La comunidad investigadora busca respuestas sobre el EEI en un congreso de la ESF
«Pienso que en la agenda política de Europa hay espacio para llevar a cabo durante el año próximo un debate interesante sobre el futuro», declaró Ian Halliday, Presidente de la Fundación Europea de la Ciencia (ESF), en el acto inaugural del congreso sobre el espacio mundial de investigación (Glorea), patrocinado por la ESF. «Oportunidades de este tipo no se presentan muy a menudo y opino que éste es uno de los momentos en que, con un empujón coherente y objetivos bien definidos, podríamos lograr que las clases políticas nos apoyen y se movilicen. Estoy convencido de que hay grandes beneficios potenciales para Europa», añadió el presidente de la ESF. Desde que la Comisión Europea iniciara un debate sobre el futuro del espacio europeo de investigación (EEI) hace unos meses, el debate se ha centrado en combatir la fragmentación del paisaje científico de Europa y en proponer una versión del EEI que refleje todos los intereses de todas las partes afectadas de Europa. Además de responder a la petición de comentarios sobre el EEI realizada por la Comisión Europea, la Fundación Europea de la Ciencia también organizó su primer congreso sobre política de la ciencia el 28 de noviembre de 2007 para ofrecer a las partes interesadas una oportunidad de expresar sus propias opiniones con respecto a este plan, cuyo propósito es tener efectos de gran alcance en la ciencia europea. Si los participantes esperaban respuestas, debieron quedar decepcionados, ya que en el congreso se abordaron temas que sólo podían rebatirse con muchas más preguntas. En primer lugar, el profesor Halliday preguntó cuál debería ser la agenda científica para Europa. ¿La investigación de Blue Skies o la investigación de Blue Skies más innovación? ¿Deberían los gobiernos tener un papel más activo por lo que se refiere a forzar la innovación? ¿O se debería alentar a los investigadores a explorar posibilidades que nunca nadie había imaginado antes? «Lo que es más importante y más difícil aún: ¿cómo puede uno aplicar la ciencia a las posibilidades que podrían existir, pero que uno no conoce realmente?», preguntó el profesor Halliday, Presidente de la ESF y físico teórico de partículas. «Mi ejemplo preferido son los estadounidenses, que aprovechan la tecnología de todos y se adaptan a ella para hacer que Internet funcione. Piensen en las repercusiones para la sociedad. No fue una solución para necesidades sociales. Fue lo siguiente: aquí hay algo interesante que es más que simple ciencia madura. ¿Cómo lo hacemos funcionar, cómo hacemos para que se convierta en algo?» Con respecto a lo que se consideraba «competencia sana», el profesor Halliday trató de subrayar la duplicación del esfuerzo y la fragmentación de la investigación y de los fondos para la investigación en los Estados miembros. El Consejo Europeo de Investigación debería evitar estos escollos, afirmó. «¿A qué me refiero cuando hablo de duplicación? Me refiero a que en el Reino Unido, en Suecia, o en cualquier otro lugar, puede existir el temor de que se está financiando algún proyecto idéntico a otro que se está financiando en Italia, por ejemplo. Y permítanme ustedes que aluda a mi experiencia. En el Reino Unido se llevó a cabo el mejor experimento sobre la materia oscura de Europa. Lo mismo ocurrió en Francia y en Italia. Esto no puede ser todo verdad. Se sospecha, y con motivo, que el dinero podría haberse gastado mejor. Y esto se repite muy a menudo en toda Europa. Entonces ¿cómo logramos ese tipo de claridad y transparencia?» Según Colin Blakemore, neurocientífico de Oxford y jefe del consejo de investigación médica del Reino Unido hasta el pasado octubre, la cooperación no debería considerarse un fin en sí mismo. «No se debería perder de vista el objetivo más amplio: que la integración y la cooperación no son fines en sí mismos. Son medios para lograr el mayor beneficio de la ciencia. ¿Lo son siempre? ¿Es absolutamente esencial que para que Europa tenga éxito en la ciencia tiene que haber impuesto una cooperación transnacional? Vale la pena que reflexionemos sobre esto», afirmó. También señaló colaboraciones e infraestructuras científicas de éxito europeas donde era necesaria la cooperación, como el gran colisionador de hadrones del CERN, en Ginebra, o el proyecto del genoma humano y el instituto europeo de bioinformática. «Los ejemplos son varios, pero hay que tener en cuenta que, en cada caso, se puede atribuir la necesidad de cooperación al logro de un objetivo y una meta científicos, en vez de imponer la cooperación por la cooperación misma», observó el profesor Blakemore. «Tenemos que ser muy prudentes y reconocer que aquello que impulsa la cooperación no es la cooperación misma, sino la meta de brindar un mejor apoyo a la ciencia allí donde la cooperación es esencial.» El profesor prosiguió explicando su opinión de que si la ciencia de Estados Unidos es dominante en el mundo, esto no ha ocurrido mediante una cooperación impuesta, sino a través del estímulo de la excelencia individual y el estímulo de esta excelencia mediante los recursos adecuados. Admitió que a través del Séptimo Programa Marco (7PM) la Comisión Europea había reconocido la importancia fundamental de esa estrategia para el desarrollo de investigación fundamental de alta calidad y que había integrado estas ideas al establecer el Consejo Europeo de Investigación (CEI). Ahora, según su opinión, el problema es el paradójico reto al que se enfrentan las agencias de financiación nacionales respecto del surgimiento del CEI, el cual está destinado a ser una historia de éxito europea, según la mayoría de las partes interesadas. «Ha habido un apoyo enorme al CEI por parte de las agencias nacionales de financiación. Se consideró un modo de que el programa marco de investigación reconociera mejor la excelencia, escapara del presente control político descendente en ciencia y estrategia y volviera a poner el poder en manos de los científicos, simplemente por medio de la financiación de lo mejor en Europa, donde sea que se encuentre y utilizando esto como modo de impulsar la excelencia mediante la competencia en la ciencia», afirmó. «Y paradójicamente, cuanto más éxito tenga el CEI en lograrlo, más legítimo será preguntar por qué eso es diferente de lo que hacen otras agencias nacionales y, de este modo, las agencias de financiación nacionales estarán sometidas a mayor presión para recortarr los presupuestos y transferirlos al CEI», añadió. Su solución: las agencias nacionales deberían demostrar que juntas son capaces de hacer cosas novedosas e innovadoras a nivel europeo para impulsar juntas la formación del EEI. Andrew Dearing, de la Asociación Europea para la Administración de la Investigación Industrial (EIRMA), al presentar las opiniones sobre el EEI desde la perspectiva del sector privado, afirmó: «En el lenguaje de los negocios podríamos decir que necesitamos establecer y proyectar argumentos empresariales más fuertes a favor del espacio europeo de investigación, de manera que todos, desde el hombre y la mujer de a pie, comprendan que se trata de crear las bases para lograr una sociedad de éxito basada en el intercambio de conocimientos, una sociedad de la que todos se beneficiarán», señaló. «Si no hacemos esto nos quedaremos sin impulso político. Y creo que el modo de hacerlo, y utilizaré aquí mi metáfora preferida, no es sobre la lógica de la orquesta sinfónica, sino sobre la sinfonía de la banda de jazz, haciendo que los protagonistas trabajen al nivel correcto», añadió. Mary Minch, de la Comisión Europea, anunció en este congreso un plan para saltarse la fase del Libro Blanco sobre el espacio europeo de investigación y pasar directamente a los objetivos clave bajo la Presidencia eslovena en 2008.
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