Un estudio sueco asocia la longitud de los telómeros al envejecimiento
Investigadores de Suecia financiados con fondos comunitarios han demostrado que el acortamiento de los telómeros (unas estructuras protectoras situadas en los extremos de los cromosomas) que se produce a medida que se envejece varía de un individuo a otro y depende de la longitud original de los telómeros. En estudios poblacionales anteriores se había sugerido que los telómeros podrían servir para predecir la esperanza de vida, pero esta nueva investigación señala que el proceso mencionado es, en realidad, mucho más complejo de lo que se pensaba. El estudio, que se ha publicado en la revista PLoS Genetics, recibió apoyo del proyecto TELOMARKER («Identificación y caracterización de nuevos biomarcadores humanos relativos a los telómeros que facilitan el manejo del cáncer mejorando el diagnóstico del paciente, la elección del tratamiento, el seguimiento de la evolución y el desarrollo de fármacos»), financiado con 2,8 millones de euros mediante el tema de Salud del Séptimo Programa Marco (7PM). Elizabeth Blackburn, que fue uno de los investigadores que descubrieron los telómeros en la década de los años setenta, describió estas estructuras protectoras y ricas en ADN que se encuentran en los extremos de nuestros cromosomas como «las puntas de los cordones de los zapatos, que impiden que éstos se deshilachen». Los telómeros contienen información genética importante y proporcionan estabilidad, ya que impiden la desorganización del cromosoma, lo cual podría dar pie al desarrollo de un cáncer. Cuando una célula se divide, los telómeros se destruyen pero, seguidamente, son restablecidos por una enzima denominada «telomerasa transcriptasa inversa». Sin embargo, esta enzima no restituye el telómero con su longitud original, de manera que esta estructura se acorta con cada división celular. Cuando desaparecen por completo los telómeros de una célula normal, ésta se destruye. Muchos tipos de cáncer son consecuencia de «células inmortales» que sobreviven a la pérdida de los telómeros. Diversos estudios anteriores sobre los telómeros habían indicado que quienes padecían cánceres asociados al tabaquismo también tenían telómeros más cortos que otros individuos sanos de referencia. Esto dio pie a la hipótesis de que, a nivel poblacional, los individuos que poseen telómeros más cortos pueden estar predispuestos a padecer ciertos tipos de cáncer. No obstante, no se han hallado indicios de esta posible relación entre el cáncer y la velocidad de acortamiento de los telómeros de las personas. En el estudio referido, un grupo de investigadores dirigidos por el profesor Göran Roos de la Universidad de Umeå investigó el acortamiento de los telómeros de 959 individuos que habían donado sangre en un intervalo de entre nueve y once años. Algunos de estos individuos habían desarrollado tumores en el tiempo transcurrido entre las donaciones. Los científicos descubrieron con asombro que, si bien había una fuerte correlación entre la velocidad del acortamiento y la longitud inicial de los telómeros, no había tal correlación con el desarrollo posterior de un tumor. Efectivamente, en la muestra estudiada se encontró el declive previsto de la longitud de los telómeros con el paso del tiempo, pero también se apreciaron grandes diferencias entre individuos. En realidad, en cerca de un tercio de los individuos los telómeros se habían alargado durante el periodo estudiado. No obstante, según el estudio, «quienes poseían los telómeros más largos en la primera extracción de sangre también presentaron el acortamiento más pronunciado en el tiempo, y viceversa». Los resultados indican que el mecanismo de mantenimiento de los telómeros viene a ser favorable para los que son más cortos. Pero es probable que haya otros factores que influyan en la velocidad del acortamiento. La longitud telomérica en la primera extracción de sangre sólo sirvió para justificar el 57% de las variaciones en la velocidad del acortamiento, quedando un 43% sin explicar, por lo que podría haber otros factores implicados, como el estilo de vida, el estrés oxidativo o la inflamación. «Se han documentado casos de cáncer en los que las células sanguíneas de los pacientes presentaban una longitud telomérica anómala», se lee en el estudio, «pero en esta investigación, en la que se incluyó a 314 individuos con tumores malignos diagnosticados tras la segunda muestra de sangre, no se halló ninguna asociación entre la longitud de los telómeros y la posterior aparición del cáncer». Pese a ello, sí se observó cierta relación entre el cáncer de próstata y el hecho de poseer telómeros cortos nueve años antes del diagnóstico, una observación que bien merece una investigación más detallada. Contradiciendo la hipótesis de que la longitud de los telómeros a cierta edad puede servir para predecir la esperanza de vida teórica, las conclusiones de este estudio indican que el mecanismo que regula la longitud telomérica a medida que se envejece es más complejo de lo que se pensaba. Cabe destacar, como sugieren los autores, que «es posible que llevar una vida sana sirva para evitar la pérdida excesiva de telómeros».
Países
Suecia