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La presión arterial sistólica, clave para los pacientes mayores, según investigadores de la UE

En contradicción con el método convencional de emplear tanto la presión arterial sistólica como la diastólica para medir y diagnosticar la hipertensión, un equipo de científicos europeos señala ahora que en los pacientes mayores de cincuenta años sólo debe prestarse atención a...

En contradicción con el método convencional de emplear tanto la presión arterial sistólica como la diastólica para medir y diagnosticar la hipertensión, un equipo de científicos europeos señala ahora que en los pacientes mayores de cincuenta años sólo debe prestarse atención a la sistólica. Próximamente se publicará un artículo con sus argumentos en The Lancet. Los científicos, Bryan Williams de la Universidad de Leicester y la Enfermería Real de Leicester (Reino Unido), Lars H. Lindholm del Hospital Universitario de Umeå (Suecia) y Peter Sever del Centro Internacional de Salud Circulatoria del Imperial College de Londres (Reino Unido), opinan que la hipertensión diastólica empieza a perder importancia en comparación con la hipertensión sistólica, que ahora es más prevalente entre los pacientes mayores de cincuenta años. La presión sistólica es la presión arterial que se registra cuando el corazón se contrae. Concretamente, es la presión arterial máxima que se registra durante la contracción del ventrículo izquierdo. Cuando se mide la tensión arterial de un paciente, la primera de las cifras corresponde a la presión sistólica. Un valor normal de ésta es de 120 mm Hg (milímetros de mercurio), siendo recomendable que no supere los 140 mm Hg. La presión arterial diastólica es la presión mínima que se registra en la fase de descanso del ciclo cardíaco, es decir, la presión que hay en las arterias entre latidos, cuando el corazón se distiende para llenarse de sangre. Un valor normal de la presión diastólica es de 80 mm Hg. Según aumenta la edad, también lo hace la presión arterial sistólica, mientras que la diastólica se incrementa solamente hasta los cincuenta años de edad y después disminuye. Tiene una gran importancia porque las enfermedades cardiovasculares suelen hacer acto de presencia alrededor de esta edad. Resumiendo, la hipertensión sistólica va al alza, mientras que la hipertensión diastólica va a la baja o casi está desapareciendo. «Puesto que más del 75% de los hipertensos son mayores de cincuenta años, esta afección se debe mayoritariamente a la presión sistólica», explican los científicos. «Por eso no es lógico usar la presión diastólica para el diagnóstico y el análisis del riesgo en unas poblaciones envejecidas como las nuestras.» Los científicos argumentan que se basan en cuatro factores para afirmar que sólo debe medirse la presión arterial sistólica en los mayores de cincuenta años: (1) la medición de esta presión es más fácil y precisa que la de la diastólica, y permite predecir mejor el riesgo; (2) los pacientes la entenderían mejor; (3) la medición de la presión sistólica simplificaría al médico las decisiones terapéuticas; y (4) mejoraría la efectividad de los tratamientos indicados a quienes padecen hipertensión sistólica y disminuirían las tasas de las enfermedades asociadas o de mortalidad si se creara una campaña sanitaria pública centrada en una cifra única con los mayores de cincuenta en mente. Cabe señalar que los científicos opinan que, efectivamente, en los menores de cincuenta años se deben emplear tanto los valores de la presión sistólica como los de la diastólica. «No obstante, éste es un grupo mucho más reducido que no debería distraernos del mensaje fundamental, que es la innegable importancia de la presión arterial sistólica en la mayoría de pacientes hipertensos», comentan los científicos. Si se evalúa a estos dos grupos de pacientes, se observa que hasta el 40% de los menores de cuarenta años que tienen hipertensión tienen hipertensión diastólica aislada; el porcentaje entre los pacientes de edades comprendidas entre los 40 y los 50 es del 30%. Si, al atender a pacientes más jóvenes, el médico se fija exclusivamente en la presión sistólica, por norma general se conseguirá controlar adecuadamente la presión diastólica, señalan. En cambio, si se prestara atención tan sólo a la presión diastólica en un paciente de riesgo elevado, su presión sistólica no se controlaría como es debido, aseguran. Estos científicos de Suecia y Reino Unido destacan, además, que la presión arterial sistólica debería «pasar a ser el rasgo definitorio y exclusivo de la hipertensión, y la diana principal del tratamiento, en pacientes mayores de cincuenta años». Como resultado, tanto el médico como el paciente podrán manejar mejor la hipertensión y dispondrán de mejores opciones de tratamiento. «Una iniciativa así tendría implicaciones de gran calado en la salud pública, por lo que respecta a la prevención de las enfermedades cardiovasculares relacionadas con la presión arterial», opinan los científicos.