La influencia de los genes en los controles antidopaje
El valor fundamental en todo deporte es el juego limpio, pero para algunos atletas es más una cuestión de ganar a toda costa, aunque ello exija tomar sustancias prohibidas para potenciar su rendimiento. Muchos de estos atletas optan por drogas como los esteroides anabolizantes, una clase de hormonas esteroideas relacionadas con la hormona testosterona. Sin embargo, los análisis de dopaje con testosterona podrían ser inexactos en algunos casos a causa de variaciones genéticas, según ha revelado un nuevo estudio dirigido por el Hospital Universitario Karolinska de Suecia. La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) fija las reglas y normas que rigen el antidopaje en los deportes profesionales y a nivel de aficionado en todo el mundo, pero los investigadores de este estudio aseguran que, si no se tienen en cuenta las variaciones genéticas, los métodos de análisis usados actualmente podrían señalar con el dedo a inocentes. «Los factores genéticos pueden afectar considerablemente a la exactitud y la precisión de los controles de dopaje con testosterona», explicó la Dra. Jenny J. Schulze del Hospital Universitario Karolinska de Suecia, autora principal de este estudio. «Esta es una cuestión interesante no sólo para combatir el dopaje con andrógenos en los deportes, sino también para detectar y prevenir el consumo de andrógenos en la sociedad.» En los análisis de orina en el momento se mide la proporción de dos sustancias químicas, el glucurónido de la testosterona (GT) y el glucurónido de la epitestosterona (GE). El GT es un derivado de la testosterona que se halla en el organismo y que potencia el nivel de hormonas, mientras que el GE sirve de referencia en el análisis, pero no se asocia al metabolismo de la testosterona. Según normas del Comité Olímpico Internacional, una proporción superior a cuatro se considera sospechosa. En el organismo hay un gen específico responsable de producir la enzima UGT2B17, que controla en gran medida la producción de GT a partir de la testosterona. Según los investigadores, hay variaciones comunes de este gen, por lo que los análisis podrían deparar resultados distintos, incluso si se administra la misma dosis de testosterona. Los investigadores analizaron la inserción o supresión de este gen en 145 hombres. En un desglose de la muestra se observa que el 52% de los participantes tenía una copia (inserción/supresión) de este gen, el 33% tenía dos copias (inserción/inserción), mientras que el 15% no tenía ninguna copia (supresión/supresión). Se administró una dosis única de 360 miligramos de testosterona a 55 hombres (17 supresión/supresión; 24 inserción/supresión; y 14 inserción/inserción). Los resultados mostraron que el 40% de los sujetos «supresión/supresión» no alcanzaría el umbral de detección en un control antidopaje común. «Casi la mitad de los sujetos de nuestro estudio que tenían esta variación genética no sería detectada en un control antidopaje común tras una dosis única de 360 miligramos de testosterona», destacó la Dra. Schulze. También es destacable que el 14% de los sujetos «inserción/inserción» excedió el umbral de detección a pesar de no habérseles inyectado testosterona. Según los investigadores, esto significa un porcentaje de resultados positivos falsos de un 9% en una muestra aleatoria de hombres jóvenes. «Los resultados positivos falsos son una cuestión preocupante no sólo para los derechos legales del deportista, sino que también suponen un volumen de trabajo mayor para los laboratorios antidopaje», indicó la Dra. Schulze. Los investigadores aducen que, al fijar los valores de corte de los controles antidopaje, se debería tener en cuenta el genotipo de cada atleta, siempre que sea posible. Añaden que, según los datos más recientes, esta variante es considerablemente más común entre las gentes del este de Asia (aproximadamente el 65%), mientras que entre los blancos de Suecia aparece tan sólo en el 10%. El artículo «Doping Test Results Dependent on Genotype of UGT2B17, the Major Enzyme for Testosterone Glucuronidation» se publicará en el número de junio del Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (JCEM), publicación de The Endocrine Society.
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Suecia