del extranjero. Al hacerlo, ambas partes se beneficiarán, argumenta el informe. Un ejemplo de éxito de una alianza ética ha sido el proyecto BIONET financiado por la UE. El proyecto reúne a científicos, científicos sociales y profesionales de China y Europa para intercambiar ideas y desarrollar enfoques comunes en torno a la gobernanza de la biomedicina. El objetivo de la red es apoyar la investigación común, informar a la política y crear un ambiente propicio para que los participantes solucionen las cuestiones éticas que plantea su trabajo. Nikolas Rose, coordinador de BIONET, dice que tienen previsto comenzar analizando dos áreas: la investigación con células madre y la farmacogenética. Los intentos por armonizar los marcos éticos no deberían, argumenta, incluir «la imposición unitaria de los valores europeos en China a costa de sus propias tradiciones éticas y culturales».

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