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Un estudio muestra que las madres conforman el sistema inmune de sus crías para que se adapten al medio ambiente

Según una nueva investigación de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), las ratonas que se sienten amenazadas por alguna enfermedad durante la gestación, suelen tener crías menos agresivas pero con un sistema inmune más eficiente que el de los ratones cuyas madres no corr...

Según una nueva investigación de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), las ratonas que se sienten amenazadas por alguna enfermedad durante la gestación, suelen tener crías menos agresivas pero con un sistema inmune más eficiente que el de los ratones cuyas madres no corrieron riesgo de padecer ninguna infección durante su embarazo. Los hallazgos, publicados en Proceedings of the Royal Society B, ofrecen la primera prueba de que los factores ambientales pueden tener un efecto transgeneracional sobre la respuesta inmune. Así, la percepción de riesgo de enfermedad por parte de la madre determina la habilidad de la cría para combatir infecciones. El estudio da a conocer más información sobre los factores que hacen que un animal sea susceptible a una enfermedad, y tiene también implicaciones para el diseño de experimentos con animales. Muchos animales, entre ellos los ratones y los humanos, son capaces de detectar enfermedades en otros. El olor es un indicador especialmente importante de la presencia de infecciones y, desde hace mucho tiempo, los médicos diagnostican enfermedades en humanos mediante el olor. La fiebre tifoidea se caracteriza por tener un olor a pan horneado, mientras que quienes padecen la fiebre amarilla emanan, a menudo, el olor característico de la carne, por ejemplo. Asimismo, otros investigadores descubrieron que la infección directa de hembras embarazadas repercute sobre el sistema inmunológico de sus crías. En el estudio que nos ocupa, los investigadores esperaban descubrir si la simple presencia de un individuo enfermo en el entorno de ratonas embarazadas podría tener consecuencias inmunológicas para sus crías. Los investigadores colocaron ratonas embarazadas cerca de ratones infectados por Babesia microti, un parásito moderado que se encuentra en la sangre. La ratona embarazada podía ver, oír y oler a sus vecinos infectados, pero no podía tocarlos, por lo que el parásito no la podía infectar ya que la transmisión es posible únicamente a través de la garrapata (no presente en el laboratorio) o el intercambio directo de sangre (que no era posible ya que los animales no se podían tocar). Otro grupo de ratonas embarazadas se colocó cerca de ratones sanos. Los científicos hallaron que las hembras que se encontraban cerca de machos infectados presentaban niveles más altos de la hormona del estrés corticosterona en la sangre. Se sabe que la corticosterona afecta al desarrollo del feto. Por otra parte, las crías de esas hembras resultaron ser mucho menos agresivas que las crías del grupo de control. No obstante, cuando estaban infectadas con B. microti, combatían el parásito de una manera mucho mas eficaz que las crías del grupo de control. Estos hallazgos respaldan investigaciones anteriores que habían sugerido una relación entre la agresión y la respuesta inmune en los ratones. En los ratones adultos, la agresión está vinculada a la dominación social, a la ocupación de territorio y a unas mayores oportunidades de apareamiento. Sin embargo, la conducta agresiva parece tener la contrapartida de una menor resistencia a las enfermedades. En un medio con alto riesgo de enfermedad, aquellos ratones que puedan combatir la infección rápidamente se verán aventajados con respecto a los ratones con sistemas inmunes más débiles. «Parece que las madres de nuestro estudio están preparando a sus crías para el medio en el que vivirán», explicó la Dra. Olivia Curno de la Universidad de Nottingham, quien dirigió del proyecto. Asimismo, los investigadores advierten que sus hallazgos tienen implicaciones para el diseño de experimentos con animales. En la mayoría de las unidades donde se encuentran estos animales, los distintos grupos pueden verse, oírse y olerse. «Nosotros hemos demostrado que, en animales de la misma especie que se encuentran cerca, se produce una percepción mensurable de la enfermedad, percepción que provoca una respuesta de estrés en el animal que la percibe», apuntan los científicos. «Por lo tanto, nuestros resultados subrayan la posibilidad de que el diseño del experimento tenga efectos sustanciales e inesperados en el bienestar de los animales.» Los científicos cuestionan también la validez de considerar a los animales de «control» como «no tratados», ya que estos hallazgos recientes sugieren que estos animales podrían responder a señales de sus vecinos tratados ya sea desde el punto de vista de la fisiología o de la conducta. «Es poco probable que los ratones sean la única especie que posee esta habilidad tan fascinante», comentó la Dra. Curno. «Por consiguiente, nuestro trabajo puede tener implicaciones importantes para nuestro entendimiento de los procesos epidemiológicos y la susceptibilidad individual a la enfermedad en general. Las investigaciones futuras deberían explorar exactamente de qué modo detectan las hembras la enfermedad en sus vecinos y utilizan esta información de un modo tan inteligente.»

Países

Reino Unido