El Consejo de Competitividad resuelve desarrollar la política espacial europea
El pasado 26 de septiembre, el Consejo de Competitividad adoptó la resolución de desarrollar la política espacial de Europa. En la resolución se establecen cuatro áreas prioritarias: espacio y cambio climático; espacio y seguridad; exploración del espacio; y la contribución del espacio a la Estrategia de Lisboa. Los Estados miembros destacaron sobremanera la importancia de la rápida y correcta implementación de Galileo, el sistema de navegación por satélite de la UE, y el GMES (Vigilancia Mundial del Medio Ambiente y la Seguridad). Con la adopción en 2006 del Séptimo Programa Marco (7PM) y su nuevo capítulo dedicado al tema del Espacio, éste ha sido reconocido por la UE como uno de los pilares fundamentales de una sociedad europea basada en el conocimiento. En mayo de 2004 entró en vigor el acuerdo marco entre la Comunidad Europea (CE) y la Agencia Espacial Europea (ESA) y en mayo de 2007 el Consejo Espacial adoptó una resolución que sentaba las bases de la política espacial europea. De forma conjunta, la CE, el Director General de la ESA y los Estados miembros de la Unión Europea y la ESA supervisan y evalúan el proceso de implantación de dicha política. La resolución del pasado viernes estuvo precedida por: el lanzamiento con éxito y la validación en órbita del satélite GIOVE-B, que ha probado tecnologías nuevas y esenciales para el sistema Galileo; la demostración de servicios preoperativos del GMES en el GMES Forum de Lille; y la adopción, por parte del Parlamento Europea y el Consejo, del reglamento relativo a la continuidad de los programas europeos de navegación por satélite (GNSS), que esclarece la cuestión de la gobernanza pública del despliegue de Galileo. La rápida implementación de Galileo y el GMES sigue siendo una de las mayores prioridades. Galileo es una sistema de satélites que obedece al mismo concepto que el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) de Estados Unidos. El GMES es una iniciativa orientada a grupos específicos de usuarios y diseñada para maximizar el uso de los centros, servicios y capacidades de observación de la Tierra, espaciales e in situ, que existen en Europa. Los programas espaciales se caracterizan por la capacidad de observación global y la cobertura a largo plazo, por lo que son ideales para proporcionar datos científicos básicos para la comunidad que investiga el cambio climático. Puesto que los retos que plantea el cambio climático son una cuestión de interés mundial, el Consejo resaltó la necesidad de seguir ampliando los programas espaciales europeos a fin de que «proporcionen la base empírica necesaria para tomar decisiones fundamentales en materia de política ambiental». A la vez que reconoció las respectivas contribuciones a dicho cometido del programa Living Planet de la ESA, las misiones espaciales nacionales de Ciencias de la Tierra, EUMETSAT y el componente espacial GMES, el Consejo instó a la comunidad científica, la CE, la ESA y EUMETSAT a lograr una puesta en común más eficaz de los datos de observación espacial europeos y de GMES relativos al cambio climático. Asimismo, invitó a la Comisión a evaluar la necesidad de la comunidad investigadora de disponer de pleno acceso a datos estandarizados y de mayor potencia computacional, así como a poner a su alcance los medios correspondientes. La reciente resolución del Consejo puso de relieve la necesidad de afianzar la seguridad de los activos espaciales europeos, que actualmente resultan indispensables para la economía, y subrayó la importancia de desarrollar la capacidad europea de «controlar y supervisar su infraestructura espacial y la basura espacial». Asimismo, destacó la necesidad de «definir la forma y los medios necesarios para mejorar la coordinación entre los programas espaciales civiles y de defensa en acuerdos a largo plazo» y de «reconocer la dependencia de Europa de proveedores exteriores por lo que concierne a determinadas tecnologías y componentes espaciales esenciales, establecer estrategias de mitigación para garantizar el acceso europeo, y tomar medidas prácticas orientadas a reducir dicha dependencia». El Consejo cree que Europa debería abordar la exploración del espacio «en el marco de un programa a escala mundial, libre de monopolios ni apropiación por parte de ningún país» y resaltó la necesidad de Europa de una planificación estratégica a largo plazo de dicha exploración. El Consejo expresó su agrado por el lanzamiento del laboratorio Columbus y las satisfactorias pruebas del vehículo automatizado de transferencia (ATV) Julio Verne, a los que describió como «proyectos verdaderamente europeos de desarrollo tecnológico, y elementos cruciales de cara a garantizar el acceso de Europa a la Estación Espacial Internacional (ISS)». Por añadidura, admitió que para que Europa se sitúe como líder en la exploración espacial será indispensable una inversión constante y subrayó «el valor de la exploración europea de cara a animar a los europeos jóvenes a optar por una carrera profesional relacionada con las ciencias y la tecnología». Por lo que respecta a la contribución de las actividades espaciales a la Estrategia de Lisboa, el Consejo enfatizó que el aprovechamiento de los resultados de las investigaciones espaciales de la tecnología más avanzada puede facilitar el logro de los objetivos de Lisboa, por cuanto brindará nuevas oportunidades comerciales y soluciones innovadoras para la prestación de diversos servicios en Europa. A su vez, ello contribuirá a materializar las «ambiciones de la UE y las expectativas de sus ciudadanos en los ámbitos económico, educativo, social y medioambiental». En la resolución se explica que de aplicaciones espaciales como las telecomunicaciones por satélite, los sistemas EGNOS y Galileo y el GMES «se espera que generen sustanciales oportunidades comerciales a nivel mundial, y de manera especial para las PYME, mediante el desarrollo de servicios derivados de valor añadido». Para maximizar el valor que pueden suponer estos activos espaciales para los Estados miembros de la UE, se requiere «un marco reglamentario adecuado, un acceso continuo a espectro radioeléctrico para aplicaciones espaciales, y la elaboración de normas en las áreas pertinentes», según se afirma en la resolución. Según ésta, las principales cuestiones pendientes son promover un enfoque coherente de la cooperación internacional en los programas espaciales; asegurar un acceso abierto y equitativo a los beneficios de las actividades espaciales en términos de políticas públicas, datos científicos, desarrollo tecnológico, actividades y servicios industriales; garantizar la continuidad de un acceso autónomo y fiable en condiciones asequibles; promover el desarrollo de un marco reglamentario adecuado para facilitar la rápida aparición de servicios derivados innovadores y competitivos; y organizar la gobernanza de las actividades espaciales conforme a la Resolución del IV Consejo Espacial y a las ambiciones políticas de la UE y la ESA. En la resolución se destaca también la necesidad de desarrollar «instrumentos y regímenes de financiación de la UE adecuados, teniendo en cuenta los aspectos específicos del sector espacial, la necesidad de reforzar su [...] competitividad y la necesidad de una estructura industrial equilibrada». Otra área donde se considera prioritario actuar es el refuerzo de la cooperación con los países en vías de desarrollo. La Unión Europea y la ESA son agentes espaciales fundamentales, y se proponen situar a Europa entre las principales potencias espaciales en la escena internacional. La resolución adoptada el viernes pasado por el Consejo subraya que todas las actividades espaciales de Europa contribuyen al uso del espacio exterior con fines exclusivamente pacíficos y a «la promoción de la cooperación internacional en la exploración y el uso del espacio exterior». Se reconoció que los programas espaciales europeos respaldan los «continuos esfuerzos de la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (COPUOS) de las Naciones Unidas relativos a la mitigación y prevención de los desechos espaciales».