Un estudio demuestra que el cerebro percibe las herramientas como partes del cuerpo
Investigadores europeos han demostrado que cuando utilizamos herramientas nuestros cerebros las perciben temporalmente como partes del cuerpo. Los resultados del estudio ayudan a explicar por qué los humanos son tan hábiles a la hora de usarlas. El estudio, publicado en la revista Current Biology, fue cofinanciado por una beca de movilidad de la UE. Aunque la noción de que el cerebro incorpora las herramientas a su «visión» del cuerpo («esquema corporal») es centenaria, ésta es la primera prueba científica de que dicha noción es cierta. «Desde el origen de la noción de esquema corporal, la idea de su plasticidad funcional se ha dado siempre por sentada, si bien hasta ahora nunca se habían obtenido indicios directos», comentó Alessandro Farnè, del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica (INSERM, Francia). «La serie de experimentos que hemos realizado ha demostrado por primera vez, y de manera definitiva, que esta intuición ya centenaria es correcta.» A pesar de que la forma de nuestros cuerpos no es siempre la misma, la habilidad de mover las extremidades y asir objetos no varía mientras crecemos y nos desarrollamos. Esto se debe a que nuestro cerebro renueva de manera constante su representación del tamaño, forma y posición de las diferentes partes del cuerpo. Es comúnmente aceptado que, cuando utilizamos una herramienta, el cerebro adapta a ella la representación del cuerpo. Por ejemplo, no necesitamos mirar nuestra boca o brazo mientras nos cepillamos los dientes porque el cerebro integra el cepillo en la representación de nuestro brazo. Hasta ahora no se habían obtenido pruebas directas de que esto fuera así. En el presente estudio, lo primero que se pidió a los voluntarios fue que señalaran con la mano y agarraran objetos que estaban colocados sobre una mesa. Después, se les proporcionó una herramienta de agarre mecánica de 40 centímetros de longitud que usaron para coger los objetos de la mesa. A continuación se les pidió de nuevo que agarraran el objeto con la mano. Al final, se tocó a los voluntarios en diferentes partes del brazo y de la mano y se les pidió que señalaran la parte del brazo donde se les había tocado. Los resultados demostraron que durante un corto periodo de tiempo después de utilizar la herramienta de agarre, los voluntarios realmente se comportaban como si sus brazos fueran más largos. Si bien fueron capaces de asir el objeto con las manos después de utilizar la herramienta de agarre, no movieron las manos con tanta rapidez y tardaron más tiempo en completar las tareas. Además, percibían las partes del brazo donde se les había tocado como si estuvieran más alejadas de lo que estaban en realidad. «Creemos que esta capacidad de representar nuestro cuerpo y de adaptarla de forma funcional al empleo de herramientas constituye la base fundamental de que los humanos podamos utilizarlas hábilmente», afirmó Lucilla Cardinali, también miembro del INSERM. «Una vez que la herramienta se integra en el esquema corporal, se puede mover y manejar como si se tratara de una parte del propio cuerpo.»
Países
Francia, Italia